/ viernes 20 de mayo de 2022

No hay “otros datos”

Convendría que los funcionarios del gobierno de Morelos se atrevieran a leer bien los datos que arrojan estudios como los del World Justice Project, el Instituto Mexicano de la Competitividad y el colectivo de investigación México cómo vamos, que ubican al estado en condiciones de inseguridad, déficit del estado de derecho, informalidad laboral, falta de empleo de calidad. Si lo hicieran se enterarían de que ninguno de los grupos de análisis se inventa los datos con los que trabajan sus evaluaciones, la mayor parte de los mismos provienen de fuentes como el INEGI, el IMSS, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la Secretaría de Hacienda, y los gobiernos estatales y municipales.

Claro que no puede encerrarse la realidad en un dato, pero una base de cientos de indicadores cotejados que evidencian el fracaso de los gobiernos de Morelos por lo menos en los últimos diez años, resulta una representación mucho más fiel de la realidad que el conjunto de discursos de los políticos que han pasado por las oficinas del Ejecutivo estatal en el mismo período. El problema del discurso estatal es la incongruencia, a la idea producto de la ceguera de gabinete de que las cosas van mejor (retórica autocomplaciente que sólo es útil para lavar las conciencias de la alta burocracia), se opone la realidad que evidencia el deterioro de la calidad de vida, de las instituciones, de la convivencia social, y que queda registrada en datos, pero mucho más en la población que padece esos deterioros.

Cerrar los ojos a los datos evidencia también la erosión enorme de la práctica política. Los datos son parte del diagnóstico necesario para el trazo de las políticas públicas. Mucho más que en otras administraciones, en la actual pareciera tristemente veraz aquella imagen de los políticos cargando un costal de soluciones en paquete para cuya aplicación ellos mismos crean los problemas. La gestión del gobierno estatal, y de los municipales ha sido en términos generales, insuficiente ya no para crecer, sino para siquiera frenar el deterioro de la última década.

Y la colección de pifias del gobierno estatal había sido regularmente paliada en las anteriores administraciones por un regular desempeño de la economía nacional. La política centralista del gobierno federal y una colección de líneas de acción que han frenado el crecimiento económico y permitido el aumento de la violencia y los efectos del crimen sobre la sociedad, hacen que las omisiones y errores de la administración de Cuauhtémoc Blanco sean aún más dañinos para la sociedad morelense.

Vendrán en los días siguientes (porque así están calendarizados) otros estudios independientes que ofrecerán datos duros (algunos repetidos y otros nuevos) e interpretaciones diversas para los problemas de Morelos. Si esos documentos son leídos correctamente (en muchos de los casos contienen recomendaciones muy puntuales sobre cómo mejorar cada aspecto evaluado) por los gobiernos estatal y municipales, habría posibilidad de mejora.

Otros que deberían leer los datos y sus interpretaciones son los políticos de oposición, los empresarios, y cualquiera que tenga alguna influencia en el rediseño de políticas públicas o el interés de proponer nuevas. Si, como dicen los planners gubernamentales, la mitad del éxito de las políticas públicas radica en un buen diagnóstico, la concentración de datos que arrojan los estudios independientes resulta de gran valor para cualquier propuesta. No hay otros datos cuando la realidad es la misma.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Convendría que los funcionarios del gobierno de Morelos se atrevieran a leer bien los datos que arrojan estudios como los del World Justice Project, el Instituto Mexicano de la Competitividad y el colectivo de investigación México cómo vamos, que ubican al estado en condiciones de inseguridad, déficit del estado de derecho, informalidad laboral, falta de empleo de calidad. Si lo hicieran se enterarían de que ninguno de los grupos de análisis se inventa los datos con los que trabajan sus evaluaciones, la mayor parte de los mismos provienen de fuentes como el INEGI, el IMSS, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la Secretaría de Hacienda, y los gobiernos estatales y municipales.

Claro que no puede encerrarse la realidad en un dato, pero una base de cientos de indicadores cotejados que evidencian el fracaso de los gobiernos de Morelos por lo menos en los últimos diez años, resulta una representación mucho más fiel de la realidad que el conjunto de discursos de los políticos que han pasado por las oficinas del Ejecutivo estatal en el mismo período. El problema del discurso estatal es la incongruencia, a la idea producto de la ceguera de gabinete de que las cosas van mejor (retórica autocomplaciente que sólo es útil para lavar las conciencias de la alta burocracia), se opone la realidad que evidencia el deterioro de la calidad de vida, de las instituciones, de la convivencia social, y que queda registrada en datos, pero mucho más en la población que padece esos deterioros.

Cerrar los ojos a los datos evidencia también la erosión enorme de la práctica política. Los datos son parte del diagnóstico necesario para el trazo de las políticas públicas. Mucho más que en otras administraciones, en la actual pareciera tristemente veraz aquella imagen de los políticos cargando un costal de soluciones en paquete para cuya aplicación ellos mismos crean los problemas. La gestión del gobierno estatal, y de los municipales ha sido en términos generales, insuficiente ya no para crecer, sino para siquiera frenar el deterioro de la última década.

Y la colección de pifias del gobierno estatal había sido regularmente paliada en las anteriores administraciones por un regular desempeño de la economía nacional. La política centralista del gobierno federal y una colección de líneas de acción que han frenado el crecimiento económico y permitido el aumento de la violencia y los efectos del crimen sobre la sociedad, hacen que las omisiones y errores de la administración de Cuauhtémoc Blanco sean aún más dañinos para la sociedad morelense.

Vendrán en los días siguientes (porque así están calendarizados) otros estudios independientes que ofrecerán datos duros (algunos repetidos y otros nuevos) e interpretaciones diversas para los problemas de Morelos. Si esos documentos son leídos correctamente (en muchos de los casos contienen recomendaciones muy puntuales sobre cómo mejorar cada aspecto evaluado) por los gobiernos estatal y municipales, habría posibilidad de mejora.

Otros que deberían leer los datos y sus interpretaciones son los políticos de oposición, los empresarios, y cualquiera que tenga alguna influencia en el rediseño de políticas públicas o el interés de proponer nuevas. Si, como dicen los planners gubernamentales, la mitad del éxito de las políticas públicas radica en un buen diagnóstico, la concentración de datos que arrojan los estudios independientes resulta de gran valor para cualquier propuesta. No hay otros datos cuando la realidad es la misma.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx