/ martes 23 de octubre de 2018

Migrantes

Recuerdo muy bien alguna de las clases de mi materia favorita, ciencias sociales, donde se nos explicaba el proceso de migración. Era tan relevante que la historia de la humanidad se dividió entre un antes y un después de que el hombre dejó de ser nómada y se volvió sedentario. La agricultura, la domesticación de diversos animales y el proceso de socialización al formarse las primeras comunidades, fueron el punto de partida de las tribus, clanes, grupos étnicos, familias, pueblos, ciudades, imperios y mucho después, naciones.

Con todo, ya fuera con el afán de mejorar, huir de amenazas (enemigos o el clima) explorar, descubrir o conquistar, los seres humanos hemos estado en constante movimiento. Los grandes navegantes (Colón, Magallanes, Elcano) comerciantes como Marco Polo o demás curiosos, han arrastrado tras de si a otros (como ocurrió con la “Fiebre del Oro” en el Viejo Oeste norteamericano). El propio Hernán Cortésquemó sus naves para no regresar por donde vino, ante las infinitas posibilidades que adivinó.

Hoy, por cierto, se conmemora un aniversario más de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que tiene entre sus principales retos, la agenda de desarrollo 20-30 y dentro de ella, además de la crisis por el agua, el fenómeno de la migración. Acercándonos a la segunda década del siglo XXI, este factor ha sido asociado a la hambruna, la persecución, las guerras y todo esto, aderezado con delitos de lesa humanidad cortesía de tiranos y dictadores.

Francia, Alemania y en menor medida el Reino Unido han sufrido éxodos de refugiados (sobrevivientes) de Europa del Este, de África, de Asia. España y Portugal de igual forma. Y el debate continuo, pues se entremezclan condiciones como el terrorismo, que tan gravemente ha asolado a países receptores de pueblos menos afortunados. Muchos son rechazados, hacinados en campos de concentración (de refugiados) o son “bateados” por los canales oficiales y no oficiales, tornándose en judíos errantes, como los descendientes del pueblo de Dios o los gitanos, aun hoy, satanizados.

En nuestro continente, los balseros cubanos han sido un referente de cómo en ocasiones se prefiere morir en el intento de llegar a “la tierra prometida¨ (o más temida) que quedarse en una isla aún aislada (aunque sea redundante) de lo básico, el desarrollo y las libertades. Los auto expulsados de Haití, víctimas de genocidas, huracanes, pobreza extrema y abandono de la comunidad internacional, son otra herida abierta por donde brotan historias de terror. Y no llegan en caravana, sino en oleadas.

Como los hermanos argentinos o chilenos, expulsados por las revoluciones armadas o más recientemente, los colombianos hartos de la violencia del narco y la guerrilla o los venezolanos, de Chávez y Maduro. Total, que hoy México afronta la encrucijada de hacerle el trabajo sucio a Trump y de paso convertirse en lo que tanto critica más allá del Río Bravo, u honrar su tradicional hospitalidad (demostrada una y otra vez con judíos, españoles que huían del fascismo y la guerra civil y la gran comunidad libanesa, entre otras) so riesgo también de que broten, como ya se dan, las inconformidades de quienes critican que se abran las puertas a delincuentes o desamparados centroamericanos “que vendrían a quitarle el trabajo a los mexicanos”. Pero por supuesto que un muro no es opción, pues el sur también existe.

Y acá también hace aire pues los agentes del INM, el Instituto Nacional de Migración, compiten a ver quiénes son peores, si ellos o los de “La Migra” (temido término empleado por los paisanos para ubicar a los agentes de migración), hoy más que nunca convertidos en policías y verdugos auspiciados por el xenófobo mayor, Donald Trump, para quien todos somos unos “Bad Hombres”.

Pero no vayamos tan lejos. El propio gobernador Cuauhtémoc Blanco ha emigrado de su natal Tepito hacia Europa, cuando fue a jugar al Real Valladolid, pasó por Estados Unidos con el Chicago Fire y cambió de lugar de residencia al fichar para el Santos Laguna, Veracruz, los Dorados de Sinaloa, el Irapuato, dos equipos de Puebla, y ahora, está avecindado en Morelos.

Su distinguida esposa, Natalia Rezende Moreira, bella modelo de origen brasileño, ha destacado en las pasarelas y haciendo carrera como publicista a nivel internacional. Y en este mundo globalizado, ni qué decir de José Manuel Sanz, quien ostenta hoy la triple nacionalidad de español de nacimiento (Madrid, 1950), con pasaporte norteamericano y naturalizado mexicano desde 1982. Técnico en administración de agencias de viajes, sabe muy bien la importancia de la movilidad en la política y en los negocios.

Una gran porción de la sociedad morelense comparte raíces con los paisanos de Guerrero y con llegados de otras latitudes. Así ha sido y así seguirá siendo mientras alguien se mude de casa, de empleo, de código postal. Sepamos, como dicen los amigos de Mexicanto en el tema de Fernando Delgadillo, “Coincidir: “Soy vecino de este mundo por un rato, y hoy coincide que también tu estas aquí…”

O en palabras de Isabel Allende: “El exiliado mira hacia el pasado lamiéndose las heridas; el inmigrante mira hacia el futuro dispuesto a aprovechar las oportunidades a su alcance”.


Hasta la próxima entrega, donde podrán seguir leyendo lo que hay en mi mente.


Comentarios: cfelix7@hotmail.com

Twitter: @CarlosFelix1

Recuerdo muy bien alguna de las clases de mi materia favorita, ciencias sociales, donde se nos explicaba el proceso de migración. Era tan relevante que la historia de la humanidad se dividió entre un antes y un después de que el hombre dejó de ser nómada y se volvió sedentario. La agricultura, la domesticación de diversos animales y el proceso de socialización al formarse las primeras comunidades, fueron el punto de partida de las tribus, clanes, grupos étnicos, familias, pueblos, ciudades, imperios y mucho después, naciones.

Con todo, ya fuera con el afán de mejorar, huir de amenazas (enemigos o el clima) explorar, descubrir o conquistar, los seres humanos hemos estado en constante movimiento. Los grandes navegantes (Colón, Magallanes, Elcano) comerciantes como Marco Polo o demás curiosos, han arrastrado tras de si a otros (como ocurrió con la “Fiebre del Oro” en el Viejo Oeste norteamericano). El propio Hernán Cortésquemó sus naves para no regresar por donde vino, ante las infinitas posibilidades que adivinó.

Hoy, por cierto, se conmemora un aniversario más de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que tiene entre sus principales retos, la agenda de desarrollo 20-30 y dentro de ella, además de la crisis por el agua, el fenómeno de la migración. Acercándonos a la segunda década del siglo XXI, este factor ha sido asociado a la hambruna, la persecución, las guerras y todo esto, aderezado con delitos de lesa humanidad cortesía de tiranos y dictadores.

Francia, Alemania y en menor medida el Reino Unido han sufrido éxodos de refugiados (sobrevivientes) de Europa del Este, de África, de Asia. España y Portugal de igual forma. Y el debate continuo, pues se entremezclan condiciones como el terrorismo, que tan gravemente ha asolado a países receptores de pueblos menos afortunados. Muchos son rechazados, hacinados en campos de concentración (de refugiados) o son “bateados” por los canales oficiales y no oficiales, tornándose en judíos errantes, como los descendientes del pueblo de Dios o los gitanos, aun hoy, satanizados.

En nuestro continente, los balseros cubanos han sido un referente de cómo en ocasiones se prefiere morir en el intento de llegar a “la tierra prometida¨ (o más temida) que quedarse en una isla aún aislada (aunque sea redundante) de lo básico, el desarrollo y las libertades. Los auto expulsados de Haití, víctimas de genocidas, huracanes, pobreza extrema y abandono de la comunidad internacional, son otra herida abierta por donde brotan historias de terror. Y no llegan en caravana, sino en oleadas.

Como los hermanos argentinos o chilenos, expulsados por las revoluciones armadas o más recientemente, los colombianos hartos de la violencia del narco y la guerrilla o los venezolanos, de Chávez y Maduro. Total, que hoy México afronta la encrucijada de hacerle el trabajo sucio a Trump y de paso convertirse en lo que tanto critica más allá del Río Bravo, u honrar su tradicional hospitalidad (demostrada una y otra vez con judíos, españoles que huían del fascismo y la guerra civil y la gran comunidad libanesa, entre otras) so riesgo también de que broten, como ya se dan, las inconformidades de quienes critican que se abran las puertas a delincuentes o desamparados centroamericanos “que vendrían a quitarle el trabajo a los mexicanos”. Pero por supuesto que un muro no es opción, pues el sur también existe.

Y acá también hace aire pues los agentes del INM, el Instituto Nacional de Migración, compiten a ver quiénes son peores, si ellos o los de “La Migra” (temido término empleado por los paisanos para ubicar a los agentes de migración), hoy más que nunca convertidos en policías y verdugos auspiciados por el xenófobo mayor, Donald Trump, para quien todos somos unos “Bad Hombres”.

Pero no vayamos tan lejos. El propio gobernador Cuauhtémoc Blanco ha emigrado de su natal Tepito hacia Europa, cuando fue a jugar al Real Valladolid, pasó por Estados Unidos con el Chicago Fire y cambió de lugar de residencia al fichar para el Santos Laguna, Veracruz, los Dorados de Sinaloa, el Irapuato, dos equipos de Puebla, y ahora, está avecindado en Morelos.

Su distinguida esposa, Natalia Rezende Moreira, bella modelo de origen brasileño, ha destacado en las pasarelas y haciendo carrera como publicista a nivel internacional. Y en este mundo globalizado, ni qué decir de José Manuel Sanz, quien ostenta hoy la triple nacionalidad de español de nacimiento (Madrid, 1950), con pasaporte norteamericano y naturalizado mexicano desde 1982. Técnico en administración de agencias de viajes, sabe muy bien la importancia de la movilidad en la política y en los negocios.

Una gran porción de la sociedad morelense comparte raíces con los paisanos de Guerrero y con llegados de otras latitudes. Así ha sido y así seguirá siendo mientras alguien se mude de casa, de empleo, de código postal. Sepamos, como dicen los amigos de Mexicanto en el tema de Fernando Delgadillo, “Coincidir: “Soy vecino de este mundo por un rato, y hoy coincide que también tu estas aquí…”

O en palabras de Isabel Allende: “El exiliado mira hacia el pasado lamiéndose las heridas; el inmigrante mira hacia el futuro dispuesto a aprovechar las oportunidades a su alcance”.


Hasta la próxima entrega, donde podrán seguir leyendo lo que hay en mi mente.


Comentarios: cfelix7@hotmail.com

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