/ lunes 30 de agosto de 2021

Lo que heredamos del remoto pasado

Queridos amigos, antes de entrar a este interesante tema debemos precisar que se define como hombre de la prehistoria al ser humano que vivió en la época anterior a la historia de la humanidad, o sea hace unos 20 mil años, no cuando surgió la vida en la tierra, sino en el último tramo de la protohistoria.

Esa fue una etapa donde las piedras, los palos y los huesos se usaban como herramientas para la supervivencia. En ese entonces, las primeras relaciones entre el hombre primitivo y los animales era de cazador y presa. Se les veía como una fuente de alimento y pieles para el vestido, aún no había mascotas, como ahora hay casi en todos los hogares, pero pronto las habría y el primer animal en realizar la transición de estado salvaje al de domesticado, fue el lobo, ancestro común de los perros modernos. Esto ocurrió hace entre 12 mil y 14 mil años y fueron los pequeños cachorros de lobo que aunque como adultos permanecían subordinados a los humanos, poco a poco fueron entrenados para realizar no solo tareas como cazar, cuidar y pastorear, sino que comenzaron a ser considerados como acompañantes, lo que hoy llamamos “mascotas”. Hay evidencias de enterramientos paleolíticos con sus perros, en otro donde la mano de la persona muerta fue puesta en posición para que descansara sobre el lomo del animal como para enfatizar el profundo lazo de afecto durante sus vidas. En un petroglifo de Caborca, Sonora, aparece el lobo-perro en varias actitudes de la vida cotidiana y aquí en el estado de Morelos en una cueva en en la recta carretera entre Yautepec y Tlaltizapán, se encontró un enterramiento de un niño colocado sobre una estera como si estuviera dormido, con su perro acomodado a sus pies.

Hace cuatro días, aquí en la capital de Morelos, el Seminario de Cultura Mexicana y el Consejo de Cronistas, ambos de Cuernavaca, presentamos bajo los auspicios del INAH-Morelos que dirige el seminarista y cronista, antropólogo Victor Hugo Valencia Valera, una plática con uno de los poquísimos doctores paleontólogos que hay en México egresados de prestigiosas universidades tanto nacionales como del extranjero. Me refiero al doctor Eduardo Corona-Martínez quien nos brindó una exposición presencial, (con todas las precauciones que la pandemia exige), al mismo tiempo que en vivo, acompañada de imágenes tan interesantes que nos tenía a todos los presentes atentos por la detallada explicación referente al tema que mucho tuvo que ver con los estudios paleobiológicos que el autor ha realizado en y desde Morelos. Cabe resaltar que esta última disciplina es el estudio de la vida en el pasado y se refiere a los cambios que ocurren en los distintos ecosistemas.

De Eduardo Corona-Martínez aprendimos además que el estado de Morelos debe su enorme biodiversidad a que se encuentra en la llamada Zona Mexicana de Transición, es decir, es donde confluyen: la zona Neártica y la Neotropical. La primera se caracteriza por ser de clima templado en tierras altas con predominante vegetación de bosques de pino-encino. La segunda, es más cálida con vegetación de bosque tropical caducifolio, lo que significa que el estado cuenta con grandes cambios de altitud que van de los cerca de mil mts. de altura sobre el nivel del mar hasta cerca de 4 mil metros y por lo tanto existe un incremento de biodiversidad concentrada en la misma zona lo que da que Morelos ocupa el treceavo lugar en las entidades con la mayor biodiversidad actual de vertebrados endémicos en la región que comprende México y Centro América y todo esto puede ser rastreado en los registros fósiles. Como eran tan escasos los trabajos sobre fauna paleontológica pues se limitaban a un afán coleccionista de restos o fósiles a los que no se les daba importancia sobre su trascendencia y significado, a partir del año 2006 se ha generado un proyecto de investigación para registrar las faunas fósiles. Y el INAH pide a la población que en caso de avistamiento de un fósil, en primer lugar se tome una fotografía, se avise a las autoridades y se de el nombre del descubridor. Esto ha permitido y permitirá el registro de localidades con mega fauna de distintas eras. En Morelos se destaca la presencia de megafauna extinta como son los llamados perezosos gigantes, en el caso de los enormes mamuth o mastodontes que se hallaron en Morelos, ligeramente fuera de donde corresponden, esto sugiere a cambios ambientales. Y queridos amigos, ya saben, a cuidar nuestros vestigios paleontológicos que hay por todo México y hasta el próximo lunes.

