/ lunes 13 de julio de 2020

Lobito atizado

Si eran treinta o menos los policías que entraron armados al Ayuntamiento para buscar un documento que inculpara al alcalde Antonio Villalobos en actos de corrupción, es irrelevante, el caso es que la colección de hechos ocurridos en torno a una denuncia “anónima” hecha ante la Fiscalía Anticorrupción del estado de Morelos en contra del alcalde por presuntos actos de corrupción, hace que el asunto parezca mucho más político-electoral que jurídico.

Para el alcalde, la denuncia existe pero proviene de gente que fue despedida del Ayuntamiento “por actos ilícitos, junto con grupos y personas que persiguen como fin, el impedir que participe en el proceso electoral del próximo año”. Es decir, un grupo de sujetos con medios para influir en las decisiones de la Fiscalía Anticorrupción, y filtrar información sobre denuncias en proceso a medios de comunicación, buscaría lesionar las posibilidades de Villalobos para disputar algún cargo en las próximas elecciones (sea su reelección o una curul local o federal), un asunto que en Morelos es común, pero regularmente fracasa.

El caso más fresco de esta práctica es justamente el gobernador, Cuauhtémoc Blanco, que aguantó acusaciones múltiples cuando era alcalde y lejos de mellar su carrera política y su popularidad, que gracias a las acusaciones y procesos en su contra creció hasta niveles que le permitieron ser electo con alrededor de la mitad de los votos para gobernador en el 2018; lo que ocurrió con el respaldo ciudadano al gobernador desde entonces es asunto aparte y deriva, exclusivamente, de sus acciones y omisiones como titular del Ejecutivo.

Por eso resulta chistosa la sospecha, que comparten muchos, sobre la posibilidad de que desde algunas esferas del gobierno estatal se estaría dando soporte a una campaña contra el alcalde. ¿Puede imaginar alguien las cuentas que tendría que rendir el auspiciador de una orquestación tal contra el edil (o cualquier político) al que se victimizara desde el Ejecutivo? Porque es más que evidente que en el gobierno del estado no tienen grandes afectos por el alcalde Villalobos, pero de ahí a encabezar un linchamiento que produjera un efecto de aumento en la popularidad del edil, sería impensable. Sin embargo, la serie de excesos cometidos en la investigación siguen dado la idea de que hubiera mano negra en el proceso contra el alcalde.

Por lo pronto, la encuesta de Mitofsky sobre el desempeño de alcaldes coloca al de Cuernavaca con una aprobación del 33.7 por ciento de la población, en el rango que la consultora considera medio, otra información difundida ayer mientras las diligencias en el Ayuntamiento se planeaban y desarrollaban en medio de una exhibición de fuerza que los funcionarios municipales consideraron excesiva, pero además innecesaria.

En efecto, no parecía requerido el despliegue de tantos elementos a no ser que quisiera darse un impacto mediático, evidenciarse la existencia de las diligencias y hacer parecer culpable a alguien mucho antes de concluir las investigaciones. Pareciera que los hechos dan la razón al alcalde sobre la intencionalidad de los actos. Veremos.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Si eran treinta o menos los policías que entraron armados al Ayuntamiento para buscar un documento que inculpara al alcalde Antonio Villalobos en actos de corrupción, es irrelevante, el caso es que la colección de hechos ocurridos en torno a una denuncia “anónima” hecha ante la Fiscalía Anticorrupción del estado de Morelos en contra del alcalde por presuntos actos de corrupción, hace que el asunto parezca mucho más político-electoral que jurídico.

Para el alcalde, la denuncia existe pero proviene de gente que fue despedida del Ayuntamiento “por actos ilícitos, junto con grupos y personas que persiguen como fin, el impedir que participe en el proceso electoral del próximo año”. Es decir, un grupo de sujetos con medios para influir en las decisiones de la Fiscalía Anticorrupción, y filtrar información sobre denuncias en proceso a medios de comunicación, buscaría lesionar las posibilidades de Villalobos para disputar algún cargo en las próximas elecciones (sea su reelección o una curul local o federal), un asunto que en Morelos es común, pero regularmente fracasa.

El caso más fresco de esta práctica es justamente el gobernador, Cuauhtémoc Blanco, que aguantó acusaciones múltiples cuando era alcalde y lejos de mellar su carrera política y su popularidad, que gracias a las acusaciones y procesos en su contra creció hasta niveles que le permitieron ser electo con alrededor de la mitad de los votos para gobernador en el 2018; lo que ocurrió con el respaldo ciudadano al gobernador desde entonces es asunto aparte y deriva, exclusivamente, de sus acciones y omisiones como titular del Ejecutivo.

Por eso resulta chistosa la sospecha, que comparten muchos, sobre la posibilidad de que desde algunas esferas del gobierno estatal se estaría dando soporte a una campaña contra el alcalde. ¿Puede imaginar alguien las cuentas que tendría que rendir el auspiciador de una orquestación tal contra el edil (o cualquier político) al que se victimizara desde el Ejecutivo? Porque es más que evidente que en el gobierno del estado no tienen grandes afectos por el alcalde Villalobos, pero de ahí a encabezar un linchamiento que produjera un efecto de aumento en la popularidad del edil, sería impensable. Sin embargo, la serie de excesos cometidos en la investigación siguen dado la idea de que hubiera mano negra en el proceso contra el alcalde.

Por lo pronto, la encuesta de Mitofsky sobre el desempeño de alcaldes coloca al de Cuernavaca con una aprobación del 33.7 por ciento de la población, en el rango que la consultora considera medio, otra información difundida ayer mientras las diligencias en el Ayuntamiento se planeaban y desarrollaban en medio de una exhibición de fuerza que los funcionarios municipales consideraron excesiva, pero además innecesaria.

En efecto, no parecía requerido el despliegue de tantos elementos a no ser que quisiera darse un impacto mediático, evidenciarse la existencia de las diligencias y hacer parecer culpable a alguien mucho antes de concluir las investigaciones. Pareciera que los hechos dan la razón al alcalde sobre la intencionalidad de los actos. Veremos.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx