/ martes 16 de febrero de 2021

Políticos discriminados

En una democracia, quienes determinan a los protagonistas de la actividad política son los electores. En sistemas partidistas como el mexicano, los partidos seleccionan a un conjunto de personas mediante diversos procedimientos para que sean la “oferta” política sobre la que los ciudadanos tienen la decisión definitiva. Hay partidos cuya selección de candidatos se orienta a lograr votos suficientes para cumplir objetivos diversos al triunfo electoral, como lograr espacios de representación proporcional suficientes para lograr influencia en las agendas gubernamentales, unos más sólo aspiran a mantener el registro para permitirse construir futuros con más éxito. Otros van solo por el triunfo.

Los procesos internos de los partidos tienen reglas que permiten seleccionar a los candidatos con la suma de voluntades internas. Ellos hacen la apuesta, si son electos o no es una determinación que corresponde a los electores. Por eso resulta siempre sospechosa la posición de quienes, desde trincheras de opinión pública, censuran de antemano a aspirantes a candidaturas. Si los sujetos pasan las aduanas interna (es decir, si son postulados por un partido político), y pública (si obtienen el voto de la ciudadanía), significa que sus presuntas afrentas públicas del pasado resultaron poco relevantes para partidos y electores. Sin embargo, la virulencia con que algunos enfrentan la posibilidad de que alguien que les desagrada fuera candidato resulta particularmente sospechosa, más cuando proviene del interior de los propios partidos ¿Tan poco confían en sus procedimientos de selección?

Por ejemplo, la probabilidad de que Jorge Messenger, quien fuera colaborador de Graco Ramírez, lograra el aval de Morena para ser candidato a diputado local en la próxima elección, ha indignado injustificadamente a muchos. Aparentemente, la vinculación con el impopular ex gobernador y villano favorito de la actual administración, haría una infamia su postulación por el partido de la cuatroté. Separando a Jorge de su trabajo con el ex gobernador, el juicio que podríamos hacer de su experiencia como político y ciudadano no es malo. Messenger fue un diputado crítico pero conciliador. Como colaborador de Ramírez deslucía, básicamente por la cualidad camorrera de Graco. Como profesionista es reconocido en su gremio, y como ciudadano ha sido un activo participante de movimientos que reivindican la agenda pública descuidada comúnmente de la gubernamental. Cuando fue postulado por el PRD para la alcaldía de Cuernavaca sufrió una sonora derrota atribuible más a la oposición a Graco Ramírez que a su persona. A lo mejor esa caída es suficiente pago por su cercanía con su amigo, tal vez es excesivo.

Igual pasa con muchos otros.

Como están las cosas, negar la participación de cuadros preparados y que han demostrado efectividad en alguna especialidad gubernamental (Messeguer fue un buen parlamentario), es un lujo que huele a riesgo. Porque a Morelos le hace falta toda la ayuda posible y eso no se consigue con previa censura, con exclusión por orígenes o cualquiera otra forma de discriminación. Una oferta más rica favorece al electorado al enriquecer la agenda gubernamental. Que participen todos.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

En una democracia, quienes determinan a los protagonistas de la actividad política son los electores. En sistemas partidistas como el mexicano, los partidos seleccionan a un conjunto de personas mediante diversos procedimientos para que sean la “oferta” política sobre la que los ciudadanos tienen la decisión definitiva. Hay partidos cuya selección de candidatos se orienta a lograr votos suficientes para cumplir objetivos diversos al triunfo electoral, como lograr espacios de representación proporcional suficientes para lograr influencia en las agendas gubernamentales, unos más sólo aspiran a mantener el registro para permitirse construir futuros con más éxito. Otros van solo por el triunfo.

Los procesos internos de los partidos tienen reglas que permiten seleccionar a los candidatos con la suma de voluntades internas. Ellos hacen la apuesta, si son electos o no es una determinación que corresponde a los electores. Por eso resulta siempre sospechosa la posición de quienes, desde trincheras de opinión pública, censuran de antemano a aspirantes a candidaturas. Si los sujetos pasan las aduanas interna (es decir, si son postulados por un partido político), y pública (si obtienen el voto de la ciudadanía), significa que sus presuntas afrentas públicas del pasado resultaron poco relevantes para partidos y electores. Sin embargo, la virulencia con que algunos enfrentan la posibilidad de que alguien que les desagrada fuera candidato resulta particularmente sospechosa, más cuando proviene del interior de los propios partidos ¿Tan poco confían en sus procedimientos de selección?

Por ejemplo, la probabilidad de que Jorge Messenger, quien fuera colaborador de Graco Ramírez, lograra el aval de Morena para ser candidato a diputado local en la próxima elección, ha indignado injustificadamente a muchos. Aparentemente, la vinculación con el impopular ex gobernador y villano favorito de la actual administración, haría una infamia su postulación por el partido de la cuatroté. Separando a Jorge de su trabajo con el ex gobernador, el juicio que podríamos hacer de su experiencia como político y ciudadano no es malo. Messenger fue un diputado crítico pero conciliador. Como colaborador de Ramírez deslucía, básicamente por la cualidad camorrera de Graco. Como profesionista es reconocido en su gremio, y como ciudadano ha sido un activo participante de movimientos que reivindican la agenda pública descuidada comúnmente de la gubernamental. Cuando fue postulado por el PRD para la alcaldía de Cuernavaca sufrió una sonora derrota atribuible más a la oposición a Graco Ramírez que a su persona. A lo mejor esa caída es suficiente pago por su cercanía con su amigo, tal vez es excesivo.

Igual pasa con muchos otros.

Como están las cosas, negar la participación de cuadros preparados y que han demostrado efectividad en alguna especialidad gubernamental (Messeguer fue un buen parlamentario), es un lujo que huele a riesgo. Porque a Morelos le hace falta toda la ayuda posible y eso no se consigue con previa censura, con exclusión por orígenes o cualquiera otra forma de discriminación. Una oferta más rica favorece al electorado al enriquecer la agenda gubernamental. Que participen todos.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx