/ lunes 23 de septiembre de 2019

No puede haber ciencia sin jóvenes

El sector científico mexicano está en crisis. Los orígenes de la crisis son de años: la reducción sistemática del presupuesto del Conacyt, la nula creación de plazas de investigación en el sector público, la tímida participación del sector privado, la falta de estrategia para la formación integral de las nuevas generaciones, las barreras normativas y administrativas para la inversión en mega proyectos científicos, entre otras razones. Sin embargo la crisis se ha profundizado en los últimos meses a niveles inesperados llegando inclusive a poner en duda la viabilidad misma del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación, identificándose dos motivos principales, el presupuesto y la gobernanza.

La crisis afecta fuertemente a los investigadores establecidos quienes han visto reducidas las opciones y montos de financiamiento pero de manera perniciosa a los estudiantes de posgrado y a los jóvenes investigadores. El sistema de formación de jóvenes investigadores está centralizado en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Conacyt, una figura administrativa que certifica a los programas de posgrado en las instituciones de educación superior de todo el país y que, a partir de diferentes niveles de clasificación, otorga el financiamiento para su operación incluyendo las becas de los estudiantes. Desde hace varios años el número de becas ha declinado pero peor aún, la decisión del número de becarios aceptados se entrega meses después que los estudiantes se encuentran ya inscritos y laborando, muchas veces fuera de su lugar de origen generándoles no solo gastos sino inestabilidad. En ocasiones las instituciones han apoyado a los estudiantes sin beca pero no siempre ha sido así, coartando el desarrollo de cientos de jóvenes talentosos.

Si quedarse a la mitad de los estudios sin beca en una ciudad diferente a la propia es grave, que suceda en otro país es catastrófico. Este año se redujeron por primera vez en muchos años las becas al extranjero pero no solo para los de nuevo ingreso sino que cientos de jóvenes quienes llevaban años dedicados a sus estudios se encontraron de repente sin beca y sin pago de colegiatura. Cabe aclarar que los estudiantes mexicanos en el extranjero están imposibilitados para trabajar por lo que muchos de ellos tendrán que abandonar sus estudios y regresar al país.

Igualmente, ha sido prácticamente imposible seguir financiando los programas de formación de talentos en áreas científicas y tecnológicas ante la desaparición de los diferentes fondos entre los que se encuentran los fondos mixtos estatales. Sin este apoyo, miles de niños y jóvenes talentosos dejarán de recibir asesoría y acompañamiento en su formación con lo que se dificultará todavía más que se dediquen a labores académicas en el futuro.

Para los pocos que, a pesar de todo, deciden continuar su formación en ciencias o en desarrollo de tecnología se les avecina un futuro poco prometedor pues en México vamos para 15 años sin creación de nuevas plazas de investigación, ni en el sector público ni en el privado, por lo que muchos, cientos si no es que miles, de nuestras mejores mentes se irán al extranjero privándonos del fruto de su trabajo.

Eso es con respecto al presupuesto porque todos y cada uno de los aspectos mencionados se resuelven con la asignación de recursos sin embargo todavía nos queda el tema de la gobernanza, el otro origen de la crisis. Retomando las palabras de nuestro colega morelense Luis Mochán: “Para evolucionar, los sistemas deben tener cierto grado de complejidad. La concentración absoluta del poder en una persona lleva a un sistema frágil, que se desmorona ante unos cuantos errores”.

El sistema de ciencia, tecnología e innovación en México necesita mayor complejidad para mejora de su autonomía y flexibilidad. Los órganos creados para este fin se han quedado cortos en cuanto a su participación en la toma de decisiones así como por la apatía de las instituciones del gobierno. Además, al conformarse con investigadores consolidados ha quedado en evidencia que ninguno de ellos representa los intereses de los estudiantes ni de los jóvenes investigadores quienes han tenido que desarrollar sus propios mecanismos para hacerse escuchar.

El proceso está todavía en curso pero por lo menos desde aquí quisiera transmitirles que los escuchamos y que estamos atentos, buscando habilitar nuevos y mejores mecanismos para atender sus necesidades y que estamos conscientes que deber ser pronto, bajo riesgo de perderlos para siempre.


Información adicional de éste y otros temas de interés: http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

El sector científico mexicano está en crisis. Los orígenes de la crisis son de años: la reducción sistemática del presupuesto del Conacyt, la nula creación de plazas de investigación en el sector público, la tímida participación del sector privado, la falta de estrategia para la formación integral de las nuevas generaciones, las barreras normativas y administrativas para la inversión en mega proyectos científicos, entre otras razones. Sin embargo la crisis se ha profundizado en los últimos meses a niveles inesperados llegando inclusive a poner en duda la viabilidad misma del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación, identificándose dos motivos principales, el presupuesto y la gobernanza.

La crisis afecta fuertemente a los investigadores establecidos quienes han visto reducidas las opciones y montos de financiamiento pero de manera perniciosa a los estudiantes de posgrado y a los jóvenes investigadores. El sistema de formación de jóvenes investigadores está centralizado en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Conacyt, una figura administrativa que certifica a los programas de posgrado en las instituciones de educación superior de todo el país y que, a partir de diferentes niveles de clasificación, otorga el financiamiento para su operación incluyendo las becas de los estudiantes. Desde hace varios años el número de becas ha declinado pero peor aún, la decisión del número de becarios aceptados se entrega meses después que los estudiantes se encuentran ya inscritos y laborando, muchas veces fuera de su lugar de origen generándoles no solo gastos sino inestabilidad. En ocasiones las instituciones han apoyado a los estudiantes sin beca pero no siempre ha sido así, coartando el desarrollo de cientos de jóvenes talentosos.

Si quedarse a la mitad de los estudios sin beca en una ciudad diferente a la propia es grave, que suceda en otro país es catastrófico. Este año se redujeron por primera vez en muchos años las becas al extranjero pero no solo para los de nuevo ingreso sino que cientos de jóvenes quienes llevaban años dedicados a sus estudios se encontraron de repente sin beca y sin pago de colegiatura. Cabe aclarar que los estudiantes mexicanos en el extranjero están imposibilitados para trabajar por lo que muchos de ellos tendrán que abandonar sus estudios y regresar al país.

Igualmente, ha sido prácticamente imposible seguir financiando los programas de formación de talentos en áreas científicas y tecnológicas ante la desaparición de los diferentes fondos entre los que se encuentran los fondos mixtos estatales. Sin este apoyo, miles de niños y jóvenes talentosos dejarán de recibir asesoría y acompañamiento en su formación con lo que se dificultará todavía más que se dediquen a labores académicas en el futuro.

Para los pocos que, a pesar de todo, deciden continuar su formación en ciencias o en desarrollo de tecnología se les avecina un futuro poco prometedor pues en México vamos para 15 años sin creación de nuevas plazas de investigación, ni en el sector público ni en el privado, por lo que muchos, cientos si no es que miles, de nuestras mejores mentes se irán al extranjero privándonos del fruto de su trabajo.

Eso es con respecto al presupuesto porque todos y cada uno de los aspectos mencionados se resuelven con la asignación de recursos sin embargo todavía nos queda el tema de la gobernanza, el otro origen de la crisis. Retomando las palabras de nuestro colega morelense Luis Mochán: “Para evolucionar, los sistemas deben tener cierto grado de complejidad. La concentración absoluta del poder en una persona lleva a un sistema frágil, que se desmorona ante unos cuantos errores”.

El sistema de ciencia, tecnología e innovación en México necesita mayor complejidad para mejora de su autonomía y flexibilidad. Los órganos creados para este fin se han quedado cortos en cuanto a su participación en la toma de decisiones así como por la apatía de las instituciones del gobierno. Además, al conformarse con investigadores consolidados ha quedado en evidencia que ninguno de ellos representa los intereses de los estudiantes ni de los jóvenes investigadores quienes han tenido que desarrollar sus propios mecanismos para hacerse escuchar.

El proceso está todavía en curso pero por lo menos desde aquí quisiera transmitirles que los escuchamos y que estamos atentos, buscando habilitar nuevos y mejores mecanismos para atender sus necesidades y que estamos conscientes que deber ser pronto, bajo riesgo de perderlos para siempre.


Información adicional de éste y otros temas de interés: http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

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