/ jueves 28 de julio de 2022

Morena frente a las cosas importantes…

La renovación de la dirigencia de Morena en Morelos, pese a reproducir los paradigmas de lo más tradicional de la política en el país (“movilización”, compra de voluntades, coacción del voto, campañas negras), no es lo único que ocurre en uno de los más atribulados estados del país. Los problemas de inseguridad, economía, acceso a servicios de calidad, salud, educación, en el estado siguen y continuarán aún después de que el partido que en las dos últimas elecciones ha obtenido la mayoría de los votos en el estado haya estrenado a su nuevo dirigente que podría ser hombre o mujer.

El asunto es que con un gobierno que hace rato parece haber claudicado en su misión de trazar políticas para atender y revertir las muchas crisis que atraviesa Morelos, el proceso de renovación en la dirigencia estatal de Morena puede ser definitivo en el ánimo sucesorio y ofrecer alguna definición que puede ser la esperanza de castigo a quienes han sido por lo menos omisos en su función de procurar el bien común, o la caída en los ánimos de los electores sobre un futuro igual de descuidado que el doloroso presente actual.

Porque la renovación en la dirigencia local de Morena podría apuntar hacia cuál de los grupos políticos de Morelos podría tener la mayor influencia en la asignación de candidaturas, pero también en definir las oportunidades y estrategias de la oposición para postular a personajes que puedan lograr el respaldo ciudadano para ganar en las urnas en el 2024. Sobra decir que los políticos que buscan hacerse del poder otros partidos también observan con atención lo que ocurre en la elección de Morena igual que antes lo hicieron con el PRD, el PAN y el PRI. Conocer la alineación del rival tendría determinar, por lo menos en parte, la propia.

Convendría sin embargo pensar más allá de la fuerza relativa que pueden tener los grupos que disputan la dirigencia de Morena (y esto aplica para cualquier partido), tienen la inteligencia y capacidad para enfrentar los problemas del estado. Si nos fijamos en resultados, a Juan Ángel Flores y Rafael Reyes no les ha ido mal en sus municipios, si esto significará algo en el ánimo de los electores de Morena ya se verá el domingo. La oposición parece tener su única carta de alto nivel en José Luis Urióstegui, aunque en un segundo plano, al alcalde de Xochitepec, Gonzalo Flores, no parece irle tan mal.

Más allá de ellos, pocos de la clase política actual podrían convencer a alguien de poder enfrentar realmente los problemas que, teniendo enfrente han visto, en el mejor de los casos pasar, pero más frecuentemente crecer frente a su extraordinaria inoperancia. La polìtica es cuestión de simpatías y de juegos de poder, pero también y mucho más, de resultados, esos que en Morelos se extrañan al grado de permitir a los funcionarios ya casi cualquier cosa.

Mientras los políticos pelean, los homicidios continúan en el estado, la violencia crece en número de casos pero también en grado de crueldad, la informalidad laboral alcanza casi el 70%, más de la mitad de los morelenses no pueden adquirir la canasta básica con su ingreso laboral, el acceso a la salud está prácticamente negado, el servicio educativo carece de calidad en casi todos los sentidos, la corrupción y malas prácticas de los gobiernos continúan y los morelenses ven el deterioro prácticamente diario en su calidad de vida.

Pero la grilla está buena y suele distraer a la gente de las preocupaciones reales.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La renovación de la dirigencia de Morena en Morelos, pese a reproducir los paradigmas de lo más tradicional de la política en el país (“movilización”, compra de voluntades, coacción del voto, campañas negras), no es lo único que ocurre en uno de los más atribulados estados del país. Los problemas de inseguridad, economía, acceso a servicios de calidad, salud, educación, en el estado siguen y continuarán aún después de que el partido que en las dos últimas elecciones ha obtenido la mayoría de los votos en el estado haya estrenado a su nuevo dirigente que podría ser hombre o mujer.

El asunto es que con un gobierno que hace rato parece haber claudicado en su misión de trazar políticas para atender y revertir las muchas crisis que atraviesa Morelos, el proceso de renovación en la dirigencia estatal de Morena puede ser definitivo en el ánimo sucesorio y ofrecer alguna definición que puede ser la esperanza de castigo a quienes han sido por lo menos omisos en su función de procurar el bien común, o la caída en los ánimos de los electores sobre un futuro igual de descuidado que el doloroso presente actual.

Porque la renovación en la dirigencia local de Morena podría apuntar hacia cuál de los grupos políticos de Morelos podría tener la mayor influencia en la asignación de candidaturas, pero también en definir las oportunidades y estrategias de la oposición para postular a personajes que puedan lograr el respaldo ciudadano para ganar en las urnas en el 2024. Sobra decir que los políticos que buscan hacerse del poder otros partidos también observan con atención lo que ocurre en la elección de Morena igual que antes lo hicieron con el PRD, el PAN y el PRI. Conocer la alineación del rival tendría determinar, por lo menos en parte, la propia.

Convendría sin embargo pensar más allá de la fuerza relativa que pueden tener los grupos que disputan la dirigencia de Morena (y esto aplica para cualquier partido), tienen la inteligencia y capacidad para enfrentar los problemas del estado. Si nos fijamos en resultados, a Juan Ángel Flores y Rafael Reyes no les ha ido mal en sus municipios, si esto significará algo en el ánimo de los electores de Morena ya se verá el domingo. La oposición parece tener su única carta de alto nivel en José Luis Urióstegui, aunque en un segundo plano, al alcalde de Xochitepec, Gonzalo Flores, no parece irle tan mal.

Más allá de ellos, pocos de la clase política actual podrían convencer a alguien de poder enfrentar realmente los problemas que, teniendo enfrente han visto, en el mejor de los casos pasar, pero más frecuentemente crecer frente a su extraordinaria inoperancia. La polìtica es cuestión de simpatías y de juegos de poder, pero también y mucho más, de resultados, esos que en Morelos se extrañan al grado de permitir a los funcionarios ya casi cualquier cosa.

Mientras los políticos pelean, los homicidios continúan en el estado, la violencia crece en número de casos pero también en grado de crueldad, la informalidad laboral alcanza casi el 70%, más de la mitad de los morelenses no pueden adquirir la canasta básica con su ingreso laboral, el acceso a la salud está prácticamente negado, el servicio educativo carece de calidad en casi todos los sentidos, la corrupción y malas prácticas de los gobiernos continúan y los morelenses ven el deterioro prácticamente diario en su calidad de vida.

Pero la grilla está buena y suele distraer a la gente de las preocupaciones reales.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx