Por Ana Leroy
En las encuestas posteriores al debate presidencial del 12 de septiembre, la candidata demócrata Kamala Harris fue la vencedora frente al republicano Donald Trump. Esas mismas encuestas la posicionan casi tres puntos arriba del candidato republicano hasta este momento a nivel nacional.
Sin duda, excelentes noticias para el equipo de campaña de Harris, pero todavía es pronto para vaticinar su victoria electoral el próximo 5 de noviembre.
La nominación de Harris ha movido las piezas del ajedrez electoral en Estados Unidos. El electorado demócrata está entusiasmado por el empuje, carisma y experiencia que Harris trae consigo. Pero este no es el electorado que hay que convencer. Son los votantes indecisos, rondando en un 15 por ciento, y los republicanos moderados que en su sano juicio no van a votar por Trump. Y los ánimos están muy caldeados después del presunto atentado –ya es el segundo- en contra de Trump el 15 de septiembre.
¿Cuál es el tema de fondo? Uno de cada tres estadounidenses desaprueba la gestión del presidente Joe Biden en materia migratoria, económica y de política exterior.
La moneda está en el aire a 50 días de la elección presidencial.
Finalizado el debate, ambos candidatos viajaron a Arizona. ¿Porqué?
Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pennsylvania y Wisconsin son los estados en donde los dos candidatos se van a concentrar en las próximas seis semanas.
Son siete “estados columpio” o “swing states” los que definirán la elección: los candidatos están casi empatados porque el margen de diferencia es de uno o dos puntos porcentuales y alguno de los dos partidos ha retenido (o perdido) el estado y el control del congreso local en elecciones recientes.
Tomemos como ejemplo el estado de Arizona, cuyo resultado electoral pende de un hilo.
Trump ganó Arizona en 2015 pero perdió el estado por una diferencia de 10,457 votos frente al presidente Joe Biden en 2020. Los demócratas tienen el control de la gobernatura, la secretaría del estado y la oficina de la fiscalía. Pero los Republicanos tienen el control de las dos cámaras del congreso estatal, aunque solo por un escaño.
Eso quiere decir que el estado y el congreso podrían “voltearse” al último minuto y el electorado podría volver a votar por Trump como en 2015 si Harris no logra convencer a los indecisos o capturar el voto de los grandes suburbios. Pero si Harris convence, el estado puede volver a votar demócrata e incluso “voltear” el congreso local para que quede bajo control demócrata. La elección es Arizona será un volado.
Arizona es un estado fronterizo: el tema migratorio es sensible y en materia migratoria, los demócratas no tienen el mejor récord en el estado. Aunque los cruces ilegales en Arizona han ido a la baja en los últimos meses, y no hay una crisis migratoria en la frontera con México, Trump sigue capitalizando el fracaso de la administración de Biden para contener los flujos ilegales de migrantes y la droga que llega desde México.
Otro estado columpio que será definitorio es Michigan donde el electorado votó por Trump en 2018 pero le quitó su apoyo para dárselo a Biden en 2020. Ojo. El estado de Michigan ha elegido a los dos presidentes en las últimas dos elecciones, posicionándolo como un “estado oráculo”.
En Michigan, los demócratas enfrentan dos retos: el enojo de la población de origen árabe que reprueba el apoyo incondicional del gobierno de Biden a la sangriente incursión israelí en Gaza con el movimiento de “no-comprometidos” y la frustración de los trabajadores de la industria automotriz afiliados a la United Auto Workers (UAW) que temen perder sus empleos con la política de transición a vehículos eléctricos (EVs) promovida por el presidente Biden. Aquí, Trump ha centrado su mensaje en los empleos que podrían perderse con la transición del mercado automotriz a vehículos eléctricos y que él “podría salvar” si es elegido presidente: incluso ya amenazó con poner fin a los créditos fiscales para estos vehículos.
En su discurso en Wilkes-Barre, Pennsylvania -otro estado columpio- Kamala Harris fue contundente: su administración va a perseguir y a enjuiciar a los cárteles de la droga, incluido el cartel de Sinaloa, que trafican fentanilo y envenenan a las comunidades, niños incluidos, en los Estados Unidos.
Paréntesis. No es coincidencia que esta aseveración se haya dado justo en medio de la crisis de seguridad más violenta que ha vivido Sinaloa en este sexenio por enfrentamientos entre el crimen organizado. El gobierno de AMLO quedó a deber, y por mucho, en el tema de seguridad.
Faltan todavía 50 largos días para la elección.
Pero son siete estados columpio los que definirán la elección presidencial.
La elección será un volado.
ANA LEROY es consultora senior en comercio internacional y disputas México-EUA. Es profesora de asignatura en la Licenciatura de Negocios Globales de la Universidad Iberoamericana, la pueden seguir como @AnaMoralesLero1