/ martes 9 de febrero de 2021

¿Problemas en el paraíso?

El manejo de la pandemia en México ha sido de los peores en el mundo de acuerdo con diversos gabinetes internacionales de expertos que han analizado el desempeño de los gobiernos y las políticas públicas para enfrentar el Covid-19 en decenas de naciones. La escalada del Covid-19 en todo el país, y las ocho semanas de innegable crecimiento exponencial de contagios en Morelos, evidencian también que el estado lo está haciendo peor, a pesar de que el secretario de Gobierno, Pablo Ojeda, insinúe que el gobierno federal tiene datos que probablemente no correspondan a la realidad; y que el secretario de Salud, Marco Cantú, alegue que las cifras de López Gatell usó para su regaño matinal a la tierra de Zapata, no son actuales.

Pese a los intentos terribles, por cínicos y fallidos, de zafarse del reclamo-recomendación las propias cifras del gobierno estatal indican que las cosas están muy mal. El fin de semana hubo casi tres mil nuevos contagios, lo que representa más del 10% del total de los registrados durante los diez meses anteriores clímax de semanas con un número de casos nuevos que superaban, por día, incluso los de los primeros meses de la pandemia.

Para la secretaría de Salud, aparentemente no tan expertos en matemáticas como en simbolismos, el hecho de que haya incrementado el número de casos ha influido positivamente en la tasa de letalidad, reduciéndola de hasta 20 por ciento que llegó a tener, a menos del 10 por ciento actualmente. Lo cierto es que el número de pacientes muertos diarios se mantiene un poco arriba de los que se registraban el año pasado. Para las autoridades de salud en Morelos aparentemente no eran muchos muertos antes, sino que se identificaban pocos casos. Ambas posturas son insostenibles desde la perspectiva lógica y humanitaria. En tanto ahora los infectados detectados son muchos más, y los muertos tampoco resultan menos.

Luego del regaño a Morelos y el llamado a ejercer acciones “vigorosas” en salud pública y reducción de la movilidad, el enojo local era evidente. En la conferencia de prensa para reportar el estado de la pandemia en Morelos estuvo incluso el Secretario de Gobierno, que no asiste a diario. En su respuesta al gobierno federal reclamaron que el control de la pandemia es corresponsabilidad de la federación, el estado y los municipios; también recordaron que Morelos se sometió voluntariamente al semáforo rojo cuando la Ciudad de México estableció esa restricción por segunda vez. Culparon del repunte de casos Covid-19 en Morelos a la alta movilidad decembrina que atribuyeron a visitantes de la Ciudad de México; y expusieron, entre sus grandes acciones, la ley que hace obligatorio el uso de cubrebocas en el estado, ordenamiento que no puede ser acatado por razones técnico jurídicas que impiden la posibilidad de sancionar a quienes omitan el utensilio. Igual resaltaron la política de pruebas rápidas que permite identificar oportunamente más casos y evitar que lleguen a etapas de necesaria hospitalización. Repeticiones. La fallida política sanitaria sigue. Pero ya dijo el secretario de Salud, si alguien tiene otra idea fundada en la ciencia para mejorarla, es bienvenida. Con esos datos es imposible el optimismo.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

El manejo de la pandemia en México ha sido de los peores en el mundo de acuerdo con diversos gabinetes internacionales de expertos que han analizado el desempeño de los gobiernos y las políticas públicas para enfrentar el Covid-19 en decenas de naciones. La escalada del Covid-19 en todo el país, y las ocho semanas de innegable crecimiento exponencial de contagios en Morelos, evidencian también que el estado lo está haciendo peor, a pesar de que el secretario de Gobierno, Pablo Ojeda, insinúe que el gobierno federal tiene datos que probablemente no correspondan a la realidad; y que el secretario de Salud, Marco Cantú, alegue que las cifras de López Gatell usó para su regaño matinal a la tierra de Zapata, no son actuales.

Pese a los intentos terribles, por cínicos y fallidos, de zafarse del reclamo-recomendación las propias cifras del gobierno estatal indican que las cosas están muy mal. El fin de semana hubo casi tres mil nuevos contagios, lo que representa más del 10% del total de los registrados durante los diez meses anteriores clímax de semanas con un número de casos nuevos que superaban, por día, incluso los de los primeros meses de la pandemia.

Para la secretaría de Salud, aparentemente no tan expertos en matemáticas como en simbolismos, el hecho de que haya incrementado el número de casos ha influido positivamente en la tasa de letalidad, reduciéndola de hasta 20 por ciento que llegó a tener, a menos del 10 por ciento actualmente. Lo cierto es que el número de pacientes muertos diarios se mantiene un poco arriba de los que se registraban el año pasado. Para las autoridades de salud en Morelos aparentemente no eran muchos muertos antes, sino que se identificaban pocos casos. Ambas posturas son insostenibles desde la perspectiva lógica y humanitaria. En tanto ahora los infectados detectados son muchos más, y los muertos tampoco resultan menos.

Luego del regaño a Morelos y el llamado a ejercer acciones “vigorosas” en salud pública y reducción de la movilidad, el enojo local era evidente. En la conferencia de prensa para reportar el estado de la pandemia en Morelos estuvo incluso el Secretario de Gobierno, que no asiste a diario. En su respuesta al gobierno federal reclamaron que el control de la pandemia es corresponsabilidad de la federación, el estado y los municipios; también recordaron que Morelos se sometió voluntariamente al semáforo rojo cuando la Ciudad de México estableció esa restricción por segunda vez. Culparon del repunte de casos Covid-19 en Morelos a la alta movilidad decembrina que atribuyeron a visitantes de la Ciudad de México; y expusieron, entre sus grandes acciones, la ley que hace obligatorio el uso de cubrebocas en el estado, ordenamiento que no puede ser acatado por razones técnico jurídicas que impiden la posibilidad de sancionar a quienes omitan el utensilio. Igual resaltaron la política de pruebas rápidas que permite identificar oportunamente más casos y evitar que lleguen a etapas de necesaria hospitalización. Repeticiones. La fallida política sanitaria sigue. Pero ya dijo el secretario de Salud, si alguien tiene otra idea fundada en la ciencia para mejorarla, es bienvenida. Con esos datos es imposible el optimismo.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx