El problema fundamental entre el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, y el gobernador electo, Cuauhtémoc Blanco Bravo, tiene nombre y apellido y va a ocupar, si las cosas siguen como hasta ahora, la alcaldía de Cuernavaca. Convertido en una manzana de la discordia aún más ponzoñosa que la repartición del gabinete, Francisco Antonio Villalobos Adán, beneficiario del desaguisado en torno a la candidatura de la coalición Juntos Haremos Historia por Cuernavaca, que a la sazón obtendría el triunfo por una ola morenista más que por la “operación política” que algunos presumen, es el factor de ruptura entre el gobernador electo y el partido que encabezó la coalición ganadora en Morelos.
El asunto es simple, según nos explican quienes son cercanos a Blanco Bravo, “si ceden la posición de Villalobos y dejan que se quede Marisol Becerra, todos contentos”; pero parece que el escenario se aleja cada vez más y lejos de allanarse el camino, conforme pasa el tiempo y se acerca la toma de protesta del nuevo gobernador, las cosas se complican y se suman más actores. Uno de ellos es la dirigente del Partido del Trabajo, Tania Valentina Rodríguez, quien habría solicitado el 40 por ciento de los cargos del gabinete para su franquicia que asume, con algún tipo de matemática creativa, como la segunda fuerza política en Morelos.
Si bien la posición de Tania Valentina le ha limitado de participar en la conformación del gabinete, su capacidad de alianzas en el Congreso a través del grupo parlamentario que coordinará, le permite mantener influencia sobre la política local. A ello habría que sumar su alianza con el ex priista, Manuel Martínez Garrigós, cuyo equipo presume mucha cercanía con Antonio Villalobos, para darse cuenta de que las cosas se complican para el gobernador electo también en ese flanco.
La distancia que Cuauhtémoc Blanco prefirió mantener con Morena y el PT parece, sin embargo, estar dando resultados al permitirle integrar un gabinete de forma más o menos libre. Todo en el área de los nombramientos sería sencillo, pero también el segundo y tercer círculos de Cuauhtémoc Blanco han comenzado a hacer olas. Hasta el momento, aunque se mantiene un esbozo elemental de quiénes integrarían el gabinete sólo José Manuel Sanz Rivera y el propio Cuauhtémoc Blanco, tienen espacios asegurados. Esto es normal en tanto entramos apenas a las dos semanas de definición de los nombramientos. Lo que ha complicado la toma de decisiones es, por cierto, el que algunos de quienes ya se sienten secretarios o coordinadores han comenzado a repartir posiciones a sus amigos; y otros más usan el membrete del “equipo del gobernador electo”; estas actitudes han provocado cierta incomodidad en Blanco Bravo y Sanz Rivera que bien podrían reconsiderar el bosquejo inicial, especialmente considerando que requieren un equipo lo suficiente leal como para trabajar con múltiples frentes abiertos, Morena y PT ya incluidos; y lo bastante capaz de dialogar para construir un proyecto de gobierno que, sin claudicar la posición de poder que tiene el gobernador electo, permita incluir a sus aliados electorales y transitar con ellos, por lo menos hasta la elección intermedia, en que seguramente las alianzas serán diferentes.
Villalobos Adán, PT, conformación del gabinete, y además, la relación con el coordinador del gobierno federal en Morelos, Rabindranath Salazar Solorio, son los asuntos que tiene que resolver Cuauhtémoc Blanco en los próximos quince días, aunque seguramente el tiempo de descanso le ha dado suficiente claridad para atenderlos.
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