/ martes 24 de abril de 2018

Partidos, ideologías, grupos y asuntos…

Cuando Jacqueline Peschard refiere al riesgo de que las grandes fuerzas políticas del país se diluyan ante la pérdida de referentes político-partidarios, tiene razón aunque sólo se explicaría una preocupación a partir de una nostalgia por las brújulas políticas. Cierto que los políticos, en su búsqueda por el poder, parecen dispuestos a traicionar hasta a sus madres ideologías para lograr algunos votos más; pero también es innegable que los electores cada vez parecen menos definidos por una ideología, por proyectos de largo plazo, y en cambio se orienta a la búsqueda y exigencia de soluciones inmediatas.


El extravío de las ideologías partidistas opera aprovechando esta nueva condición del electorado para favorecer el mantenimiento de grupos evidentes de poder, formados más allá de la ideología partidista, por el cuidado de intereses o negocios de camarillas. En los hechos, los electores estarían favoreciendo el fortalecimiento de estos grupos a cambio de la promesa de soluciones inmediatas a una realidad evidentemente insatisfactoria, condición relacionada igual con la percepción que con la forma o características generales de esa realidad.


Así, las coaliciones que conglomeran izquierdas y derechas se fundan un poco en cálculos electorales, pero también, en las relaciones que el poder parece haber favorecido o desgastado a través de tiempo, lo que explicaría que en Morelos las alianzas locales sean diferentes a las formadas para el proceso electoral federal. Los aparentes opuestos no lo son en tanto el interés fundamental es compartido: hacerse del poder. Y esta meta parece allanar la construcción de acuerdos de beneficio para los grupos involucrados en esta búsqueda.


En efecto, en esta serie de operaciones está ausente la voluntad ciudadana y esas cosas que tanto trabajo parecen costarle a los políticos, estando o no en el gobierno. Pero parece que es irrelevante porque a final de cuentas, en la elección parecen juntarse el hambre de unos (los electores), con las ganas de seguir comiendo de otros (los políticos), y crearse una colección de errores en tanto los primeros buscan soluciones inmediatas y los segundos son capaces de prometer cualquier unicornio a cambio de unos votos más.


Bajo esta lógica la desaparición de los partidos políticos en su forma tradicional es obvia, en tanto todas las formas tradicionales de organización parecen estarse diluyendo para dar paso a nuevos modos de relacionarse entre las personas, las comunidades, y de éstas con las instituciones. El partidismo como visión parcial de la realidad, está siendo superado por una serie de posiciones mucho más fragmentarias, pequeñas agendas de asuntos de obvio interés público, como el precio de la gasolina; o impuestos artificialmente en la agenda de interés público, como un aeropuerto.


En esta lógica, pareciera que el debate sobre los grandes temas de Estado, que las ideologías trataban con cierta destreza, ha sido renunciado por la política. Uno pensaría que la renuncia al diálogo en torno a esas grandes líneas, que para muchos son la guía para solucionar los pequeños temas que hoy están de moda entre la población, se debe a que ya hubo un acuerdo en torno a ellos y por fin se entendió que, en materia de economía, democracia, derechos humanos, los cimientos están ya definidos. Lamentablemente no es así, el revisionismo sigue, aunque a muchos les da una enorme flojera o un terrible miedo, reabrir ese capítulo de la ideología que siempre cuesta votos.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Cuando Jacqueline Peschard refiere al riesgo de que las grandes fuerzas políticas del país se diluyan ante la pérdida de referentes político-partidarios, tiene razón aunque sólo se explicaría una preocupación a partir de una nostalgia por las brújulas políticas. Cierto que los políticos, en su búsqueda por el poder, parecen dispuestos a traicionar hasta a sus madres ideologías para lograr algunos votos más; pero también es innegable que los electores cada vez parecen menos definidos por una ideología, por proyectos de largo plazo, y en cambio se orienta a la búsqueda y exigencia de soluciones inmediatas.


