/ sábado 12 de diciembre de 2020

Las políticas públicas para el servicio de agua potable

Esta semana fui invitado a dar una entrevista sobre la problemática que aqueja a los sistemas de agua potable en Morelos.

Y aunque no debe ser consuelo, no es muy distinta de la que aqueja a la mayoría de los sistemas de todo el país. Después de casi treinta años en el sector es penoso reconocer que no se ha avanzado mucho en el tema. México se ha quedado rezagado en cuanto a políticas públicas. Desde la década de los 80s nuestro país ha tratado de seguir un rumbo que no ha sido exitoso.

Hoy, el 86% de la población no recibe agua de manera continua, la recibe por tandeos que pueden ser unas horas al día o unas horas al mes, también más del 76% de la población tiene que comprar agua embotellada porque no confía en el agua que le llega por la red, y que bueno, porque en un estudio recientemente publicado se encontró que en 28 estados del país se distribuye agua a las escuelas conteniendo coliformes fecales, arsénico, fluoruros, o algún otro contaminante.

Mis recomendaciones para el diseño de políticas públicas son muy concretas. Sea público o privado, un sistema de agua potable debe administrarse con criterios de eficiencia y de autosuficiencia. Para ello, es imperativo profesionalizar los cuadros directivos. No llegaremos a ningun buen puerto si se sigue poniendo al frente del barco a personal sin capacidad y sin experiencia. Aún con profesionales al frente será dificil revertir un deterioro de tantos años, causado por malas decisiones, basadas en criterios políticos más que en criterios técnicos y administrativos eficientes.

Hay corrupción en tomar decisiones que ponen en riesgo la salud y el bienestar de la población. Hay responsabilidad en poner a alguien sin la capacidad necesaria al frente de un tema tan delicado para la población. En algunos estados del país, los datos refieren que 3 de cada 4 directores de los sistemas de agua no han tenido ninguna experiencia previa en el organismo operador cuando son nombrados por el alcalde en turno. Es decir, ponen al frente de un organismo del cual depende la salud de la población a una persona sin experiencia, sin preparación y en muchos casos, desafortunadamente, sin interés de servicio. Que grave riesgo para todos nosotros.

En el informe que he referido en otras entregas, elaborado por Ethos Laboratorio de Políticas Públicas sobre la Corrupción en el Sector Agua, se hace referencia a la corrupción en los organismos operadores de agua como otro de los eslabones de alto impacto. Esta tiene, según el informe, consecuencias directas en el bienestar de las personas, ya que son ellos los que se encargan de proveer el líquido a la población.

Según sus investigaciones, existen alrededor de 2,688 sistemas de agua a nivel municipal, intermunicipal o estatal, y debido a su mala gestión, una alta proporción de hogares no cuentan con agua diariamente, además 3 de cada 4 personas considera que el agua no es sana para beberse. Por eso el consumo de agua embotellada en el país es tan alto, la población no confia en la calidad del agua que recibe por la red.

La opacidad es generalizada en los organismos operadores. El principal programa para poder conocer su desempeño es de afiliación voluntaria (PIGOO). En él sólo participan 7.4 por ciento de los organismos operadores, y en promedio entregan sólo 13 de los 29 indicadores existentes.

Datos de CONAGUA indican que la eficiencia física es de 55%, la comercial del 75% y la global de solo 41% en los sistemas de agua potable del país. Esto se traduce de la siguiente manera, de cada cien litros de agua que se extraen de las fuentes (pozos, manantiales, presas, etc.) solo 55 llegan hasta nuestras casas, ¡45 de cada 100 se pierden en fugas por las malas condiciones de las tuberías! Y por si esto fuera poco, 1 de cada 4 usuarios no paga su recibo de agua. En consecuencia, solo 41 litros de cada 100 representa un ingreso para el sistema operador de agua potable. Y con estas tarifas. Estan quebrados. Y en su bancarrota nos ponen en alto riesgo a todos.

Esta semana fui invitado a dar una entrevista sobre la problemática que aqueja a los sistemas de agua potable en Morelos.

Y aunque no debe ser consuelo, no es muy distinta de la que aqueja a la mayoría de los sistemas de todo el país. Después de casi treinta años en el sector es penoso reconocer que no se ha avanzado mucho en el tema. México se ha quedado rezagado en cuanto a políticas públicas. Desde la década de los 80s nuestro país ha tratado de seguir un rumbo que no ha sido exitoso.

Hoy, el 86% de la población no recibe agua de manera continua, la recibe por tandeos que pueden ser unas horas al día o unas horas al mes, también más del 76% de la población tiene que comprar agua embotellada porque no confía en el agua que le llega por la red, y que bueno, porque en un estudio recientemente publicado se encontró que en 28 estados del país se distribuye agua a las escuelas conteniendo coliformes fecales, arsénico, fluoruros, o algún otro contaminante.

Mis recomendaciones para el diseño de políticas públicas son muy concretas. Sea público o privado, un sistema de agua potable debe administrarse con criterios de eficiencia y de autosuficiencia. Para ello, es imperativo profesionalizar los cuadros directivos. No llegaremos a ningun buen puerto si se sigue poniendo al frente del barco a personal sin capacidad y sin experiencia. Aún con profesionales al frente será dificil revertir un deterioro de tantos años, causado por malas decisiones, basadas en criterios políticos más que en criterios técnicos y administrativos eficientes.

Hay corrupción en tomar decisiones que ponen en riesgo la salud y el bienestar de la población. Hay responsabilidad en poner a alguien sin la capacidad necesaria al frente de un tema tan delicado para la población. En algunos estados del país, los datos refieren que 3 de cada 4 directores de los sistemas de agua no han tenido ninguna experiencia previa en el organismo operador cuando son nombrados por el alcalde en turno. Es decir, ponen al frente de un organismo del cual depende la salud de la población a una persona sin experiencia, sin preparación y en muchos casos, desafortunadamente, sin interés de servicio. Que grave riesgo para todos nosotros.

En el informe que he referido en otras entregas, elaborado por Ethos Laboratorio de Políticas Públicas sobre la Corrupción en el Sector Agua, se hace referencia a la corrupción en los organismos operadores de agua como otro de los eslabones de alto impacto. Esta tiene, según el informe, consecuencias directas en el bienestar de las personas, ya que son ellos los que se encargan de proveer el líquido a la población.

Según sus investigaciones, existen alrededor de 2,688 sistemas de agua a nivel municipal, intermunicipal o estatal, y debido a su mala gestión, una alta proporción de hogares no cuentan con agua diariamente, además 3 de cada 4 personas considera que el agua no es sana para beberse. Por eso el consumo de agua embotellada en el país es tan alto, la población no confia en la calidad del agua que recibe por la red.

La opacidad es generalizada en los organismos operadores. El principal programa para poder conocer su desempeño es de afiliación voluntaria (PIGOO). En él sólo participan 7.4 por ciento de los organismos operadores, y en promedio entregan sólo 13 de los 29 indicadores existentes.

Datos de CONAGUA indican que la eficiencia física es de 55%, la comercial del 75% y la global de solo 41% en los sistemas de agua potable del país. Esto se traduce de la siguiente manera, de cada cien litros de agua que se extraen de las fuentes (pozos, manantiales, presas, etc.) solo 55 llegan hasta nuestras casas, ¡45 de cada 100 se pierden en fugas por las malas condiciones de las tuberías! Y por si esto fuera poco, 1 de cada 4 usuarios no paga su recibo de agua. En consecuencia, solo 41 litros de cada 100 representa un ingreso para el sistema operador de agua potable. Y con estas tarifas. Estan quebrados. Y en su bancarrota nos ponen en alto riesgo a todos.