Ni el Derecho Penal Familiar ni el Derecho Familiar con sus normas actuales han podido paliar, atenuar o en su caso resolver esta grave problemática.
La pandemia, el poco espacio físico -uno o dos cuartos para cuatro o seis personas- estar más tiempo en el hogar; no tener medios para más espacios materiales en la convivencia, han agravado las diferentes formas y maneras de la violencia familiar a través de conductas equivocadas, que desgraciadamente han sido tradicionales, no sólo en México sino también a nivel internacional, y que desgraciadamente este coronavirus ha venido a hacerlo más grave.
Desgraciadamente en la violencia familiar las personas que más la sufren son las mujeres, no importa que sean cónyuges, concubinas, parejas del mismo sexo, niñas o niños; los adolescentes y en su caso si viven en la misma casa de los abuelos o abuelas contra ellos también se ceba la violencia, que desgraciadamente como dije al principio las leyes resultan obsoletas sobre todo porque hay una corrupción impresionante en la materia; no se aplican los principios y desafortunadamente mantener, verbigracia, que para que proceda la violencia familiar se requiera una denuncia personal o una querella, en sí es la manera de burlar y caer en la impunidad de los sujetos que cometen esta clase de delitos; las leyes no se adaptan a esa realidad y en el caso concreto deberían existir persecución de esos delitos de oficio, es decir sin que haya una denuncia específica sino que cualquier persona e incluso de oficio, el ministerio público si sabe de la violencia que se está perpetrando en alguna parte, hacer acto de presencia y aplicar la ley, y en su caso ante la flagrancia detener en ese momento a quienes estén cometiendo esos delitos que desgraciadamente en la situación jurídica actual la querella se desvanece, surgen las amenazas nuevamente y ante la inminencia de castigar a los hombres responsables, éstos amenazan y obligan prácticamente a que quien inició una querella o una denuncia se retracte, y entonces la ley quede burlada, y esos sujetos que pudieron haber sido castigados salen fortalecidos porque lo que no mata fortalece como metáfora, y si ellos en su momento agreden, delinquen, aprovechan de su fuerza física, económica, sexual, social, cultural, e impiden por la violencia de alguna manera incluida la moral que se continúe con la averiguación, ésta se detiene y se vuelve a lo mismo; por eso pensamos que, verbigracia, la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México que parece que duerme frente a esos graves problemas y empieza con situaciones tan ridículas como la iniciativa recientemente presentada por dos diputadas de MORENA, que pretenden modificar cuatro o cinco artículos del contrato de arrendamiento para que como efecto de la pandemia, frente a los contratos de arrendamiento si las personas no pueden pagar la renta soporten esto los arrendadores, y se fundan en la Constitución para decir que todos tienen derecho a una vivienda digna; nada más que esto tiene que hacerlo el Gobierno sea local o federal y no un particular; pero volviendo al tema de la violencia familiar se requieren políticas públicas adecuadas, es decir que las denuncias se hagan efectivas en el momento que las personas sean agredidas y de inmediato de las delegaciones se traslade la fuerza pública, para poner el remedio, y en su caso llevar detenidas a las personas que lo están cometiendo, y beneficiar a las familias; los refugios no serán suficientes, y claro, aquí se enfrenta uno a un problema que tendrá que resolverse por el daño menor; meter a la cárcel al agresor que en un momento dado es que soporta a esa familia es preferible dejar que siga cometiendo sus conductas tan graves, agrediendo y a veces causando daños de por vida a los miembros de su familia; seguramente que estas son tareas pendientes, tanto para las legislaciones locales como para la Ciudad de México, en la que se habla y no hay por qué ponerlo en duda, que se presentan 66 denuncias al día por violencia familiar, y este es un número que se ubica en un lapso muy elemental del mes de enero a la fecha, y sobre todo en las delegaciones Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Álvaro Obregón, Cuauhtémoc y Coyoacán; frente a esto las autoridades tienen la palabra; hay que desquitar el sueldo en las Asambleas Legislativas, plantear esta problemática, convocar a foros abiertos y encontrar las soluciones que demanda y que merecen las mujeres, los niños, las niñas, los adolescentes y quienes son los más débiles en la familia; pedimos una disculpa a nuestros distinguidos lectores porque hemos reiterado la temática de la violencia familiar, pero frente a esto no podemos quedarnos callados, y mucho menos con este gran medio de difusión que es “El Sol de Cuernavaca y El Sol de Cuatla” para que quien me haga el honor de leer esto haga conciencia y contribuya de alguna manera a atenuar y resolver esta grave problemática.
Profesor de Carrera, con 53 años de Cátedra ininterrumpida en Derecho Civil y Derecho Familiar, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.