/ jueves 2 de agosto de 2018

Los salarios de los burócratas, y los otros…

La buena recepción que ha tenido la propuesta de reducir los salarios de la alta burocracia en los planos federal, estatal y municipal, deriva primero, el que la disparidad entre el ingreso familiar promedio en los hogares mexicanos y el salario mensual de la alta burocracia es amplísima. El salario promedio en México es de 10 mil 605, uno de los más bajos entre las naciones integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, con las jornadas laborales más largas del mismo grupo de naciones; mientras que un regidor en Morelos obtiene por una carga de trabajo que nadie acaba de entender si existe siquiera, logra entre 25 mil y 57 mil pesos; los diputados tienen un salario de 70 mil 812 pesos mensuales; los secretarios del gobierno estatal perciben 70 mil pesos, y el gobernador 100 mil (todos los datos están basados en los tabuladores salariales de las páginas de transparencia). El efecto de esa disparidad notoria entre los ciudadanos opera en dos vías: la menor es buscarse un trabajo en el gobierno, y la mayor deriva en una creciente molestia en torno a los ingresos de la alta burocracia.

La otra parte del apoyo a la propuesta de reducción de salarios de la élite gubernamental está en la notoria ineficiencia demostrada por los gobiernos municipales, estatal y federal, en el entendido de que si bien han mejorado en términos gerenciales (según ellos), los beneficios de tales acciones no son percibidos por la población. Cierto que hay personal con mejores calificaciones técnicas, que se ha avanzado en transparencia, que resultan muy positivas las evaluaciones bajo los parámetros impuestos por los propios gobiernos (hay oficinas que cumplen normas oficiales mexicanas y estándares internacionales). Pero es innegable que el efecto de la tecnificación gubernamental no se ha traducido en mejoras sustanciales para la población, de hecho, los ciudadanos atribuyen con razón el progreso que se ha registrado en las últimas décadas en el bienestar familiar promedio al desarrollo económico propiciado por su esfuerzo y a los beneficios de la competencia entre la iniciativa privada fuera de las grandes corporaciones.

El problema no es sólo uno de comunicación gubernamental, lo cierto es que bastantes problemas pasan los voceros gubernamentales para explicar los magros resultados, o para tratar de corregir las evidentes pifias de los gobernantes. Tendría que reconocerse que si no ha habido brotes violentos graves en el país es más por esfuerzos de comunicación institucional y propaganda que por los resultados asociados con la gestión gubernamental en sí misma.

Probablemente la baja en los salarios atemperaría un poco la molestia ciudadana, pero será imposible si no se entregan resultados directos a la ciudadanía. Si el gobierno sigue siendo percibido como un ente lejano y sin nada qué aportar a la sociedad, cualquier salario que se proponga para los funcionarios será demasiado.

La otra forma de dar suavidad al fastidio ciudadano pasa por una mejora de las percepciones en términos reales, para lo que el aumento de 93.52 por ciento a los salarios mínimos programado para los seis años de gobierno de López Obrador, parece un atractivo cierre de pinza siempre que el aumento sea paulatino y se evite una espiral inflacionaria como efecto del mismo; pero también si el monto del salario general promedio alcanza a ubicarse un poco por arriba de la línea de bienestar que podría ubicarse un poco arriba de los 116 pesos diarios por persona al final del próximo sexenio. El empate entre el salario mínimo y la línea de bienestar personal diario ocurriría, según la prospectiva, poco antes de la mitad del sexenio, casualmente a tiempo para las elecciones legislativas de medio término.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La buena recepción que ha tenido la propuesta de reducir los salarios de la alta burocracia en los planos federal, estatal y municipal, deriva primero, el que la disparidad entre el ingreso familiar promedio en los hogares mexicanos y el salario mensual de la alta burocracia es amplísima. El salario promedio en México es de 10 mil 605, uno de los más bajos entre las naciones integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, con las jornadas laborales más largas del mismo grupo de naciones; mientras que un regidor en Morelos obtiene por una carga de trabajo que nadie acaba de entender si existe siquiera, logra entre 25 mil y 57 mil pesos; los diputados tienen un salario de 70 mil 812 pesos mensuales; los secretarios del gobierno estatal perciben 70 mil pesos, y el gobernador 100 mil (todos los datos están basados en los tabuladores salariales de las páginas de transparencia). El efecto de esa disparidad notoria entre los ciudadanos opera en dos vías: la menor es buscarse un trabajo en el gobierno, y la mayor deriva en una creciente molestia en torno a los ingresos de la alta burocracia.

