/ miércoles 9 de mayo de 2018

PRI: Borrachera y resaca…

El escándalo protagonizado por el hasta la madrugada de ayer dirigente del PRI en el estado, Alberto Martínez González no debería hacerle daño a la campaña que Jorge Meade Ocaranza ha emprendido en pos de la gubernatura del estado. No debería, hacerlo porque se trata de dos personas diversas con comportamientos muy diferentes y que hasta pertenecen a corrientes distintas del Revolucionario Institucional. No debiera porque son los individuos responsables de sus propios actos. Y no debiera porque en una sociedad aficionada al alcohol y la falta de prudencia al conducir, habrá quienes vean el incidente drunken driving de Martínez González como algo no grave. El ebrio conductor de Audi no debiera hacer daño a una campaña que poco a poco iba sumando… pero lo hará.


El incidente daña a Jorge Meade porque sirve a sus adversarios para manchar a quien no habían podido señalar con alguna contundencia, porque a final de cuentas en el discurso de campaña los individuos no existen y son esas aglomeraciones artificiales las que a final de cuentas dañan a los sujetos que no se dañan solos. Me explico, el problema de Jorge Meade, igual que el de su tocayo de apellido, no son ellos mismos, sino el PRI y lo que esa informe masa representa en el ánimo de los electores. El problema es que un regularmente limpio candidato al gobierno del estado tenía que llevar una campaña impecable, prístina, inmaculada, y un dirigente pasado de copas acabó por cubrirlo de su ignominia.


Claro que la respuesta de Meade Ocaranza fue muy buena, aunque con diez horas de atraso. El candidato debió anunciar el relevo en la dirigencia de forma inmediata. Por el contrario, permitió que el encono, la infamia, creciera en las redes sociales, esos vehículos del odio, y se direccionara sobre el candidato que, hasta donde se sabe, no tiene relación alguna con los hechos, salvo el infortunio de ser candidato con un ex dirigente aficionado al peligro. Y claro, dirán los racionales, que no es posible pedir al candidato que ande vigilando lo que se meten todos los priistas; pero la comunicación política hace mucho, por desgracia, dejó de ser un ejercicio racional para convertirse en contenidos dignos de revistas de chismes del corazón, pero en mal plan.


¿Podría el efecto borrachazo traducirse en positivos para Meade? El primer movimiento ha sido bueno, el candidato destituyó al escandaloso y además se esforzó en que se notara que fue una determinación suya. Falta la otra parte, ¿cómo puede usar Jorge Meade el efecto del fregadazo para fortalecer su campaña? Es posible, por supuesto, en tanto su equipo tenga la solvencia para ocupar la catástrofe a su favor e incluir la respuesta al problema como un ejemplo del comportamiento que uno esperaría de un gobernante. Si esto puede ser comunicado eficientemente a los electores, el borrachazo será apenas un tropezón; de otra forma, la resaca puede ser muy dolorosa para los priistas que, por múltiples factores, parecían hasta antes del martes, tener oportunidad de contender por la gubernatura.


Otro desorden partidista es el de Encuentro Social, donde José Manuel Sanz Rivera ha sido nombrado relevista de José Luis Gómez Borbolla, con lo que el PES en Morelos contaría su tercer presidente en menos de un año. Hasta ayer, para la autoridad electoral, Gómez Borbolla seguía siendo el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia por Cuernavaca, en tanto no se había verificado su renuncia al registro hecho hace unas semanas, cuando aún no lo odiaban tanto. El asunto se va a complicar, según parece, en tanto el ya ex dirigente ni el teléfono les toma a sus compañeros de partido.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

El escándalo protagonizado por el hasta la madrugada de ayer dirigente del PRI en el estado, Alberto Martínez González no debería hacerle daño a la campaña que Jorge Meade Ocaranza ha emprendido en pos de la gubernatura del estado. No debería, hacerlo porque se trata de dos personas diversas con comportamientos muy diferentes y que hasta pertenecen a corrientes distintas del Revolucionario Institucional. No debiera porque son los individuos responsables de sus propios actos. Y no debiera porque en una sociedad aficionada al alcohol y la falta de prudencia al conducir, habrá quienes vean el incidente drunken driving de Martínez González como algo no grave. El ebrio conductor de Audi no debiera hacer daño a una campaña que poco a poco iba sumando… pero lo hará.


El incidente daña a Jorge Meade porque sirve a sus adversarios para manchar a quien no habían podido señalar con alguna contundencia, porque a final de cuentas en el discurso de campaña los individuos no existen y son esas aglomeraciones artificiales las que a final de cuentas dañan a los sujetos que no se dañan solos. Me explico, el problema de Jorge Meade, igual que el de su tocayo de apellido, no son ellos mismos, sino el PRI y lo que esa informe masa representa en el ánimo de los electores. El problema es que un regularmente limpio candidato al gobierno del estado tenía que llevar una campaña impecable, prístina, inmaculada, y un dirigente pasado de copas acabó por cubrirlo de su ignominia.


Claro que la respuesta de Meade Ocaranza fue muy buena, aunque con diez horas de atraso. El candidato debió anunciar el relevo en la dirigencia de forma inmediata. Por el contrario, permitió que el encono, la infamia, creciera en las redes sociales, esos vehículos del odio, y se direccionara sobre el candidato que, hasta donde se sabe, no tiene relación alguna con los hechos, salvo el infortunio de ser candidato con un ex dirigente aficionado al peligro. Y claro, dirán los racionales, que no es posible pedir al candidato que ande vigilando lo que se meten todos los priistas; pero la comunicación política hace mucho, por desgracia, dejó de ser un ejercicio racional para convertirse en contenidos dignos de revistas de chismes del corazón, pero en mal plan.


¿Podría el efecto borrachazo traducirse en positivos para Meade? El primer movimiento ha sido bueno, el candidato destituyó al escandaloso y además se esforzó en que se notara que fue una determinación suya. Falta la otra parte, ¿cómo puede usar Jorge Meade el efecto del fregadazo para fortalecer su campaña? Es posible, por supuesto, en tanto su equipo tenga la solvencia para ocupar la catástrofe a su favor e incluir la respuesta al problema como un ejemplo del comportamiento que uno esperaría de un gobernante. Si esto puede ser comunicado eficientemente a los electores, el borrachazo será apenas un tropezón; de otra forma, la resaca puede ser muy dolorosa para los priistas que, por múltiples factores, parecían hasta antes del martes, tener oportunidad de contender por la gubernatura.


Otro desorden partidista es el de Encuentro Social, donde José Manuel Sanz Rivera ha sido nombrado relevista de José Luis Gómez Borbolla, con lo que el PES en Morelos contaría su tercer presidente en menos de un año. Hasta ayer, para la autoridad electoral, Gómez Borbolla seguía siendo el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia por Cuernavaca, en tanto no se había verificado su renuncia al registro hecho hace unas semanas, cuando aún no lo odiaban tanto. El asunto se va a complicar, según parece, en tanto el ya ex dirigente ni el teléfono les toma a sus compañeros de partido.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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