Bolivia ha vuelto a fracasar. Resulta que luego de la vuelta a la democracia a inicios de este siglo, las expectativas del nuevo gobierno a nivel interno y externo eran muy grandes. Se hablaba de qué el líder cocalero e indígena que llegaba al poder a través de la democracia y del apoyo de las masas fundadas en el partido político Movimiento al Socialismo (MAS), podría contrarrestar las políticas neoliberales impulsadas por los Estados Unidos en este país latinoamericano y respaldadas por la Organización de Estados Americanos (OEA), sin embargo, casi 20 años después, la disputa por la presidencia de la República de Bolivia se encuentra más caliente que nunca, pues ese presidente indígena y humilde que llegó para hacerle frente a los poderes hegemónicos y recuperar la confianza en un pueblo oprimido se ha vuelto a llenar de poder.
Parece que no fue suficiente con haber modificado la Constitución para encontrar su reelección dos veces, sino que la historia lo puso de lado de los oprimidos nuevamente cuando en el año 2019 fue objeto de un golpe de Estado orquestado por la propia OEA y respaldado por las fuerzas capitalistas y de derecha de aquella nación. En aquel entonces salieron en su defensa aquellas naciones que aún quedaban de la marea rosa y del movimiento progresista del siglo XXI en América Latina, tales como la Venezuela de Nicolás Maduro, la Cuba de Díaz-Canel, la Argentina de Alberto Fernández, y ¿Quién si no? el México de Andrés Manuel López Obrador quien, por cierto, lo recibió como asilado político en nuestro país y después lo protegió enviándolo a la Argentina peronista de Alberto Fernández dónde estuvo hasta que Luis Arce tomara posesión como nuevo presidente en Bolivia.
Pero no quiero pasar dejar los detalles y me regreso a lo sucedido luego del golpe de Estado en 2019, pues cuando este se orquestó en contra de Evo Morales, la presidenta interina impulsada por los líderes empresariales y antisocialistas de Bolivia, Jeanine Añez, no tuvo otra opción que convocar nuevas elecciones en donde resultó perdedora y el poder del MAS retomó su camino con la presidencia de Luis Arce quien, por su parte, en alguna de las gestiones presidenciales de Evo Morales, fungió como su Ministro de Finanzas y gran artífice de la recuperación económica boliviana de aquella época.
Fue así que el acto simbólico llevado a cabo en la frontera boliviana-argentina cuando el presidente, Luis Arce, recibió al expresidente Evo Morales, parecía que mostraba una nueva unión del socialismo del siglo XXI en Bolivia. Sin embargo, pese a los esfuerzos de Luis Arce por tratar de dirigir su propio proyecto político como nuevo presidente, la sombra de Evo Morales siempre estuvo presente, incluso en estos últimos días, cuando Evo se adelantó a dar la noticia de que un nuevo golpe de Estado se estaba tramando para derrocar al presidente Luis Arce pues, aunque Evo dijo eso, Arce solo mencionó que algo estaba pasando sin garantizar el golpe.
Y esto tiene una connotación política muy importante porque no sabemos con exactitud qué es lo que haya pasado, pero lo que sí se sabe es que ahora el expresidente Evo Morales ha acusado a Luis Arce de inventar que se intentaba llevar a cabo un golpe de Estado en su contra, lo cual ha significado el rompimiento de relaciones entre ambos personajes que, por si fuera poco, también se han manifestado para que en el 2025 participen de un nuevo proceso electoral presidencial, lo cual debilita al Movimiento al Socialismo desde su seno, pues los allegados y defensores de la democracia boliviana y pertenecientes a la izquierda en ese país tendrán que decidir si apoyan a aquel que los ayudó y rescató de las garras hegemónicas del norte apenas hace 18 años (Evo) o continuar con el nuevo proyecto del actual presidente que, aunque le han tocado épocas difíciles derivado de la pandemia, ha sabido como continuar con el desarrollo de una nación que hace 20 años parecía extinta.
Menudo problema afronta la sociedad boliviana no porque existan discrepancias entre sus máximos líderes, sino que esos problemas se han traducido ahora a un rompimiento total entre las dos máximas figuras de los últimos 20 años en Bolivia. Lo más curiosos es que, ahora, el mundo entero ha condenado el intento de golpe de Estado, incluso Luis Almagro y su OEA, quienes participaron en el último golpe en 2019, lo cual allana el camino para que continúe Arce en la presidencia y complica las aspiraciones de Evo Morales para el próximo año.
Entonces, esto deja abiertas algunas interrogantes que a continuación planteo: ¿A quién elegirán? ¿De qué lado continuarán su camino? ¿Será correcto apoyar a un gobernante como Evo que ya estuvo tres veces en la presidencia? ¿No es ya un abuso? La realidad es que, como lo menciono en las aulas, América Latina siempre nos da de que hablar y eso nos mantiene ocupados, porque cuando parece que las aguas se van a calmar, siempre hay alguien que nos hace voltear la mirada al sur nuevamente. Veremos.
FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de catedrático en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Asociado COMEXI. Sígalo en @fabrecam