/ jueves 14 de marzo de 2019

Objetivos, carisma y resultados

Aún recuerdo parte del discurso de AMLO en el zócalo de la Ciudad de México de aquél 20 de noviembre de 2012. Entre muchas referencias al fraude electoral, la mafia en el poder, la corrupción y las campañas de concientización que se realizarían en todo el país, hubo una que viene a la ocasión: “con Morena seremos el partido de izquierda más importante”, dijo.

Hace unos días, una encuesta de opinión pública nacional reflejaba que AMLO había alcanzado el nivel más alto de aprobación como Presidente; incluso mayor que el registrado durante los primeros meses de euforia postelectoral. No queda duda entonces que nos encontramos ante un líder carismático que continúa desarrollando su potencial. De ahí que por el momento, la centralización de la comunicación está redundando en el fortaleciendo de la imagen y poder presidencial.

Ni siquiera los errores, desatinos o correcciones que se han presentado son suficientes como para mermar la confianza ciudadana en el gobierno de AMLO; a 100 días de gobierno, más del 60 por ciento de las personas creen que sí cumplirá sus promesas de campaña. Sin embargo, no debe perderse de vista que también existe un “resto”, los outsiders del actual sistema, es decir, un 40 por ciento (no menor) de personas que no están de acuerdo con las decisiones tomadas hasta el momento.

La decisión de vender el avión presidencia, eliminar la pensión presidencial, cerrar Los Pinos, extinguir el Cisen y el Estado Mayor Presidencial son vistosas, pero marginales con relación al reto superior de generar empleos, ingresos y reducir la desigualdad. Me parece que los grandes proyectos que marcarán a este gobierno ya han sido presentados; no obstante, ahí es donde más problemas se tienen, no sólo por las repercusiones sociales y económicas, sino por la falta de cabildeo y oficio político para ponerlos en marcha.

Los resultados que se necesitan son urgentes. Por lo pronto, al gobierno no parece afectarle en su entusiasmo las últimas noticias económicas sobre la caída del empleo en el mes de febrero y la reducción de las expectativas de crecimiento económico del país. La nueva arquitectura del sistema está en proceso de construcción, pero México es un país fragmentado que requiere dar un tratamiento diferenciado, toda vez que no existen modelos ni recetas generales que puedan aplicar por igual a todos.

Para quien así lo vea, existe una oportunidad en la diferencia. Quienes decidan aprovecharla la clave no es aislarse del sistema sino por el contrario: promover la participación e inclusión en los distintos niveles de discusión. En México no existen controles ni contrapesos reales, por lo que también se abre otra oportunidad.

Aún el partido de izquierda más importante del país requiere de la fuerza, experiencia y la participación de todos.

Lo que debería importar en este momento son los resultados que nos interesan como país, a partir de los retos futuros y los impactos que tendría una sociedad si se niega a permanecer inmóvil, ausente e indiferente.

Twitter / Facebook: @CzarArenas

Aún recuerdo parte del discurso de AMLO en el zócalo de la Ciudad de México de aquél 20 de noviembre de 2012. Entre muchas referencias al fraude electoral, la mafia en el poder, la corrupción y las campañas de concientización que se realizarían en todo el país, hubo una que viene a la ocasión: “con Morena seremos el partido de izquierda más importante”, dijo.

Hace unos días, una encuesta de opinión pública nacional reflejaba que AMLO había alcanzado el nivel más alto de aprobación como Presidente; incluso mayor que el registrado durante los primeros meses de euforia postelectoral. No queda duda entonces que nos encontramos ante un líder carismático que continúa desarrollando su potencial. De ahí que por el momento, la centralización de la comunicación está redundando en el fortaleciendo de la imagen y poder presidencial.

Ni siquiera los errores, desatinos o correcciones que se han presentado son suficientes como para mermar la confianza ciudadana en el gobierno de AMLO; a 100 días de gobierno, más del 60 por ciento de las personas creen que sí cumplirá sus promesas de campaña. Sin embargo, no debe perderse de vista que también existe un “resto”, los outsiders del actual sistema, es decir, un 40 por ciento (no menor) de personas que no están de acuerdo con las decisiones tomadas hasta el momento.

La decisión de vender el avión presidencia, eliminar la pensión presidencial, cerrar Los Pinos, extinguir el Cisen y el Estado Mayor Presidencial son vistosas, pero marginales con relación al reto superior de generar empleos, ingresos y reducir la desigualdad. Me parece que los grandes proyectos que marcarán a este gobierno ya han sido presentados; no obstante, ahí es donde más problemas se tienen, no sólo por las repercusiones sociales y económicas, sino por la falta de cabildeo y oficio político para ponerlos en marcha.

Los resultados que se necesitan son urgentes. Por lo pronto, al gobierno no parece afectarle en su entusiasmo las últimas noticias económicas sobre la caída del empleo en el mes de febrero y la reducción de las expectativas de crecimiento económico del país. La nueva arquitectura del sistema está en proceso de construcción, pero México es un país fragmentado que requiere dar un tratamiento diferenciado, toda vez que no existen modelos ni recetas generales que puedan aplicar por igual a todos.

Para quien así lo vea, existe una oportunidad en la diferencia. Quienes decidan aprovecharla la clave no es aislarse del sistema sino por el contrario: promover la participación e inclusión en los distintos niveles de discusión. En México no existen controles ni contrapesos reales, por lo que también se abre otra oportunidad.

Aún el partido de izquierda más importante del país requiere de la fuerza, experiencia y la participación de todos.

Lo que debería importar en este momento son los resultados que nos interesan como país, a partir de los retos futuros y los impactos que tendría una sociedad si se niega a permanecer inmóvil, ausente e indiferente.

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