/ martes 2 de agosto de 2022

Señales

La política en México ha sido y es un pozo de aguas turbias, no existen verdades ni mentiras, lealtades o traiciones, existen intereses; el fin de semana Morena llevó a cabo las votaciones para la renovación interna del partido, los nuevos congresos distritales en las 32 entidades del país definirán el rumbo que tomará el partido con miras al 2024.

Dicha votación se realizó en dos jornadas, entre sábado y domingo se cubrió la totalidad de los Estados, el proceso fue complicado como suelen ser los procesos internos de todos los partidos tomando en cuenta que el poder no sólo une también divide, el carro de Morena es un vehículo atractivo, todos quieren manejarlo al representar la escudería con más probabilidades de triunfo a lo largo y ancho del territorio.

Algo resulta manifiesto, las fuerzas vivas se mueven en torno a una sucesión nacida ya en un parto prematuro, hoy los que no se mueven son precisamente los que no saldrán en la foto, el análisis de la jornada que recientemente presenciamos debe ser producto de un cuidadoso desglose, alejarlo de las narrativas simples que se pretenden instalar y que intentan marcar al proceso como violento y lleno de vicios, en esa línea la oposición inoperante (como suele ser desde hace un tiempo) descalifica y acusa a sus adversarios de conductas alguna vez practicadas por ellos mismos, se ocupan una vez más de tratar de destruir sin construir, sin edificar un liderazgo que les permita competir o por lo menos hacer un papel decoroso dentro de 2 años.

Las señales que se desprenden del ejercicio deben ser distintas para cada sector, ya sea Morena, la oposición o la propia ciudadanía, de 553 puntos de votación instalados se registraron incidentes que pudieran resultar graves en 11, lo cual indica que el proceso no fue fallido como algunos pretenden trasladar a la percepción popular, sin embargo las imágenes suelen tener mayor contundencia que las palabras y se pudo observar evidente acarreo, riñas, compra de votos y mapachismo, lo anterior no debe ser minimizado ni por Morena ni por el Presidente, el partido corre un grave riesgo de gestar al enemigo en sus propias entrañas, nunca el discurso de López Obrador estuvo más alejado de la realidad morenista, las corrientes interiores que se mueven pudieran debilitar en lugar de fortalecer y la democracia no parece ser virtud morenista, las palabras de Citlalli Hernández sobre la cero tolerancia a irregularidades deben tomar vías de hecho, Mario Delgado también tiene difícil tarea para lograr la ansiada unión y un piso parejo, sin embargo un punto a favor es el EDOMEX (lugar en donde se librará en 2023 la madre de todas batallas y la “final adelantada”) ahí la situación va viento en popa pues el grupo Texcoco de Delfina Gómez aparece unido y fortalecido

Para los partidos opositores el cristal con que se mira debe ser distinto, los jaloneos de Morena no deben distraer más de la cuenta a la Trinidad política conformada por Pan, Pri y Prd, para ellos lo que preocupe y ocupe debe ser el músculo mostrado por Morena, casi 3 millones de afiliados debe ser un dato inquietante sin lugar a dudas, tomando en cuenta que el PAN no llega a 250 mil militantes ¿hace falta decir más?

Para la ciudadanía queda pendiente la exigencia de procesos democráticos y transparentes, no se deben normalizar las irregularidades y los vicios por más comunes y frecuentes que estos sean, entender que la corrupción no se elimina por decreto y exigir su destierro, ayudará para fortalecer nuestra democracia sin importar las ideologías.

Finalmente las interrogantes son muchas, ¿en verdad es el PRI el big bang de la política mexicana? ¿De palabra, obra u omisión somos todos el PRI de alguna manera? No debemos como ciudadanos dejarnos cegar por nuestras filias y fobias permitiendo vicios que deben ser desterrados.

Sabemos también que una oposición fuerte es fundamental en una democracia sana y sobre todo real ¿Cuánto tiempo más esa oposición piensa seguir caminando acéfala en la ruta hacia la sucesión? La obsesión por destruir sin proponer nada, únicamente les llenará de escombros el camino.

