/ lunes 18 de julio de 2022

Poliescenarios ǀ Pakistán y su eterno historial crediticio

Bertha Banuet

El actual primer ministro, Shehbaz Sharif, asumió el cargo en abril del presente año al derrocar, mediante una moción de censura en el Parlamento, al anterior mandatario, Imran Khan, quien intentó por todos los medios quedarse en el poder para, por fin, cumplir lo que ninguna persona ha logrado en toda la historia de Pakistán, terminar un mandato completo de cinco años en el cargo.

Aunque en cada cambio de mandatario existe una esperanza de que las cosas puedan ser diferentes, esta nación ubicada al sur de Asia y siendo la quinta más poblada del mundo, se enfrenta a una gran crisis económica que ni su préstamo número 22 del Fondo Monetario Internacional (FMI) puede salvar.

Este último paquete de rescate por parte del FMI fue otorgado en 2019 para un período de 36 meses, pero tuvo que ser frenado a los dos años por temores en su aplicación de las reformas y al mal manejo de fondos dentro de un ambiente político inestable. En abril de este año, al tener a Sharif al cargo se extendió el préstamo estancado, aumentando el tamaño a dos mil millones de dólares estadounidenses, ante la creciente presión de un incremento a una inflación de dos dígitos y con la depreciación de su moneda, la rupia pakistaní, frente al dólar.

Al irse agravando la situación, el gobierno pakistaní ha tenido que acatarse sí o sí a las regulaciones dictadas del FMI para que se reinicie el fondo de rescate, que consta en frenar los subsidios al combustible y la energía, así como abandonar la amnistía fiscal empresarial, lo que ha traído un gran descontento del pueblo quien es el más afectado ante el alza de precios en los alimentos, el petróleo y el gas que, además, se han visto agravados por el conflicto ruso y el desabasto de gas.

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Las medidas cada vez son más extremas y han llegado al punto que el Ministro Federal de Planificación y Desarrollo, Ahsan Iqbal, ha pedido a los ciudadanos reducir su consumo de té por la gran presión financiera que implica ser el mayor importador de té en el mundo, así como a los establecimientos que venden este insumo que cierren más temprano para un ahorro de electricidad. Asimismo, se ha prohibido la importación de artículos de lujo y no esenciales, orillando a la nación a vivir en modo de austeridad.

Podría pensarse que el seguimiento feroz de estos lineamientos es para un beneficio social interno, pero se debe principalmente a que, en primera, se busca el desbloqueo del FMI y en segunda, como si no fuera poco, lo volvería acreedor de 2,500 millones de dólares por parte del Banco Asiático de Desarrollo (ADB, por sus siglas en inglés), mismo monto fue solicitado en mayo del presente año y le será otorgado siempre y cuando presente un certificado de buena salud económica por parte del FMI.

Pakistán también cuenta con una historia de préstamos con el Banco Mundial. Solo por mencionar algunos, en el 2014 solicitó ayuda por 12 mil millones de dólares con distribución a cinco años. Seis años después, en el 2020, solicitó otro crédito por 500 millones con tasa de interés anual del 2% y reembolsable hasta dentro de 30 años. Oportunamente, los índices de pobreza mejoraron representativamente y se espera siga en esa racha por el periodo restante, lo cual, probablemente, conducirá a una nueva solicitud de créditos.

Si una nación presenta problemas económicos también presentará amenazas en su seguridad por una menor asignación de presupuesto en cuanto a gastos de defensa. Este año solo se logró aumentar su asignación económica en un 12% en comparación al año anterior, cifra que queda muy detrás en la historia del país con el sexto ejército más grande del mundo, ya que el gobierno ha tenido que priorizar la estabilidad de divisas por encima de otra cuestión porque se han disminuido apresuradamente al punto de ser tan pocas que cubrirían lo equivalente a dos meses de sus importaciones.

En medio de varias deudas con múltiples instituciones, se vuelve cada vez más difícil sostener una administración política sana porque cada prestador dicta sus lineamientos y en muchas ocasiones se vuelven incompatibles unas con otras. Ergo, esta vez en el mes de junio solicitó un préstamo proveniente de una empresa china por 2,300 millones de dólares que, a manera inmediata, ayudó a aumentar su reserva de divisas.

No obstante, no sería la primera vez que el Banco Estatal de Pakistán recibe dinero desde la segunda mayor economía a nivel mundial, pues se estima que su deuda total a China es aún mayor a la del FMI. Se estima que la relación entre estos dos países siempre ha sido muy cordial y es que al gigante asiático le interesa que, el también conocido como el lugar de los puros, no descuide su presencia militar al compartir frontera, así como para continuar numerosos proyectos y que evoquen su asociación estratégica de cooperación en el marco de Corredor Económico China-Pakistán (CPEC).

Como la mayoría de los países ricos en agricultura y que basan su economía en las importaciones, Pakistán necesitará pasar a un nuevo modelo económico promoviendo sus exportaciones al mundo para no seguir dependiendo de sus adquisiciones, pero el gran reto será reactivar la economía en medio de la histórica agitación política y del plan de rescate que lo salve de solicitar préstamos para salir de los anteriores y así sucesivamente.

El gobierno de Sharif no la tiene fácil al haber heredado un problema abismal que siempre se vuelve el centro de enfrentamiento político entre los viejos y nuevos mandatarios. La clave para seguir en el poder, ¿podría depender de un cambio de estrategia o de pedir un nuevo préstamo?

