/ miércoles 30 de septiembre de 2020

¿Qué hacer con la nueva agenda nacionalista?

La actual depresión pandémica, como ha sido llamada la crisis económica causada por la contingencia sanitaria con motivo del virus SARS-CoV-2 (Covid19), hizo que varios países europeos, asiáticos y los EEUU hayan impulsado una nueva agenda nacionalista desde hace varios meses.

La razón parece ser muy simple, los Estados deben intervenir para proteger la economía, los trabajos y los ingresos de las familias y personas. La reducción de las tasas de interés por parte de los bancos centrales y el aumento del gasto público para estimular la economía hace resonar con más fuera el “Great America Again” no sólo en EEUU, sino en beneficio de cada país en muchas partes del mundo.

Si los países no intervienen en sus economías, se corre el riesgo de perder la competitividad presente y futura en sectores productivos que alguien más sí podrá mantener. Por eso, los gobiernos comenzaron a otorgar apoyos para mantener sus industrias prioritarias y los puestos de trabajo existentes.

Por el contrario, en México el gobierno se ha negado a poner en marcha una política fiscal contracíclica de las proporciones que nos lo demanda la crisis pandémica. En ese camino, ha decidido ser muy selectivo (por decir lo menos) en su estrategia de contención y reactivación de la economía nacional; pero el problema es que no está considerando la onda expansiva que tendrá la destrucción de la capacidad productiva por la crisis.

Tal parece que una vez más se hará presente el famoso dicho: ¡Que cada quien se rasque con sus propias uñas! Esta situación ha causado que ya se hable del sexenio perdido ó de tener que esperar hasta 11 años para volver al nivel de crecimiento y trabajo que teníamos antes de la pandemia. Lo que estos pronósticos nos dicen es que ante el abandono institucional, la economía se recuperará por su propia cuenta y con los medios que cada quien pueda tener.

De acuerdo con la CEPAL nos estamos convirtiendo en el cuarto país con mayor número de pobres, con más de 50 millones y en el quinto con mayor número de pobres extremos, con 18 millones. No obstante, tampoco se habla de un nuevo pacto político-social para México.

Mientras el mundo avanza en una nueva oleada de políticas proteccionistas, de fuertes estímulos fiscales e intervención gubernamental para salvar sus economías, ¿qué estamos haciendo nosotros? ¿Qué se hará con la nueva agenda nacionalista que avanza en los hechos con una fuerza justificada por la crisis pandémica y que nadie cuestiona ahora, pero cuyos efectos se comenzarán a sentir en los próximos meses?

Parte de la respuesta parece quedar contestada cuando se revisa el proyecto de presupuesto de egresos federal para el 2021, donde se dejó claro que al Presidente sólo le importa salvar los proyectos emblemáticos de la 4T, en lugar de construir una solución a la crisis que enfrentamos y los efectos que tendrá el país en el futuro cercano. Sin duda, nos hace falta un verdadero proyecto de Nación.


Twitter/Facebook: @CzarArenas

La actual depresión pandémica, como ha sido llamada la crisis económica causada por la contingencia sanitaria con motivo del virus SARS-CoV-2 (Covid19), hizo que varios países europeos, asiáticos y los EEUU hayan impulsado una nueva agenda nacionalista desde hace varios meses.

La razón parece ser muy simple, los Estados deben intervenir para proteger la economía, los trabajos y los ingresos de las familias y personas. La reducción de las tasas de interés por parte de los bancos centrales y el aumento del gasto público para estimular la economía hace resonar con más fuera el “Great America Again” no sólo en EEUU, sino en beneficio de cada país en muchas partes del mundo.

Si los países no intervienen en sus economías, se corre el riesgo de perder la competitividad presente y futura en sectores productivos que alguien más sí podrá mantener. Por eso, los gobiernos comenzaron a otorgar apoyos para mantener sus industrias prioritarias y los puestos de trabajo existentes.

Por el contrario, en México el gobierno se ha negado a poner en marcha una política fiscal contracíclica de las proporciones que nos lo demanda la crisis pandémica. En ese camino, ha decidido ser muy selectivo (por decir lo menos) en su estrategia de contención y reactivación de la economía nacional; pero el problema es que no está considerando la onda expansiva que tendrá la destrucción de la capacidad productiva por la crisis.

Tal parece que una vez más se hará presente el famoso dicho: ¡Que cada quien se rasque con sus propias uñas! Esta situación ha causado que ya se hable del sexenio perdido ó de tener que esperar hasta 11 años para volver al nivel de crecimiento y trabajo que teníamos antes de la pandemia. Lo que estos pronósticos nos dicen es que ante el abandono institucional, la economía se recuperará por su propia cuenta y con los medios que cada quien pueda tener.

De acuerdo con la CEPAL nos estamos convirtiendo en el cuarto país con mayor número de pobres, con más de 50 millones y en el quinto con mayor número de pobres extremos, con 18 millones. No obstante, tampoco se habla de un nuevo pacto político-social para México.

Mientras el mundo avanza en una nueva oleada de políticas proteccionistas, de fuertes estímulos fiscales e intervención gubernamental para salvar sus economías, ¿qué estamos haciendo nosotros? ¿Qué se hará con la nueva agenda nacionalista que avanza en los hechos con una fuerza justificada por la crisis pandémica y que nadie cuestiona ahora, pero cuyos efectos se comenzarán a sentir en los próximos meses?

Parte de la respuesta parece quedar contestada cuando se revisa el proyecto de presupuesto de egresos federal para el 2021, donde se dejó claro que al Presidente sólo le importa salvar los proyectos emblemáticos de la 4T, en lugar de construir una solución a la crisis que enfrentamos y los efectos que tendrá el país en el futuro cercano. Sin duda, nos hace falta un verdadero proyecto de Nación.


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