La política en México ha sido y es un pozo de aguas turbias, no existen verdades ni mentiras, lealtades o traiciones, existen intereses; el fin de semana Morena llevó a cabo las votaciones para la renovación interna del partido, los nuevos congresos distritales en las 32 entidades del país definirán el rumbo que tomará el partido con miras al 2024.

Dicha votación se realizó en dos jornadas, entre sábado y domingo se cubrió la totalidad de los Estados, el proceso fue complicado como suelen ser los procesos internos de todos los partidos tomando en cuenta que el poder no sólo une también divide, el carro de Morena es un vehículo atractivo, todos quieren manejarlo al representar la escudería con más probabilidades de triunfo a lo largo y ancho del territorio.

Algo resulta manifiesto, las fuerzas vivas se mueven en torno a una sucesión nacida ya en un parto prematuro, hoy los que no se mueven son precisamente los que no saldrán en la foto, el análisis de la jornada que recientemente presenciamos debe ser producto de un cuidadoso desglose, alejarlo de las narrativas simples que se pretenden instalar y que intentan marcar al proceso como violento y lleno de vicios, en esa línea la oposición inoperante (como suele ser desde hace un tiempo) descalifica y acusa a sus adversarios de conductas alguna vez practicadas por ellos mismos, se ocupan una vez más de tratar de destruir sin construir, sin edificar un liderazgo que les permita competir o por lo menos hacer un papel decoroso dentro de 2 años.

Las señales que se desprenden del ejercicio deben ser distintas para cada sector, ya sea Morena, la oposición o la propia ciudadanía, de 553 puntos de votación instalados se registraron incidentes que pudieran resultar graves en 11, lo cual indica que el proceso no fue fallido como algunos pretenden trasladar a la percepción popular, sin embargo las imágenes suelen tener mayor contundencia que las palabras y se pudo observar evidente acarreo, riñas, compra de votos y mapachismo, lo anterior no debe ser minimizado ni por Morena ni por el Presidente, el partido corre un grave riesgo de gestar al enemigo en sus propias entrañas, nunca el discurso de López Obrador estuvo más alejado de la realidad morenista, las corrientes interiores que se mueven pudieran debilitar en lugar de fortalecer y la democracia no parece ser virtud morenista, las palabras de Citlalli Hernández sobre la cero tolerancia a irregularidades deben tomar vías de hecho, Mario Delgado también tiene difícil tarea para lograr la ansiada unión y un piso parejo, sin embargo un punto a favor es el EDOMEX (lugar en donde se librará en 2023 la madre de todas batallas y la “final adelantada”) ahí la situación va viento en popa pues el grupo Texcoco de Delfina Gómez aparece unido y fortalecido

Para los partidos opositores el cristal con que se mira debe ser distinto, los jaloneos de Morena no deben distraer más de la cuenta a la Trinidad política conformada por Pan, Pri y Prd, para ellos lo que preocupe y ocupe debe ser el músculo mostrado por Morena, casi 3 millones de afiliados debe ser un dato inquietante sin lugar a dudas, tomando en cuenta que el PAN no llega a 250 mil militantes ¿hace falta decir más?

Para la ciudadanía queda pendiente la exigencia de procesos democráticos y transparentes, no se deben normalizar las irregularidades y los vicios por más comunes y frecuentes que estos sean, entender que la corrupción no se elimina por decreto y exigir su destierro, ayudará para fortalecer nuestra democracia sin importar las ideologías.

Finalmente las interrogantes son muchas, ¿en verdad es el PRI el big bang de la política mexicana? ¿De palabra, obra u omisión somos todos el PRI de alguna manera? No debemos como ciudadanos dejarnos cegar por nuestras filias y fobias permitiendo vicios que deben ser desterrados.

Sabemos también que una oposición fuerte es fundamental en una democracia sana y sobre todo real ¿Cuánto tiempo más esa oposición piensa seguir caminando acéfala en la ruta hacia la sucesión? La obsesión por destruir sin proponer nada, únicamente les llenará de escombros el camino.