/ miércoles 27 de junio de 2018

Mi voto por el NO

El próximo domingo acudiré a las urnas a votar por cuarta ocasión para el cargo de Presidente de la República. Desde el año 2000 y tal como será el primero de julio, mi voto ha sido y será para quien represente el no. Me explico:


Mi voto será para quien no quiera someter al país a seis años más de impunidad, políticas ineficientes, corrupción, inseguridad y un largo etcétera. Será para quien no busque el beneficio personal a costa del interés público o social.


Para quien no quiera subordinarse a los EEUU, ni abandone a los migrantes a su suerte; para quien no deje que los precios del transporte y alimentos, sigan elevándose sin ninguna estrategia para regresarlos a su nivel inicial.


Para quien no deje al Banxico en total libertad, cuyas decisiones de política monetaria han perjudicado la economía real por temor a incumplir con las calificadoras financieras. La coordinación, no implica subordinación.


Mi voto será para quien no tenga la ciega idea de mantener finanzas públicas sanas, en perjuicio de la economía real. Será para quien no rehúse revisar la reciente reforma financiera que sólo benefició la intermediación a favor de los bancos, en perjuicio de los ahorradores.


Para quien no deje que las inversiones actuales, principalmente extranjeras, eliminen progresivamente las posiciones del sector empresarial nacional. Para quien no deje morir a Pemex ni deje que las libres fuerzas del mercado dominen sobre interés público. Mi voto será para quien no tema en revisar el aumento el salario mínimo.


Mi voto será para quien no tenga una doble moral ni oculte intereses que tarde o temprano terminarán imponiéndose sobre el interés público. Para quien pretenda poner un alto a la desigualdad y la pobreza, con cambios de fondo.


Personalmente, me hubiera gustado ver una izquierda unida y fuerte luchando por los ideales que históricamente han buscado la transformación del país con justicia, paz y dignidad.


En mi generación sólo hemos conocido contextos de crisis. No conocimos las épocas doradas en el que el país parecía crecer con solidez y armonía. El mercado siempre adverso e imbatible, ha estado presente al momento de ejercer nuestras libertades porque el Estado decidió renunciar desde hace más de treinta años a su obligación de proveer, proteger y garantizar los derechos que permiten sostener las instituciones que lo hacen posible.

La izquierda del 18, no fue como yo lo hubiera deseado. Sin embargo, está próxima la oportunidad de que al formarse nuevos gobiernos podamos comenzar una nueva lucha hacia el desmantelamiento de la partidocracia.


Mientras ese momento no llegue, demos un paso a la vez. Salgamos a votar el próximo domingo.


¡Votemos por el no más y la esperanza de un México mejor!

El próximo domingo acudiré a las urnas a votar por cuarta ocasión para el cargo de Presidente de la República. Desde el año 2000 y tal como será el primero de julio, mi voto ha sido y será para quien represente el no. Me explico:


Mi voto será para quien no quiera someter al país a seis años más de impunidad, políticas ineficientes, corrupción, inseguridad y un largo etcétera. Será para quien no busque el beneficio personal a costa del interés público o social.


Para quien no quiera subordinarse a los EEUU, ni abandone a los migrantes a su suerte; para quien no deje que los precios del transporte y alimentos, sigan elevándose sin ninguna estrategia para regresarlos a su nivel inicial.


Para quien no deje al Banxico en total libertad, cuyas decisiones de política monetaria han perjudicado la economía real por temor a incumplir con las calificadoras financieras. La coordinación, no implica subordinación.


Mi voto será para quien no tenga la ciega idea de mantener finanzas públicas sanas, en perjuicio de la economía real. Será para quien no rehúse revisar la reciente reforma financiera que sólo benefició la intermediación a favor de los bancos, en perjuicio de los ahorradores.


Para quien no deje que las inversiones actuales, principalmente extranjeras, eliminen progresivamente las posiciones del sector empresarial nacional. Para quien no deje morir a Pemex ni deje que las libres fuerzas del mercado dominen sobre interés público. Mi voto será para quien no tema en revisar el aumento el salario mínimo.


Mi voto será para quien no tenga una doble moral ni oculte intereses que tarde o temprano terminarán imponiéndose sobre el interés público. Para quien pretenda poner un alto a la desigualdad y la pobreza, con cambios de fondo.


Personalmente, me hubiera gustado ver una izquierda unida y fuerte luchando por los ideales que históricamente han buscado la transformación del país con justicia, paz y dignidad.


En mi generación sólo hemos conocido contextos de crisis. No conocimos las épocas doradas en el que el país parecía crecer con solidez y armonía. El mercado siempre adverso e imbatible, ha estado presente al momento de ejercer nuestras libertades porque el Estado decidió renunciar desde hace más de treinta años a su obligación de proveer, proteger y garantizar los derechos que permiten sostener las instituciones que lo hacen posible.

La izquierda del 18, no fue como yo lo hubiera deseado. Sin embargo, está próxima la oportunidad de que al formarse nuevos gobiernos podamos comenzar una nueva lucha hacia el desmantelamiento de la partidocracia.


Mientras ese momento no llegue, demos un paso a la vez. Salgamos a votar el próximo domingo.


¡Votemos por el no más y la esperanza de un México mejor!

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