/ martes 26 de octubre de 2021

Las listas de Claudio

Durante el último fin de semana la opinión pública nacional mantuvo un ríspido debate acerca del contenido de un mensaje por twiter del líder de la oposición de derecha, Claudio X. González, quien además de afirmar que la 4T es una farsa y va a terminar en un gran fracaso, señaló de manera ominosa que deben anotarse los nombres de quienes “por acción o por omisión” han hecho posible el funcionamiento de un gobierno “autoritario y destructor”.

El mensaje –de no más de 6 líneas—prendió la mecha y avivó las pasiones en un ambiente político ya de por sí muy caldeado. Porque quien lo publicó ha dejado de ser un simple empresario para convertirse en el líder político de la alianza Sí por México, que agrupa a los partidos de Acción Nacional (PAN) Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD).

El mensaje del polémico dirigente tiene varias facetas: primero: porque predice el fracaso del gobierno obradorista al cual califica de farsa; segundo, porque supone sin mayor fundamento que la coalición que encabeza obtendrá el triunfo electoral en 2024; y tercero porque deja ver claramente las intenciones de la derecha más recalcitrante: la formación de listas negras para ajustar cuentas después del supuesto triunfo electoral de la coalición claudista.

Por si había sectores políticos que conservaran alguna duda, Claudio X. se volvió-- antes de tomar el poder—un dirigente revanchista, autoritario, dispuesto a “formar listas” de gente enemiga para ajustarle las cuentas, en una posible avalancha cuyo contenido no aclara, pero que --fácilmente se deduce-- sería para aplicar a su modo las 3 reglas básica de la represión: encierro, entierro o destierro.

Esta declaración de intenciones puede resultarle muy costosa al empresario metido a dirigente político. En uno de los primeros pasos que da en su camino como líder de la oposición, de manera prepotente, en vez de mantener ocultas sus intenciones represivas hasta que la correlación de fuerzas le permita darlas a conocer, las emite ante la opinión pública sin recato alguno, como si se tratara de un anuncio irrelevante, como si no estuviera poniendo en peligro –claro, en caso de que triunfe—a ninguna persona, como si parte de sus funciones como dirigente político fuera andar amenazando enemigos.

El debate que surgió de sus palabras incendió las redes sociales de inmediato. Tanto en twiter como en otras plataformas el asunto subió de inmediato en número de comentarios –la mayoría adversos—hasta convertirse en trending tropic, en tendencia dominante de las redes sociales que involucra un número enorme y con una cada vez mayor cantidad de réplicas y comentarios.

Hay no obstante varios puntos que deben aclararse: por ejemplo: cuando Claudio X González habla de formar listas ¿se refiere a las masas de votantes que emitieron su sufragio el 1 de julio de 2018? Porque serían listas enormes, y por lo mismo inmanejables. Entonces ¿de quiénes está hablando el flamante líder?

El presidente López Obrador tiene una popularidad cercana al 65% de la opinión pública según los más recientes sondeos. Esto es, alrededor de unos 50 millones de ciudadanos de carne y hueso en edad adulta. ¿Es posible hacer una lista de sospechosos en estas condiciones? Porque Claudio X dejó la agenda abierta, al afirmar que va a anotar a quienes “por acción o por omisión” han favorecido el funcionamiento del régimen obradorista.

Y las preguntas seguirían: ¿en la lista serían incluidas las personas que hicieron las encuestas? O más aún: ¿incluiría a todos los ciudadanos que trabajan en el gobierno federal o en los estados gobernados por el obradorismo? Y con una incertidumbre cada vez mayor tendríamos que investigar cuál es la comunidad a la que Claudio X. se refirió, y por lo mismo quién o quiénes deben sentirse amenazados.

Porque no tiene sentido ANOTAR a alguien cuando ya está registrado en los partidos de izquierda (Morena, PT) o en los sindicatos, o en las organizaciones de masas. Sólo los fascistas anotan los nombres de sus adversarios para reprimirlos cuando llega la ocasión, y lo hacen con golpes certeros.

En este sentido, las declaraciones del nuevo prócer de la derecha no se dirigen al grueso de quienes hemos hecho posible –aunque sea por omisión—el funcionamiento del gobierno obradorista. Sería una locura. O como diría un distinguido dirigente político, es peor que un crimen, es una estupidez.

La amenaza del bisoño líder de la derecha va dirigida específicamente contra los dirigentes políticos, sindicales, agrarios y de las organizaciones sociales que apoyan al obradorismo.. Va dirigida expresamente contra quienes conducen el proceso, contra las cabezas del movimiento, contra quienes ocupan puestos directivos, e implica necesariamente habilitar una nueva versión de las Islas Marías como prisión, crear un nuevo Lecumberri de alta seguridad, o reinaugurar los vuelos de la muerte, el terrorismo de estado. Implica necesariamente crear una nueva Brigada Blanca, nuevas mazmorras y aplicar nuevos métodos de tortura. Y si no lo sabía Claudio X, tenemos derecho a calificarlo de imbécil con iniciativa.

Claudio X nos está diciendo claramente que no se tentará el corazón para aplicar la ley de hierro contra los opositores a sus proyectos empresariales. Y la amenaza se lanza con el fin de disuadir a sus enemigos, con el fin de hacerlos reflexionar, hacerlos desistir del apoyo que prestan al proceso de transformación de la sociedad.

Más bien, las amenazas del nuevo líder –al menos en los dirigentes de la 4T—van a producir el efecto contrario: Un dirigente de izquierda, un militante, va a pensar: si gana la derecha en las elecciones del 2024, me aplicarán la ley fuga, el bloqueo total o la muerte civil, y por lo tanto redoblaré mis esfuerzos para evitar ese triunfo.

En otras palabras: el texto de Claudio X no hace sino situar la lucha política en sus términos más crudos: no admite que se limiten sus ganancias ni que se reduzcan sus negocios por obra de un gobierno de avanzada. Está dispuesto a lanzarse a fondo para preservar sus privilegios. Y con él está la derecha más recalcitrante.

Claudio X y su familia forman parte de los grandes contribuyentes a que se refiere Raquel Buenrostro, jefa del Sistema de Administración Tributaria (SAT) que financiaban obras sociales, y depositaban ese dinero en cuentas manejadas por sus propias fundaciones. Al finalizar el ciclo, solicitaban devolución de impuestos. Antes lo obtenían. Hoy han quedado al descubierto. De ahí surge esa furia digna de mejor causa.

Tomamos nota de la advertencia, Claudio…

Durante el último fin de semana la opinión pública nacional mantuvo un ríspido debate acerca del contenido de un mensaje por twiter del líder de la oposición de derecha, Claudio X. González, quien además de afirmar que la 4T es una farsa y va a terminar en un gran fracaso, señaló de manera ominosa que deben anotarse los nombres de quienes “por acción o por omisión” han hecho posible el funcionamiento de un gobierno “autoritario y destructor”.

El mensaje –de no más de 6 líneas—prendió la mecha y avivó las pasiones en un ambiente político ya de por sí muy caldeado. Porque quien lo publicó ha dejado de ser un simple empresario para convertirse en el líder político de la alianza Sí por México, que agrupa a los partidos de Acción Nacional (PAN) Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD).

El mensaje del polémico dirigente tiene varias facetas: primero: porque predice el fracaso del gobierno obradorista al cual califica de farsa; segundo, porque supone sin mayor fundamento que la coalición que encabeza obtendrá el triunfo electoral en 2024; y tercero porque deja ver claramente las intenciones de la derecha más recalcitrante: la formación de listas negras para ajustar cuentas después del supuesto triunfo electoral de la coalición claudista.

Por si había sectores políticos que conservaran alguna duda, Claudio X. se volvió-- antes de tomar el poder—un dirigente revanchista, autoritario, dispuesto a “formar listas” de gente enemiga para ajustarle las cuentas, en una posible avalancha cuyo contenido no aclara, pero que --fácilmente se deduce-- sería para aplicar a su modo las 3 reglas básica de la represión: encierro, entierro o destierro.

Esta declaración de intenciones puede resultarle muy costosa al empresario metido a dirigente político. En uno de los primeros pasos que da en su camino como líder de la oposición, de manera prepotente, en vez de mantener ocultas sus intenciones represivas hasta que la correlación de fuerzas le permita darlas a conocer, las emite ante la opinión pública sin recato alguno, como si se tratara de un anuncio irrelevante, como si no estuviera poniendo en peligro –claro, en caso de que triunfe—a ninguna persona, como si parte de sus funciones como dirigente político fuera andar amenazando enemigos.

