/ miércoles 18 de octubre de 2023

Israel-Palestina: La importancia de diferenciar quién es quién

David Hernández López

Desde hace algunos días desde distintos espacios tanto públicos como privados se ha discutido, analizado o informado sobre el actual conflicto armado en Medio Oriente. Desde medios de comunicación nacionales e internacionales, hasta foros gubernamentales y liderazgos globales, se ha insistido en el lamentable número de víctimas de la violencia, se han previsto las consecuencias políticas de la crisis, y por supuesto, se han propuesto soluciones. Esta amplia discusión manifiesta la relevancia de los hechos aún en desarrollo y el interés que la comunidad internacional les otorga genuinamente.

Sin embargo, frente a la amplia discusión de manera accidental – o no – las voces que han debatido, informado o posicionado sobre la violencia, han cometido errores sobre la diferenciación de actores tanto en el terreno como en la región. La crisis es compleja, con antecedentes que pueden rastrearse al siglo pasado o mucho más tiempo atrás. En algunos casos, las confusiones sobre quién es quién consisten en una ignorancia natural sobre lo que sucede en la región. Pero en otros escenarios, la adjetivación, cualificación o denominación de las partes en conflicto tienen el objetivo de posicionarse o mostrar apoyo especifico. Será tarea de la lectora o lector develar la intención con la que un o una autora utilizan las palabras.

Pero no sólo se trata de la calidad del trabajo periodístico o analítico y del derecho a acceder a información verídica. En realidad, el asunto de mayor importancia es que el lenguaje y diferenciación entre los actores puede afectar el rumbo del conflicto, con evidentes consecuencias negativas para las víctimas, especialmente los civiles en ambos lados.

El primer error y más común es la falta de claridad al hablar sobre Hamás, un movimiento islamista considerado un grupo terrorista por países como Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que otras voces lo distinguen como una organización de resistencia frente a la política israelí. Identificar la designación, a veces no tan explicita, permite entender la posición e incluso objetivo de la noticia, comentario o análisis revisado. Es claro, sólo con este ejemplo, que la categorización de los actores y los adjetivos que se utilizan para describirlos permiten entender la postura política de quien reporta.

Pero resulta aún más relevante la caracterización de la organización o pertenencia de quien realiza una acción en el conflicto. En los medios de comunicación es habitual leer generalizades que no permiten entender el contexto de un hecho. La necesidad de discriminar entre el ejército israelí y los partidarios de Hamás – y otros grupos armados –, de la población civil palestina e israelí es vital para comprender las dinámicas internas y el desarrollo de los combates. En ese sentido, específicamente la ausencia de diferenciación entre Hamás y sus milicias, de la población palestina civil podría tener consecuencias graves. Especialistas en el tema han señalado la necesidad de mantener una separación clara entre ambos.

Incluso, en mi opinión, en medios de comunicación no especializados nombrar a Hamás como grupo palestino es erróneo porque la misma frase indica pertenencia a dicha población. En un ambiente de guerra, tal conexión resultaría negativa. Los efectos ya son evidentes. Algunas voces señalan que los recientes cortes de agua, alimentos y suministro eléctrico en la Franja de Gaza son positivos frente a las acciones militares del “grupo palestino Hamás”. La falta de distinción suma apoyo internacional a medidas que posiblemente, con mayor claridad, no serían respaldadas de la misma manera.

No hay duda de que la discusión pública sobre lo que está sucediendo en esa parte del mundo es de suma importancia, en buena medida, para darle luz a un espacio de tensión con graves consecuencias humanitarias. Pero se requiere sumar al reporte y narrativa diferencias claras sobre los distintos actores y sus roles al interior del conflicto, sobre todo, para no estigmatizar a la población civil tanto israelí como palestina. A la vez que, se atañen responsabilidades de la violencia a los verdaderos perpetradores.

DAVID HERNÁNDEZ LÓPEZ es investigador del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y actualmente maestrante en Estudios en Relaciones Internacionales en el Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. A su vez, es miembro asociado del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (PJ Comexi) y de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI).

