/ viernes 30 de noviembre de 2018

Pecados legislativos

¿Cómo se sentirían de impolutos los diputados de Morena por las acciones de sus camaradas a los que treparon en la coalición Juntos Haremos Historia que hasta tuvieron que ir con el Obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, para buscar indulgencias? Esta es la especie medio chusca que andaba ayer en los corrillos políticos de Morelos luego de conocerse el acuerdo por el que se pactó la gobernanza del Congreso morelense a cambio de nombramientos para la parentela de algunos diputados que, sin importar mucho proporcionalmente, son aritméticamente vitales para mantener una correlación de fuerzas que mantiene castigado a Morena, el partido que más votos obtuvo en la elección de julio pasado, y que ha sido marginado de plano de la toma de decisiones relevantes en la actual legislatura.

Porque el PT y el PES, sus aliados en la presunta transformación de México, se adueñaron del legislativo a través de alianzas que satisfacen sólo ambiciones personales y de grupo que primero fueron buscadas en el Ejecutivo y luego, al cerrarse éste en una medida de autoprotección, acabaron en la repartición de puestos en el Legislativo, como para que el Poder de la “representación popular”, no fuera a sentirse marginado de la cínica barbarie con la que se han conducido en su primer trimestre apenas los que se supone representan la soberanía popular.

A sólo un día de que asuma el poder presidencial, que se supone la más importante institución del país, en Morelos el experimento coalicionista parece muy poco funcional, en dos sentidos: primero, no se ha terminado la corrupción, (la disputa por cargos específicos entre grupos de interés político-económico, y la asignación de los mismos a través de convenios poco claros y nada meritorios, es una evidencia de ello); y segundo, los resultados en la primera etapa del ejercicio de poder de quienes prometieron una transformación profunda, no son visibles por ninguna parte, por el contrario, lo que el Congreso local ha evidenciado es la radicalización de problemas antiguos entre estructuras de poder, la profundización de vicios que anulan al parlamentarismo a cambio del trueque, del moche en especie por cargos públicos. No hay diálogo, no hay razón, lo único es el intercambio de favores, ¿el tráfico de influencias?

Y Morelos seguirá siendo una de las piedras en el zapato del gobierno federal, según todo apunta. Porque pese a la gente de buena voluntad que ha llegado a espacios del Ejecutivo y el Legislativo (Cuauhtémoc Blanco es uno de ellos, pero no es suficiente aún), lo cierto es que la corrupta estructura de la política estatal, sumada a los graves problemas que aún hay en materia de inseguridad, de violencia, de parálisis en el desarrollo económico, de deficiencias en infraestructura, de educación, de salud, estorban profundamente a quienes quieran presumir una transformación (no importa el ordinal) pronta. De hecho, todo apunta a que, de no trazarse un acuerdo político de largo plazo, que pueda superar los muy mezquinos intereses que han quedado evidenciados en el ejercicio del Congreso del Estado, el gobierno de Cuauhtémoc Blanco, y la LIV Legislatura, quedarán en las buenas intenciones.

Seguramente Andrés Manuel tendrá mucho de qué ocuparse en Morelos, con eso de que le sobran los informantes, y le faltan los ejecutivos... Claro que el estado no será el primero del que se ocupe un presidente que hereda muchos pendientes, pero uno consideraría que lo tendría que hacer pronto pues fue uno de los estados donde ganó por mayor margen, es decir, de los suyos. Claro, esto va predicado en que los políticos morelenses se dejen ayudar.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

¿Cómo se sentirían de impolutos los diputados de Morena por las acciones de sus camaradas a los que treparon en la coalición Juntos Haremos Historia que hasta tuvieron que ir con el Obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, para buscar indulgencias? Esta es la especie medio chusca que andaba ayer en los corrillos políticos de Morelos luego de conocerse el acuerdo por el que se pactó la gobernanza del Congreso morelense a cambio de nombramientos para la parentela de algunos diputados que, sin importar mucho proporcionalmente, son aritméticamente vitales para mantener una correlación de fuerzas que mantiene castigado a Morena, el partido que más votos obtuvo en la elección de julio pasado, y que ha sido marginado de plano de la toma de decisiones relevantes en la actual legislatura.

Porque el PT y el PES, sus aliados en la presunta transformación de México, se adueñaron del legislativo a través de alianzas que satisfacen sólo ambiciones personales y de grupo que primero fueron buscadas en el Ejecutivo y luego, al cerrarse éste en una medida de autoprotección, acabaron en la repartición de puestos en el Legislativo, como para que el Poder de la “representación popular”, no fuera a sentirse marginado de la cínica barbarie con la que se han conducido en su primer trimestre apenas los que se supone representan la soberanía popular.

A sólo un día de que asuma el poder presidencial, que se supone la más importante institución del país, en Morelos el experimento coalicionista parece muy poco funcional, en dos sentidos: primero, no se ha terminado la corrupción, (la disputa por cargos específicos entre grupos de interés político-económico, y la asignación de los mismos a través de convenios poco claros y nada meritorios, es una evidencia de ello); y segundo, los resultados en la primera etapa del ejercicio de poder de quienes prometieron una transformación profunda, no son visibles por ninguna parte, por el contrario, lo que el Congreso local ha evidenciado es la radicalización de problemas antiguos entre estructuras de poder, la profundización de vicios que anulan al parlamentarismo a cambio del trueque, del moche en especie por cargos públicos. No hay diálogo, no hay razón, lo único es el intercambio de favores, ¿el tráfico de influencias?

Y Morelos seguirá siendo una de las piedras en el zapato del gobierno federal, según todo apunta. Porque pese a la gente de buena voluntad que ha llegado a espacios del Ejecutivo y el Legislativo (Cuauhtémoc Blanco es uno de ellos, pero no es suficiente aún), lo cierto es que la corrupta estructura de la política estatal, sumada a los graves problemas que aún hay en materia de inseguridad, de violencia, de parálisis en el desarrollo económico, de deficiencias en infraestructura, de educación, de salud, estorban profundamente a quienes quieran presumir una transformación (no importa el ordinal) pronta. De hecho, todo apunta a que, de no trazarse un acuerdo político de largo plazo, que pueda superar los muy mezquinos intereses que han quedado evidenciados en el ejercicio del Congreso del Estado, el gobierno de Cuauhtémoc Blanco, y la LIV Legislatura, quedarán en las buenas intenciones.

Seguramente Andrés Manuel tendrá mucho de qué ocuparse en Morelos, con eso de que le sobran los informantes, y le faltan los ejecutivos... Claro que el estado no será el primero del que se ocupe un presidente que hereda muchos pendientes, pero uno consideraría que lo tendría que hacer pronto pues fue uno de los estados donde ganó por mayor margen, es decir, de los suyos. Claro, esto va predicado en que los políticos morelenses se dejen ayudar.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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