La otra parte del apoyo a la propuesta de reducción de salarios de la élite gubernamental está en la notoria ineficiencia demostrada por los gobiernos municipales, estatal y federal, en el entendido de que si bien han mejorado en términos gerenciales (según ellos), los beneficios de tales acciones no son percibidos por la población. Cierto que hay personal con mejores calificaciones técnicas, que se ha avanzado en transparencia, que resultan muy positivas las evaluaciones bajo los parámetros impuestos por los propios gobiernos (hay oficinas que cumplen normas oficiales mexicanas y estándares internacionales). Pero es innegable que el efecto de la tecnificación gubernamental no se ha traducido en mejoras sustanciales para la población, de hecho, los ciudadanos atribuyen con razón el progreso que se ha registrado en las últimas décadas en el bienestar familiar promedio al desarrollo económico propiciado por su esfuerzo y a los beneficios de la competencia entre la iniciativa privada fuera de las grandes corporaciones.

El problema no es sólo uno de comunicación gubernamental, lo cierto es que bastantes problemas pasan los voceros gubernamentales para explicar los magros resultados, o para tratar de corregir las evidentes pifias de los gobernantes. Tendría que reconocerse que si no ha habido brotes violentos graves en el país es más por esfuerzos de comunicación institucional y propaganda que por los resultados asociados con la gestión gubernamental en sí misma.

Probablemente la baja en los salarios atemperaría un poco la molestia ciudadana, pero será imposible si no se entregan resultados directos a la ciudadanía. Si el gobierno sigue siendo percibido como un ente lejano y sin nada qué aportar a la sociedad, cualquier salario que se proponga para los funcionarios será demasiado.

La otra forma de dar suavidad al fastidio ciudadano pasa por una mejora de las percepciones en términos reales, para lo que el aumento de 93.52 por ciento a los salarios mínimos programado para los seis años de gobierno de López Obrador, parece un atractivo cierre de pinza siempre que el aumento sea paulatino y se evite una espiral inflacionaria como efecto del mismo; pero también si el monto del salario general promedio alcanza a ubicarse un poco por arriba de la línea de bienestar que podría ubicarse un poco arriba de los 116 pesos diarios por persona al final del próximo sexenio. El empate entre el salario mínimo y la línea de bienestar personal diario ocurriría, según la prospectiva, poco antes de la mitad del sexenio, casualmente a tiempo para las elecciones legislativas de medio término.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

ÚLTIMASCOLUMNAS
lunes 23 de diciembre de 2019

La crisis que se asoma

Daniel Martínez

viernes 20 de diciembre de 2019

Otro round: ayuntamientos y ambulantes

Daniel Martínez

jueves 19 de diciembre de 2019

Libertad religiosa o imposición de cultos

Daniel Martínez

miércoles 18 de diciembre de 2019

Impacto de los minisalarios

Daniel Martínez

martes 17 de diciembre de 2019

Cuernavaca y los ausentes del diálogo

Nuevas Reglas

Daniel Martínez

lunes 16 de diciembre de 2019

Alcaldes: la crisis que viene

Daniel Martínez

viernes 13 de diciembre de 2019

SNTE y aguinaldos

Nuevas Reglas

Daniel Martínez

jueves 12 de diciembre de 2019

Cuauh y Lobito, el diálogo…

El homicidio del responsable de seguridad pública en Cuernavaca, David Juárez, fue el punto público de culminación del pleito

Daniel Martínez

miércoles 11 de diciembre de 2019

Violencia contra arte y cultura

Daniel Martínez

martes 10 de diciembre de 2019

La oposición también ausente

Nuevas Reglas

Daniel Martínez

Cargar Más