/ jueves 27 de junio de 2019

Política y nuevos contrapesos

El mes de junio ha quedado marcado políticamente con el arranque de un par de procesos políticos alternativos en la agenda pública y que sin duda tendrán repercusiones a nivel nacional en el mediano y largo plazo; enfatizo “nacional”, ya que en Morelos los funcionarios locales prefieren continuar replicando prácticas caducas que no llevan a ninguna parte.

Lo interesante de estos procesos es que a pesar de tener objetivos distintos, surgieron de un elemento común: las actuales políticas públicas del gobierno federal. En distintos momentos y términos, los líderes de la oposición han criticado la visión autoritaria, centralista y populista de AMLO.

En estos primeros seis meses de gobierno, la oposición política y los contrapesos institucionales han sido atacados, señalados, expuestos y hasta eliminados poco a poco. Ante el avasallamiento político, presupuestal y mediático, comenzaron a surgir opiniones desde la academia y los líderes de opinión sobre la importancia de cuidar los contrapesos que el sistema político mexicano había creado a lo largo del tiempo.

Algunos lideres políticos e intelectuales dieron vida en febrero pasado al movimiento #YoSiQuieroContrapesos, pero parece haber quedado en un plano presencial, contestatario y sin dirección; como si lo único importante hubiera sido su creación en redes sociales. Con la presencia de contrapesos o no, lo cierto es que la aceptación de AMLO registra ha tenido una caída mensual marginal, pero constante. Y aunque siga teniendo un nivel alto de aceptación, deberían encender las luces amarillas en el occidente y sur del país donde se han registran las mayores caídas (Encuesta Mitofsky: mayo 2019).

Este es el contexto en el que surgen los dos nuevos procesos. El primero de ellos venía preparándose desde hace meses, pero fue tras la presentación ante el Jefe de la Oficina de la Presidencia que se supo más de la Alianza Región Centro-Bajío-Occidente. Desde mi punto de vista, se trata de un proceso político-económico fuerte, coherente y con dirección. Desde hace varios años, los estados de la Alianza (Guanajuato, Querétaro, Jalisco, Aguascalientes y San Luis Potosí) han sido los responsables de buena parte del crecimiento económico del país.

Además de ser uno de los principales motores productivos, tiene fuertes dinámicas socio-económicas y lazos naturales de interdependencia; además, la Alianza también posee la característica de ser el principal reducto político del Partido Acción Nacional, al que se suma como oposición coyuntural el PRI de San Luis Potosí y el MC de Jalisco.

Ernesto Cordero, exsecretario de Hacienda y Desarrollo Social, será el coordinador técnico de la Alianza; y en próximas semanas posiblemente veremos la incorporación de otras entidades como Zacatecas, Nayarit, Colima y Michoacán. En este sentido, la Alianza puede ser un verdadero contrapeso político desde lo económico. Dudo que Hacienda y Economía quieran confrontar o ignorar a quienes representarían una fuerza del 20 por ciento del PIB nacional.

El segundo proceso nuevo ocurrió el fin de semana pasado con el lanzamiento de Futuro 21, el cual también venía preparándose desde hace meses ante la inevitable y necesaria refundación del PRD. La diferencia de este proceso es que es netamente político y bajo las lógicas partidistas, cuyo objetivo primordial es acumular fuerza suficiente para que en el 2021 logren alcanzar espacios en la Cámara de Diputados y en los demás puestos de elección.

Aunque su existencia es real y merece estar atentos sobre el curso que vaya tomando, me parece que para el corto plazo serán sus acciones y no sus fundadores (muchos de ellos cuestionables por sus antecedentes y decisiones políticas), lo que marcará la posibilidad de convertirse en un contrapeso serio. Hasta ahora no lo es, por más que ellos lo digan.

Todo sistema político debe funcionar con pesos y contrapesos reales, la teoría y la historia política nos ha demostrado su pertinencia. Tenemos dos nuevas figuras que actuaran en distintos niveles, veamos el peso específico que tendrán para transformar el escenario político y económico nacional.

El mes de junio ha quedado marcado políticamente con el arranque de un par de procesos políticos alternativos en la agenda pública y que sin duda tendrán repercusiones a nivel nacional en el mediano y largo plazo; enfatizo “nacional”, ya que en Morelos los funcionarios locales prefieren continuar replicando prácticas caducas que no llevan a ninguna parte.

Lo interesante de estos procesos es que a pesar de tener objetivos distintos, surgieron de un elemento común: las actuales políticas públicas del gobierno federal. En distintos momentos y términos, los líderes de la oposición han criticado la visión autoritaria, centralista y populista de AMLO.

En estos primeros seis meses de gobierno, la oposición política y los contrapesos institucionales han sido atacados, señalados, expuestos y hasta eliminados poco a poco. Ante el avasallamiento político, presupuestal y mediático, comenzaron a surgir opiniones desde la academia y los líderes de opinión sobre la importancia de cuidar los contrapesos que el sistema político mexicano había creado a lo largo del tiempo.

Algunos lideres políticos e intelectuales dieron vida en febrero pasado al movimiento #YoSiQuieroContrapesos, pero parece haber quedado en un plano presencial, contestatario y sin dirección; como si lo único importante hubiera sido su creación en redes sociales. Con la presencia de contrapesos o no, lo cierto es que la aceptación de AMLO registra ha tenido una caída mensual marginal, pero constante. Y aunque siga teniendo un nivel alto de aceptación, deberían encender las luces amarillas en el occidente y sur del país donde se han registran las mayores caídas (Encuesta Mitofsky: mayo 2019).

Este es el contexto en el que surgen los dos nuevos procesos. El primero de ellos venía preparándose desde hace meses, pero fue tras la presentación ante el Jefe de la Oficina de la Presidencia que se supo más de la Alianza Región Centro-Bajío-Occidente. Desde mi punto de vista, se trata de un proceso político-económico fuerte, coherente y con dirección. Desde hace varios años, los estados de la Alianza (Guanajuato, Querétaro, Jalisco, Aguascalientes y San Luis Potosí) han sido los responsables de buena parte del crecimiento económico del país.

Además de ser uno de los principales motores productivos, tiene fuertes dinámicas socio-económicas y lazos naturales de interdependencia; además, la Alianza también posee la característica de ser el principal reducto político del Partido Acción Nacional, al que se suma como oposición coyuntural el PRI de San Luis Potosí y el MC de Jalisco.

Ernesto Cordero, exsecretario de Hacienda y Desarrollo Social, será el coordinador técnico de la Alianza; y en próximas semanas posiblemente veremos la incorporación de otras entidades como Zacatecas, Nayarit, Colima y Michoacán. En este sentido, la Alianza puede ser un verdadero contrapeso político desde lo económico. Dudo que Hacienda y Economía quieran confrontar o ignorar a quienes representarían una fuerza del 20 por ciento del PIB nacional.

El segundo proceso nuevo ocurrió el fin de semana pasado con el lanzamiento de Futuro 21, el cual también venía preparándose desde hace meses ante la inevitable y necesaria refundación del PRD. La diferencia de este proceso es que es netamente político y bajo las lógicas partidistas, cuyo objetivo primordial es acumular fuerza suficiente para que en el 2021 logren alcanzar espacios en la Cámara de Diputados y en los demás puestos de elección.

Aunque su existencia es real y merece estar atentos sobre el curso que vaya tomando, me parece que para el corto plazo serán sus acciones y no sus fundadores (muchos de ellos cuestionables por sus antecedentes y decisiones políticas), lo que marcará la posibilidad de convertirse en un contrapeso serio. Hasta ahora no lo es, por más que ellos lo digan.

Todo sistema político debe funcionar con pesos y contrapesos reales, la teoría y la historia política nos ha demostrado su pertinencia. Tenemos dos nuevas figuras que actuaran en distintos niveles, veamos el peso específico que tendrán para transformar el escenario político y económico nacional.

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