Twitter: @berthabanuet

Bertha Banuet

El actual primer ministro, Shehbaz Sharif, asumió el cargo en abril del presente año al derrocar, mediante una moción de censura en el Parlamento, al anterior mandatario, Imran Khan, quien intentó por todos los medios quedarse en el poder para, por fin, cumplir lo que ninguna persona ha logrado en toda la historia de Pakistán, terminar un mandato completo de cinco años en el cargo.

Aunque en cada cambio de mandatario existe una esperanza de que las cosas puedan ser diferentes, esta nación ubicada al sur de Asia y siendo la quinta más poblada del mundo, se enfrenta a una gran crisis económica que ni su préstamo número 22 del Fondo Monetario Internacional (FMI) puede salvar.

Este último paquete de rescate por parte del FMI fue otorgado en 2019 para un período de 36 meses, pero tuvo que ser frenado a los dos años por temores en su aplicación de las reformas y al mal manejo de fondos dentro de un ambiente político inestable. En abril de este año, al tener a Sharif al cargo se extendió el préstamo estancado, aumentando el tamaño a dos mil millones de dólares estadounidenses, ante la creciente presión de un incremento a una inflación de dos dígitos y con la depreciación de su moneda, la rupia pakistaní, frente al dólar.

Al irse agravando la situación, el gobierno pakistaní ha tenido que acatarse sí o sí a las regulaciones dictadas del FMI para que se reinicie el fondo de rescate, que consta en frenar los subsidios al combustible y la energía, así como abandonar la amnistía fiscal empresarial, lo que ha traído un gran descontento del pueblo quien es el más afectado ante el alza de precios en los alimentos, el petróleo y el gas que, además, se han visto agravados por el conflicto ruso y el desabasto de gas.

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Las medidas cada vez son más extremas y han llegado al punto que el Ministro Federal de Planificación y Desarrollo, Ahsan Iqbal, ha pedido a los ciudadanos reducir su consumo de té por la gran presión financiera que implica ser el mayor importador de té en el mundo, así como a los establecimientos que venden este insumo que cierren más temprano para un ahorro de electricidad. Asimismo, se ha prohibido la importación de artículos de lujo y no esenciales, orillando a la nación a vivir en modo de austeridad.

Podría pensarse que el seguimiento feroz de estos lineamientos es para un beneficio social interno, pero se debe principalmente a que, en primera, se busca el desbloqueo del FMI y en segunda, como si no fuera poco, lo volvería acreedor de 2,500 millones de dólares por parte del Banco Asiático de Desarrollo (ADB, por sus siglas en inglés), mismo monto fue solicitado en mayo del presente año y le será otorgado siempre y cuando presente un certificado de buena salud económica por parte del FMI.

Pakistán también cuenta con una historia de préstamos con el Banco Mundial. Solo por mencionar algunos, en el 2014 solicitó ayuda por 12 mil millones de dólares con distribución a cinco años. Seis años después, en el 2020, solicitó otro crédito por 500 millones con tasa de interés anual del 2% y reembolsable hasta dentro de 30 años. Oportunamente, los índices de pobreza mejoraron representativamente y se espera siga en esa racha por el periodo restante, lo cual, probablemente, conducirá a una nueva solicitud de créditos.

Si una nación presenta problemas económicos también presentará amenazas en su seguridad por una menor asignación de presupuesto en cuanto a gastos de defensa. Este año solo se logró aumentar su asignación económica en un 12% en comparación al año anterior, cifra que queda muy detrás en la historia del país con el sexto ejército más grande del mundo, ya que el gobierno ha tenido que priorizar la estabilidad de divisas por encima de otra cuestión porque se han disminuido apresuradamente al punto de ser tan pocas que cubrirían lo equivalente a dos meses de sus importaciones.

En medio de varias deudas con múltiples instituciones, se vuelve cada vez más difícil sostener una administración política sana porque cada prestador dicta sus lineamientos y en muchas ocasiones se vuelven incompatibles unas con otras. Ergo, esta vez en el mes de junio solicitó un préstamo proveniente de una empresa china por 2,300 millones de dólares que, a manera inmediata, ayudó a aumentar su reserva de divisas.

No obstante, no sería la primera vez que el Banco Estatal de Pakistán recibe dinero desde la segunda mayor economía a nivel mundial, pues se estima que su deuda total a China es aún mayor a la del FMI. Se estima que la relación entre estos dos países siempre ha sido muy cordial y es que al gigante asiático le interesa que, el también conocido como el lugar de los puros, no descuide su presencia militar al compartir frontera, así como para continuar numerosos proyectos y que evoquen su asociación estratégica de cooperación en el marco de Corredor Económico China-Pakistán (CPEC).

Como la mayoría de los países ricos en agricultura y que basan su economía en las importaciones, Pakistán necesitará pasar a un nuevo modelo económico promoviendo sus exportaciones al mundo para no seguir dependiendo de sus adquisiciones, pero el gran reto será reactivar la economía en medio de la histórica agitación política y del plan de rescate que lo salve de solicitar préstamos para salir de los anteriores y así sucesivamente.

El gobierno de Sharif no la tiene fácil al haber heredado un problema abismal que siempre se vuelve el centro de enfrentamiento político entre los viejos y nuevos mandatarios. La clave para seguir en el poder, ¿podría depender de un cambio de estrategia o de pedir un nuevo préstamo?

Twitter: @berthabanuet