El debate que surgió de sus palabras incendió las redes sociales de inmediato. Tanto en twiter como en otras plataformas el asunto subió de inmediato en número de comentarios –la mayoría adversos—hasta convertirse en trending tropic, en tendencia dominante de las redes sociales que involucra un número enorme y con una cada vez mayor cantidad de réplicas y comentarios.

Hay no obstante varios puntos que deben aclararse: por ejemplo: cuando Claudio X González habla de formar listas ¿se refiere a las masas de votantes que emitieron su sufragio el 1 de julio de 2018? Porque serían listas enormes, y por lo mismo inmanejables. Entonces ¿de quiénes está hablando el flamante líder?

El presidente López Obrador tiene una popularidad cercana al 65% de la opinión pública según los más recientes sondeos. Esto es, alrededor de unos 50 millones de ciudadanos de carne y hueso en edad adulta. ¿Es posible hacer una lista de sospechosos en estas condiciones? Porque Claudio X dejó la agenda abierta, al afirmar que va a anotar a quienes “por acción o por omisión” han favorecido el funcionamiento del régimen obradorista.

Y las preguntas seguirían: ¿en la lista serían incluidas las personas que hicieron las encuestas? O más aún: ¿incluiría a todos los ciudadanos que trabajan en el gobierno federal o en los estados gobernados por el obradorismo? Y con una incertidumbre cada vez mayor tendríamos que investigar cuál es la comunidad a la que Claudio X. se refirió, y por lo mismo quién o quiénes deben sentirse amenazados.

Porque no tiene sentido ANOTAR a alguien cuando ya está registrado en los partidos de izquierda (Morena, PT) o en los sindicatos, o en las organizaciones de masas. Sólo los fascistas anotan los nombres de sus adversarios para reprimirlos cuando llega la ocasión, y lo hacen con golpes certeros.

En este sentido, las declaraciones del nuevo prócer de la derecha no se dirigen al grueso de quienes hemos hecho posible –aunque sea por omisión—el funcionamiento del gobierno obradorista. Sería una locura. O como diría un distinguido dirigente político, es peor que un crimen, es una estupidez.

La amenaza del bisoño líder de la derecha va dirigida específicamente contra los dirigentes políticos, sindicales, agrarios y de las organizaciones sociales que apoyan al obradorismo.. Va dirigida expresamente contra quienes conducen el proceso, contra las cabezas del movimiento, contra quienes ocupan puestos directivos, e implica necesariamente habilitar una nueva versión de las Islas Marías como prisión, crear un nuevo Lecumberri de alta seguridad, o reinaugurar los vuelos de la muerte, el terrorismo de estado. Implica necesariamente crear una nueva Brigada Blanca, nuevas mazmorras y aplicar nuevos métodos de tortura. Y si no lo sabía Claudio X, tenemos derecho a calificarlo de imbécil con iniciativa.

Claudio X nos está diciendo claramente que no se tentará el corazón para aplicar la ley de hierro contra los opositores a sus proyectos empresariales. Y la amenaza se lanza con el fin de disuadir a sus enemigos, con el fin de hacerlos reflexionar, hacerlos desistir del apoyo que prestan al proceso de transformación de la sociedad.

Más bien, las amenazas del nuevo líder –al menos en los dirigentes de la 4T—van a producir el efecto contrario: Un dirigente de izquierda, un militante, va a pensar: si gana la derecha en las elecciones del 2024, me aplicarán la ley fuga, el bloqueo total o la muerte civil, y por lo tanto redoblaré mis esfuerzos para evitar ese triunfo.

En otras palabras: el texto de Claudio X no hace sino situar la lucha política en sus términos más crudos: no admite que se limiten sus ganancias ni que se reduzcan sus negocios por obra de un gobierno de avanzada. Está dispuesto a lanzarse a fondo para preservar sus privilegios. Y con él está la derecha más recalcitrante.

Claudio X y su familia forman parte de los grandes contribuyentes a que se refiere Raquel Buenrostro, jefa del Sistema de Administración Tributaria (SAT) que financiaban obras sociales, y depositaban ese dinero en cuentas manejadas por sus propias fundaciones. Al finalizar el ciclo, solicitaban devolución de impuestos. Antes lo obtenían. Hoy han quedado al descubierto. De ahí surge esa furia digna de mejor causa.

Tomamos nota de la advertencia, Claudio…