Queridos amigos, antes de entrar a este interesante tema debemos precisar que se define como hombre de la prehistoria al ser humano que vivió en la época anterior a la historia de la humanidad, o sea hace unos 20 mil años, no cuando surgió la vida en la tierra, sino en el último tramo de la protohistoria.

Esa fue una etapa donde las piedras, los palos y los huesos se usaban como herramientas para la supervivencia. En ese entonces, las primeras relaciones entre el hombre primitivo y los animales era de cazador y presa. Se les veía como una fuente de alimento y pieles para el vestido, aún no había mascotas, como ahora hay casi en todos los hogares, pero pronto las habría y el primer animal en realizar la transición de estado salvaje al de domesticado, fue el lobo, ancestro común de los perros modernos. Esto ocurrió hace entre 12 mil y 14 mil años y fueron los pequeños cachorros de lobo que aunque como adultos permanecían subordinados a los humanos, poco a poco fueron entrenados para realizar no solo tareas como cazar, cuidar y pastorear, sino que comenzaron a ser considerados como acompañantes, lo que hoy llamamos “mascotas”. Hay evidencias de enterramientos paleolíticos con sus perros, en otro donde la mano de la persona muerta fue puesta en posición para que descansara sobre el lomo del animal como para enfatizar el profundo lazo de afecto durante sus vidas. En un petroglifo de Caborca, Sonora, aparece el lobo-perro en varias actitudes de la vida cotidiana y aquí en el estado de Morelos en una cueva en en la recta carretera entre Yautepec y Tlaltizapán, se encontró un enterramiento de un niño colocado sobre una estera como si estuviera dormido, con su perro acomodado a sus pies.

Hace cuatro días, aquí en la capital de Morelos, el Seminario de Cultura Mexicana y el Consejo de Cronistas, ambos de Cuernavaca, presentamos bajo los auspicios del INAH-Morelos que dirige el seminarista y cronista, antropólogo Victor Hugo Valencia Valera, una plática con uno de los poquísimos doctores paleontólogos que hay en México egresados de prestigiosas universidades tanto nacionales como del extranjero. Me refiero al doctor Eduardo Corona-Martínez quien nos brindó una exposición presencial, (con todas las precauciones que la pandemia exige), al mismo tiempo que en vivo, acompañada de imágenes tan interesantes que nos tenía a todos los presentes atentos por la detallada explicación referente al tema que mucho tuvo que ver con los estudios paleobiológicos que el autor ha realizado en y desde Morelos. Cabe resaltar que esta última disciplina es el estudio de la vida en el pasado y se refiere a los cambios que ocurren en los distintos ecosistemas.

De Eduardo Corona-Martínez aprendimos además que el estado de Morelos debe su enorme biodiversidad a que se encuentra en la llamada Zona Mexicana de Transición, es decir, es donde confluyen: la zona Neártica y la Neotropical. La primera se caracteriza por ser de clima templado en tierras altas con predominante vegetación de bosques de pino-encino. La segunda, es más cálida con vegetación de bosque tropical caducifolio, lo que significa que el estado cuenta con grandes cambios de altitud que van de los cerca de mil mts. de altura sobre el nivel del mar hasta cerca de 4 mil metros y por lo tanto existe un incremento de biodiversidad concentrada en la misma zona lo que da que Morelos ocupa el treceavo lugar en las entidades con la mayor biodiversidad actual de vertebrados endémicos en la región que comprende México y Centro América y todo esto puede ser rastreado en los registros fósiles. Como eran tan escasos los trabajos sobre fauna paleontológica pues se limitaban a un afán coleccionista de restos o fósiles a los que no se les daba importancia sobre su trascendencia y significado, a partir del año 2006 se ha generado un proyecto de investigación para registrar las faunas fósiles. Y el INAH pide a la población que en caso de avistamiento de un fósil, en primer lugar se tome una fotografía, se avise a las autoridades y se de el nombre del descubridor. Esto ha permitido y permitirá el registro de localidades con mega fauna de distintas eras. En Morelos se destaca la presencia de megafauna extinta como son los llamados perezosos gigantes, en el caso de los enormes mamuth o mastodontes que se hallaron en Morelos, ligeramente fuera de donde corresponden, esto sugiere a cambios ambientales. Y queridos amigos, ya saben, a cuidar nuestros vestigios paleontológicos que hay por todo México y hasta el próximo lunes.