/ martes 5 de julio de 2022

La terrible migración

Hacía menos de un mes que escribí una columna en este mismo espacio para referirme a los principales avances de la Cumbre de las Américas (La declaración de los Ángeles sobre migración y protección) en donde se establecían las principales acciones para promover el apoyo a las naciones latinoamericanas que tienen mayores cifras de migrantes. Incluso mencioné algunos ejemplos como la cantidad de nuevos refugiados, principalmente en los Estados Unidos. Sin embargo, nada cambió aún.

Y lo digo -claro está- debido al hallazgo la semana pasada de migrantes olvidados en la caja de un tráiler en las afueras de San Antonio, Texas, donde, hasta el momento, hay 53 fallecidos. Además de México, en la Cumbre de las Américas, se establecieron otros países que recibirían más apoyo: Honduras, El Salvador y Guatemala. Y como se comentaba en la columna de hace tres semanas, la mayoría con migrantes en edad de trabajar.

La tragedia se recrudeció porque, casi en las mismas fechas, en la ciudad fronteriza de Melilla, España, murieron más de 130 migrantes provenientes de la África Subsahariana que buscaban llegar a España a como diera lugar, justo como lo intentaban hacer los mexicanos y centroamericanos que murieron en Texas.

A pesar de ello, el mundo no ha mostrado acciones reales para detener esta horrible situación que no solo afecta en nuestro país y en nuestra región. El mundo no debe olvidar tampoco el cómo los migrantes arriesgan su vida para buscar mejores oportunidades para ellos y para sus familias por el simple hecho de que los gobiernos y sus gobernantes no han sabido cumplir las promesas de campaña que permitirían –en un futuro utópico– mitigar esas razones y disminuir los flujos de migración masivas.

Como ejemplo de todo ello puedo mencionar a las más de 19,000 personas de todo el mundo que han llegado a Panamá con rumbo a los Estados Unidos provenientes de Colombia y que han cruzado ilegalmente por la Selva del Darién arriesgando su vida tal como lo hicieron los ahora muertos en San Antonio o Melilla.

El problema es global, pero las soluciones deben ser locales; de hecho, el tan conocido think global, act local, no solo debe aplicar para salvaguardar a nuestras naciones del cambio climático, sino de los problemas que aquejan a las sociedades pues la migración se mantiene como un tema primordial en las agendas y discursos públicos, pero no en la praxis.

El informe sobre las migraciones en el mundo 2022 de la ONU sigue señalando a América del Note, Asia y Europa como las principales regiones del planeta donde más migrantes se reciben, recrudeciendo así lo poco o nada que han hecho los gobiernos al respecto.

En África, los gobernantes se han preocupado más por hacer negocios que les resulten favorecedores para sus aspiraciones políticas y ampliar sus cotos de poder. En Asia la gente migra debido a que ya no caben, a que no hay libertades ni economía que sostenga vidas plenas para la sociedad que ve cada día una mayor diferencia entre ricos y pobres.

Lo mismo pasa en América Latina, los gobernantes sigues actuando en favor de su grupo y pensando siempre en una posible reelección que les permita mantenerse en el poder como individuos o como grupo, sin reparar en los verdaderos problemas, esos que podrían ayudar a evitar la migración ilegal.

No digo que sea tarde ni fácil, pero sí digo que si en lugar de preocuparse por hacer uso de Bitcoin como bien público (El Salvador) o traer de vuelta la izquierda a un gobierno (Honduras) o dejar de asistir a cumbres internacionales (Guatemala) o preparar y destapar candidatos para la sucesión presidencial (México), los gobiernos se pusieran a gobernar, se podrían evitar masacres como las de Melilla o San Antonio.

Habremos de reflexionar sobre la verdadera función de quienes nos gobiernan y sobre la corresponsabilidad en las acciones y sus consecuencias tomadas por los que en algún momento pensaron que era una buena idea –o al menos mejor idea que quedarse– arriesgar la vida pensando en que podrían morir a quedarse sentados esperando, muriendo en vida, tal como mueren los políticos esperando que los reelijan sin aplicar ninguna acción que realmente mitigue este problema.

Twitter: @fabrecam

Hacía menos de un mes que escribí una columna en este mismo espacio para referirme a los principales avances de la Cumbre de las Américas (La declaración de los Ángeles sobre migración y protección) en donde se establecían las principales acciones para promover el apoyo a las naciones latinoamericanas que tienen mayores cifras de migrantes. Incluso mencioné algunos ejemplos como la cantidad de nuevos refugiados, principalmente en los Estados Unidos. Sin embargo, nada cambió aún.

Y lo digo -claro está- debido al hallazgo la semana pasada de migrantes olvidados en la caja de un tráiler en las afueras de San Antonio, Texas, donde, hasta el momento, hay 53 fallecidos. Además de México, en la Cumbre de las Américas, se establecieron otros países que recibirían más apoyo: Honduras, El Salvador y Guatemala. Y como se comentaba en la columna de hace tres semanas, la mayoría con migrantes en edad de trabajar.

La tragedia se recrudeció porque, casi en las mismas fechas, en la ciudad fronteriza de Melilla, España, murieron más de 130 migrantes provenientes de la África Subsahariana que buscaban llegar a España a como diera lugar, justo como lo intentaban hacer los mexicanos y centroamericanos que murieron en Texas.

A pesar de ello, el mundo no ha mostrado acciones reales para detener esta horrible situación que no solo afecta en nuestro país y en nuestra región. El mundo no debe olvidar tampoco el cómo los migrantes arriesgan su vida para buscar mejores oportunidades para ellos y para sus familias por el simple hecho de que los gobiernos y sus gobernantes no han sabido cumplir las promesas de campaña que permitirían –en un futuro utópico– mitigar esas razones y disminuir los flujos de migración masivas.

Como ejemplo de todo ello puedo mencionar a las más de 19,000 personas de todo el mundo que han llegado a Panamá con rumbo a los Estados Unidos provenientes de Colombia y que han cruzado ilegalmente por la Selva del Darién arriesgando su vida tal como lo hicieron los ahora muertos en San Antonio o Melilla.

El problema es global, pero las soluciones deben ser locales; de hecho, el tan conocido think global, act local, no solo debe aplicar para salvaguardar a nuestras naciones del cambio climático, sino de los problemas que aquejan a las sociedades pues la migración se mantiene como un tema primordial en las agendas y discursos públicos, pero no en la praxis.

El informe sobre las migraciones en el mundo 2022 de la ONU sigue señalando a América del Note, Asia y Europa como las principales regiones del planeta donde más migrantes se reciben, recrudeciendo así lo poco o nada que han hecho los gobiernos al respecto.

En África, los gobernantes se han preocupado más por hacer negocios que les resulten favorecedores para sus aspiraciones políticas y ampliar sus cotos de poder. En Asia la gente migra debido a que ya no caben, a que no hay libertades ni economía que sostenga vidas plenas para la sociedad que ve cada día una mayor diferencia entre ricos y pobres.

Lo mismo pasa en América Latina, los gobernantes sigues actuando en favor de su grupo y pensando siempre en una posible reelección que les permita mantenerse en el poder como individuos o como grupo, sin reparar en los verdaderos problemas, esos que podrían ayudar a evitar la migración ilegal.

No digo que sea tarde ni fácil, pero sí digo que si en lugar de preocuparse por hacer uso de Bitcoin como bien público (El Salvador) o traer de vuelta la izquierda a un gobierno (Honduras) o dejar de asistir a cumbres internacionales (Guatemala) o preparar y destapar candidatos para la sucesión presidencial (México), los gobiernos se pusieran a gobernar, se podrían evitar masacres como las de Melilla o San Antonio.

Habremos de reflexionar sobre la verdadera función de quienes nos gobiernan y sobre la corresponsabilidad en las acciones y sus consecuencias tomadas por los que en algún momento pensaron que era una buena idea –o al menos mejor idea que quedarse– arriesgar la vida pensando en que podrían morir a quedarse sentados esperando, muriendo en vida, tal como mueren los políticos esperando que los reelijan sin aplicar ninguna acción que realmente mitigue este problema.

Twitter: @fabrecam