El extravío de las ideologías partidistas opera aprovechando esta nueva condición del electorado para favorecer el mantenimiento de grupos evidentes de poder, formados más allá de la ideología partidista, por el cuidado de intereses o negocios de camarillas. En los hechos, los electores estarían favoreciendo el fortalecimiento de estos grupos a cambio de la promesa de soluciones inmediatas a una realidad evidentemente insatisfactoria, condición relacionada igual con la percepción que con la forma o características generales de esa realidad.


Así, las coaliciones que conglomeran izquierdas y derechas se fundan un poco en cálculos electorales, pero también, en las relaciones que el poder parece haber favorecido o desgastado a través de tiempo, lo que explicaría que en Morelos las alianzas locales sean diferentes a las formadas para el proceso electoral federal. Los aparentes opuestos no lo son en tanto el interés fundamental es compartido: hacerse del poder. Y esta meta parece allanar la construcción de acuerdos de beneficio para los grupos involucrados en esta búsqueda.


En efecto, en esta serie de operaciones está ausente la voluntad ciudadana y esas cosas que tanto trabajo parecen costarle a los políticos, estando o no en el gobierno. Pero parece que es irrelevante porque a final de cuentas, en la elección parecen juntarse el hambre de unos (los electores), con las ganas de seguir comiendo de otros (los políticos), y crearse una colección de errores en tanto los primeros buscan soluciones inmediatas y los segundos son capaces de prometer cualquier unicornio a cambio de unos votos más.


Bajo esta lógica la desaparición de los partidos políticos en su forma tradicional es obvia, en tanto todas las formas tradicionales de organización parecen estarse diluyendo para dar paso a nuevos modos de relacionarse entre las personas, las comunidades, y de éstas con las instituciones. El partidismo como visión parcial de la realidad, está siendo superado por una serie de posiciones mucho más fragmentarias, pequeñas agendas de asuntos de obvio interés público, como el precio de la gasolina; o impuestos artificialmente en la agenda de interés público, como un aeropuerto.


En esta lógica, pareciera que el debate sobre los grandes temas de Estado, que las ideologías trataban con cierta destreza, ha sido renunciado por la política. Uno pensaría que la renuncia al diálogo en torno a esas grandes líneas, que para muchos son la guía para solucionar los pequeños temas que hoy están de moda entre la población, se debe a que ya hubo un acuerdo en torno a ellos y por fin se entendió que, en materia de economía, democracia, derechos humanos, los cimientos están ya definidos. Lamentablemente no es así, el revisionismo sigue, aunque a muchos les da una enorme flojera o un terrible miedo, reabrir ese capítulo de la ideología que siempre cuesta votos.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

ÚLTIMASCOLUMNAS
lunes 23 de diciembre de 2019

La crisis que se asoma

Daniel Martínez

viernes 20 de diciembre de 2019

Otro round: ayuntamientos y ambulantes

Daniel Martínez

jueves 19 de diciembre de 2019

Libertad religiosa o imposición de cultos

Daniel Martínez

miércoles 18 de diciembre de 2019

Impacto de los minisalarios

Daniel Martínez

martes 17 de diciembre de 2019

Cuernavaca y los ausentes del diálogo

Nuevas Reglas

Daniel Martínez

lunes 16 de diciembre de 2019

Alcaldes: la crisis que viene

Daniel Martínez

viernes 13 de diciembre de 2019

SNTE y aguinaldos

Nuevas Reglas

Daniel Martínez

jueves 12 de diciembre de 2019

Cuauh y Lobito, el diálogo…

El homicidio del responsable de seguridad pública en Cuernavaca, David Juárez, fue el punto público de culminación del pleito

Daniel Martínez

miércoles 11 de diciembre de 2019

Violencia contra arte y cultura

Daniel Martínez

martes 10 de diciembre de 2019

La oposición también ausente

Nuevas Reglas

Daniel Martínez

Cargar Más