Todos leímos o nos enteramos sobre lo que sucedió este fin de semana con Donald Trump y, de la misma forma, todos sabemos que, como lo escribió la querida Leroy en su espacio de Poliescenarios en este mismo medio, la gente ya decidió por quién votar en los Estados Unidos.
Ahora, esto no significa que no debamos hablar (o escribir y leer) del tema, pues entre todo lo que se ha dicho, más allá de los memes, sobre lo acontecido, es necesario resaltar el hecho de que no fue un autoatentado ni de que todo estuviese planeado desde el equipo de Trump para resaltar su posición política pues, como lo acabo de mencionar, parece que la campaña es mero trámite para la mayoría que ya decidió su voto.
Sin embargo, es fundamental rescatar que lo sucedido no es un tema que no haya pasado antes, tanto en Estados Unidos o en otras partes del mundo, pues tan solo habrá que recordar lo que sucedió en Ecuador con el excandidato presidencial Fernando Villavicencio o con Shinzo Abe, el ex primer ministro japonés, que el año pasado fueron asesinados en un acto de campaña. Incluso, podríamos hablar de intentos acontecidos a presidentes y primeros ministros en funciones alrededor de todo el mundo.
El hecho acá tiene que ver no con que no lo mataron y, como lo dice la máxima, lo que no te mata te hace más fuerte, ¡como si Donald Trump lo necesitara!, pero así es. Ahora, el candidato y expresidente es el candidato número uno a ocupar la presidencia de los Estados Unidos, tanto que el presidente Joe Biden ha salido a declarar que en una nación como esa no hay espacio para actos tan terribles como los del sábado, lo cual ha sido -incluso- reforzado por el expresidente Barak Obama. Y esto tiene una connotación dicotómica para el bando de los demócratas, pues si no se manifestaban en contra del acto serían mal vistos, pero al hacerlo resaltan la importancia de Trump a pesar de no quererlo.
Y, queridos lectores, no quiero hablar ¿o escribir? de conspiraciones, pero es que con tan solo mencionar al país de las barras y las estrellas se vienen a la mente un sinfín de eventos políticos parecidos a los vividos este fin de semana, donde el gobierno de los Estados Unidos estuvo involucrado directa o indirectamente en los últimos 100 años de vida del planeta; basta con acordarse del intento de invasión en Bahía de Cochinos en Cuba, el asalto al Palacio de la Moneda en Chile en 1973, o de todos los lugares donde intentaron sabotear gobiernos, en especial durante la Guerra Fría, tales como Angola, Vietnam y Corea, o en el siglo XXI: Haití, Honduras, Irak y Afganistán.
Entonces, la teoría conspiranoica podría acercarnos a pensar cualquier cosa, sin embargo, lo único más certero que se tiene, sin haber frotado la bola de cristal, es que la popularidad de Trump incrementará y que éste la utilizará abiertamente para fortalecerse y convertirse en el próximo presidente de los Estados Unidos de América. Y, no es que yo sea su seguidor, pero creo que Donald Trump puede hacer un mejor papel como líder a nivel global que lo que ha intentado Biden con todas sus debilidades y capacidades.
Es más, quiero aclarar, antes de que me empiecen a llegar mensajes de reclamo por lo que acabo de escribir, que el hecho de que crea que tiene mayor liderazgo no significa que las cosas vayan a ser mejores para las relaciones internacionales ni políticas de los Estados Unidos y el mundo, aunque si en lo económico. Pero, de verdad creo que la hegemonía estadounidense va en picada provocada por ellos mismos, por lo que eventos como el de este sábado solamente reafirman el nuevo posicionamiento que el nuevo presidente de Estados Unidos debe tener.
Se necesita que el que despache desde la Oficina Oval no solo logre liderar al mundo, sino que, al mismo tiempo, detenga todos aquellos problemas que el propio Biden no ha podido controlar, como la guerra en Ucrania o Palestina. Pero eso no es todo, Trump ha demostrado en su gestión anterior que puede dominar ciertos terrenos que los demócratas no han podido, como el caso del acercamiento con Xi Jinping o Kim Jon-un en Asia o todos los nuevos liderazgos de derecha europeos que verán en Trump una opción para posicionarse políticamente y alinearse a sus políticas.
La oreja de Donald Trump es, sin duda y a reserva de su mejor opinión, la gran opción que tienen los Estados Unidos para no aflojar en su lucha por mantenerse como los grandes líderes políticos y, por ende, económicos a nivel global. Si esto le hubiera sucedido a Biden, además de los problemas naturales de haber intentado cometer un magnicidio, no hubiera tenido un impacto tan grande para los Estados Unidos. Aclaro, no apruebo ni juzgo la acción, ni quisiera me hubiera gustado haber estado en los zapatos de Trump, pero si alguien lo planeó, creo que le va saliendo de maravilla y, si nadie lo planeó, pues la casualidad o el odio de alguien va a ayudar a reposicionar a los Estados Unidos en un futuro próximo.
FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor, investigador y analista en temas internacionales y educativos. Asociado COMEXI. Sígalo en @fabrecam