/ sábado 7 de diciembre de 2019

Muertes por el agua

Parece increíble que en la era de la tecnología el agua de mala calidad genere tantas muertes. Uno podría pensar que las inundaciones o las sequías, los sismos, las epidemias o las guerras serian la causa del mayor número de muertes en el mundo, pero no.

En el mas reciente Informe Mundial para el Desarrollo de los Recursos Hídricos, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas en este mismo año 2019, se reconoce que el impacto que genera el acceso al agua y saneamiento inadecuados es el mayor de todos, y que incluso genera mas muertes que los conflictos armados, los sismos y las epidemias.

De acuerdo con el Informe, el agua y saneamiento inadecuados generan 780 mil muertes en promedio al año, en tanto que las muertes causadas por las guerras ascienden a 75 mil y las causadas por sismos y epidemias a 56 mil, es decir, la mala calidad del agua genera al menos diez veces mas muertes que los otros fenómenos.

Desde la década de los 90s en la “Agenda 21” de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo se reconocía que aproximadamente un 80% de todas las enfermedades y más de una tercera parte de las defunciones en los países en desarrollo eran causadas por el consumo de agua contaminada y, en promedio, hasta una décima parte del tiempo productivo de cada persona se perdía por enfermedades relacionadas con el agua.

En América Latina, en 1991, la propagación del cólera se debió a la falta de adecuados servicios de abastecimiento de agua y saneamiento, así como a la falta de medidas de control ambiental. En 1992, en México se presentó una epidemia de graves consecuencias, especialmente en una pequeña ciudad morelense, la heroica e histórica Cuautla, Morelos.

Este hecho marco un hito en la conciencia de la importancia de la calidad del agua potable abastecida. A partir de entonces se inició un programa de control y vigilancia de la calidad del agua en el país, nació también el Programa Agua Limpia para apoyar a los municipios en brindar el tratamiento mínimo al agua previo a su distribución a la población.

Han pasado casi tres décadas desde entonces, y la situación no ha mejorado. Yo me atrevería a afirmar lo contrario, ha ido empeorando. Con el paso del tiempo se ha ido perdiendo en la memoria de la población, y sobre todo de las autoridades responsables, el riesgo de abastecer a la población con agua no potable.

Por ello México es uno de los países con mayor consumo de agua embotellada. La población no confía en la calidad del agua que recibe por la red. En el año 2017, el 98% de los hogares mexicanos compró agua embotellada, en promedio cada hogar adquirió 1,385 litros (Kantar Worldpanel, 2018).

De acuerdo al Módulo de Hogares y Medio Ambiente (MOHOMA) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2017), el 69% de los encuestados dijeron que es porque es más saludable, el 19.6% porque no les gusta el sabor o color del agua de la red pública, el 4.8% porque es la única forma de tener agua para beber y el resto por algún otro motivo. Esto es un indicador de la mala percepción que se tiene sobre la calidad del agua de la red pública ¿Pero qué tan cierta es esa percepción? ¿Hay información al respecto? ¿Son confiables los datos oficiales? ¿Quienes son las autoridades responsables de este tema?

Parece increíble que en la era de la tecnología el agua de mala calidad genere tantas muertes. Uno podría pensar que las inundaciones o las sequías, los sismos, las epidemias o las guerras serian la causa del mayor número de muertes en el mundo, pero no.

En el mas reciente Informe Mundial para el Desarrollo de los Recursos Hídricos, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas en este mismo año 2019, se reconoce que el impacto que genera el acceso al agua y saneamiento inadecuados es el mayor de todos, y que incluso genera mas muertes que los conflictos armados, los sismos y las epidemias.

De acuerdo con el Informe, el agua y saneamiento inadecuados generan 780 mil muertes en promedio al año, en tanto que las muertes causadas por las guerras ascienden a 75 mil y las causadas por sismos y epidemias a 56 mil, es decir, la mala calidad del agua genera al menos diez veces mas muertes que los otros fenómenos.

Desde la década de los 90s en la “Agenda 21” de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo se reconocía que aproximadamente un 80% de todas las enfermedades y más de una tercera parte de las defunciones en los países en desarrollo eran causadas por el consumo de agua contaminada y, en promedio, hasta una décima parte del tiempo productivo de cada persona se perdía por enfermedades relacionadas con el agua.

En América Latina, en 1991, la propagación del cólera se debió a la falta de adecuados servicios de abastecimiento de agua y saneamiento, así como a la falta de medidas de control ambiental. En 1992, en México se presentó una epidemia de graves consecuencias, especialmente en una pequeña ciudad morelense, la heroica e histórica Cuautla, Morelos.

Este hecho marco un hito en la conciencia de la importancia de la calidad del agua potable abastecida. A partir de entonces se inició un programa de control y vigilancia de la calidad del agua en el país, nació también el Programa Agua Limpia para apoyar a los municipios en brindar el tratamiento mínimo al agua previo a su distribución a la población.

Han pasado casi tres décadas desde entonces, y la situación no ha mejorado. Yo me atrevería a afirmar lo contrario, ha ido empeorando. Con el paso del tiempo se ha ido perdiendo en la memoria de la población, y sobre todo de las autoridades responsables, el riesgo de abastecer a la población con agua no potable.

Por ello México es uno de los países con mayor consumo de agua embotellada. La población no confía en la calidad del agua que recibe por la red. En el año 2017, el 98% de los hogares mexicanos compró agua embotellada, en promedio cada hogar adquirió 1,385 litros (Kantar Worldpanel, 2018).

De acuerdo al Módulo de Hogares y Medio Ambiente (MOHOMA) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2017), el 69% de los encuestados dijeron que es porque es más saludable, el 19.6% porque no les gusta el sabor o color del agua de la red pública, el 4.8% porque es la única forma de tener agua para beber y el resto por algún otro motivo. Esto es un indicador de la mala percepción que se tiene sobre la calidad del agua de la red pública ¿Pero qué tan cierta es esa percepción? ¿Hay información al respecto? ¿Son confiables los datos oficiales? ¿Quienes son las autoridades responsables de este tema?

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