David Hernández López

Desde hace algunos días desde distintos espacios tanto públicos como privados se ha discutido, analizado o informado sobre el actual conflicto armado en Medio Oriente. Desde medios de comunicación nacionales e internacionales, hasta foros gubernamentales y liderazgos globales, se ha insistido en el lamentable número de víctimas de la violencia, se han previsto las consecuencias políticas de la crisis, y por supuesto, se han propuesto soluciones. Esta amplia discusión manifiesta la relevancia de los hechos aún en desarrollo y el interés que la comunidad internacional les otorga genuinamente.

Sin embargo, frente a la amplia discusión de manera accidental – o no – las voces que han debatido, informado o posicionado sobre la violencia, han cometido errores sobre la diferenciación de actores tanto en el terreno como en la región. La crisis es compleja, con antecedentes que pueden rastrearse al siglo pasado o mucho más tiempo atrás. En algunos casos, las confusiones sobre quién es quién consisten en una ignorancia natural sobre lo que sucede en la región. Pero en otros escenarios, la adjetivación, cualificación o denominación de las partes en conflicto tienen el objetivo de posicionarse o mostrar apoyo especifico. Será tarea de la lectora o lector develar la intención con la que un o una autora utilizan las palabras.

Pero no sólo se trata de la calidad del trabajo periodístico o analítico y del derecho a acceder a información verídica. En realidad, el asunto de mayor importancia es que el lenguaje y diferenciación entre los actores puede afectar el rumbo del conflicto, con evidentes consecuencias negativas para las víctimas, especialmente los civiles en ambos lados.

El primer error y más común es la falta de claridad al hablar sobre Hamás, un movimiento islamista considerado un grupo terrorista por países como Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que otras voces lo distinguen como una organización de resistencia frente a la política israelí. Identificar la designación, a veces no tan explicita, permite entender la posición e incluso objetivo de la noticia, comentario o análisis revisado. Es claro, sólo con este ejemplo, que la categorización de los actores y los adjetivos que se utilizan para describirlos permiten entender la postura política de quien reporta.

Pero resulta aún más relevante la caracterización de la organización o pertenencia de quien realiza una acción en el conflicto. En los medios de comunicación es habitual leer generalizades que no permiten entender el contexto de un hecho. La necesidad de discriminar entre el ejército israelí y los partidarios de Hamás – y otros grupos armados –, de la población civil palestina e israelí es vital para comprender las dinámicas internas y el desarrollo de los combates. En ese sentido, específicamente la ausencia de diferenciación entre Hamás y sus milicias, de la población palestina civil podría tener consecuencias graves. Especialistas en el tema han señalado la necesidad de mantener una separación clara entre ambos.

Incluso, en mi opinión, en medios de comunicación no especializados nombrar a Hamás como grupo palestino es erróneo porque la misma frase indica pertenencia a dicha población. En un ambiente de guerra, tal conexión resultaría negativa. Los efectos ya son evidentes. Algunas voces señalan que los recientes cortes de agua, alimentos y suministro eléctrico en la Franja de Gaza son positivos frente a las acciones militares del “grupo palestino Hamás”. La falta de distinción suma apoyo internacional a medidas que posiblemente, con mayor claridad, no serían respaldadas de la misma manera.

No hay duda de que la discusión pública sobre lo que está sucediendo en esa parte del mundo es de suma importancia, en buena medida, para darle luz a un espacio de tensión con graves consecuencias humanitarias. Pero se requiere sumar al reporte y narrativa diferencias claras sobre los distintos actores y sus roles al interior del conflicto, sobre todo, para no estigmatizar a la población civil tanto israelí como palestina. A la vez que, se atañen responsabilidades de la violencia a los verdaderos perpetradores.

DAVID HERNÁNDEZ LÓPEZ es investigador del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y actualmente maestrante en Estudios en Relaciones Internacionales en el Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. A su vez, es miembro asociado del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (PJ Comexi) y de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI).