/ martes 23 de junio de 2020

Rabín en Gobernación...

Según la posición política en que uno se encuentre, el enroque que llevó a Rabindranath Salazar Solorio de la dirección del Banco del Bienestar a la subsecretaría de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos, fue bueno o malo para el morelense que ya fue alcalde, diputado, senador y aspirante a la gubernatura del estado.

Quienes no le tienen alguna estima, perciben el movimiento como el final de la carrera política de quien aún quiere ser gobernador de Morelos y buscará que sea justamente Cuauhtémoc Blanco el que le entregue el poder. Consideran que la posición en la que fue ubicado Salazar le permitirá menos movilidad y visibilidad que el Banco del Bienestar, y aseguran que el haberlo alejado de una de las entidades responsables de los programas sociales del presidente, significa una limitante al proyecto político de Salazar.

En el otro extremo se asegura que la nueva posición del ex senador le permitirá un acercamiento natural con organizaciones y agrupaciones políticas, lo que le permitiría fortalecer su imagen y conseguir respaldos reales para sí mismo. Rabín habría sido entonces premiado por el presidente al grado de que no pocos de sus adversarios políticos en el gobierno de Morelos de inmediato se apresuraron a disminuir la importancia del enroque en el gabinete de López Obrador, asegurando que se trataba de un castigo. Algunos más lo consideraron una concesión al gobernador, Cuauhtémoc Blanco, que está lejos de ser fan del ex senador.

Entender los movimientos que López Obrador hace en su equipo de trabajo es casi imposible (mucho peor intentarlo con los que no hace), lo cierto es que el equipo del ex senador lo percibe como una oportunidad de crecimiento y como un espaldarazo del presidente a un político, a final de cuentas la dirección de un banco es una oficina eminentemente administrativa, mientras que un espacio en gobernación (más si se encarga de relaciones con instituciones electorales, religiosas y de la sociedad civil) tiene un componente radicalmente político.

Pero a tres años de que empiecen realmente los ánimos sucesorios en el gobierno estatal, cualquier especulación sobre la fortaleza o debilidad de Salazar Solorio es absurda y él lo sabe. En la elección pasada, antes de la alianza con PT y PES todos sabían que el candidato a la gubernatura por Morena sería Rabín, a quien el propio López Obrador reconoció por “ceder” el espacio a Cuauhtémoc Blanco.

En todo caso, la primera preocupación de Rabindranath Salazar, si quiere hacerse del gobierno estatal bajo las siglas de su partido, será recuperarlo, porque la caída de poco más de ocho puntos porcentuales en las preferencias de Morena en Morelos lo ubica en apenas el 27.5 por ciento (de acuerdo con la última medición disponible (la de Arias Consultores) una cifra que permitiría una elección en que intervinieran demasiadas variables como para tener alguna certeza de que valga la pena contender.

Por cierto, hay quienes aseguran que la nueva oficina de Rabín se fortalecerá al fusionarla con la subsecretaría de Gobierno, si es así, valiente castigo o concesión.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Según la posición política en que uno se encuentre, el enroque que llevó a Rabindranath Salazar Solorio de la dirección del Banco del Bienestar a la subsecretaría de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos, fue bueno o malo para el morelense que ya fue alcalde, diputado, senador y aspirante a la gubernatura del estado.

Quienes no le tienen alguna estima, perciben el movimiento como el final de la carrera política de quien aún quiere ser gobernador de Morelos y buscará que sea justamente Cuauhtémoc Blanco el que le entregue el poder. Consideran que la posición en la que fue ubicado Salazar le permitirá menos movilidad y visibilidad que el Banco del Bienestar, y aseguran que el haberlo alejado de una de las entidades responsables de los programas sociales del presidente, significa una limitante al proyecto político de Salazar.

En el otro extremo se asegura que la nueva posición del ex senador le permitirá un acercamiento natural con organizaciones y agrupaciones políticas, lo que le permitiría fortalecer su imagen y conseguir respaldos reales para sí mismo. Rabín habría sido entonces premiado por el presidente al grado de que no pocos de sus adversarios políticos en el gobierno de Morelos de inmediato se apresuraron a disminuir la importancia del enroque en el gabinete de López Obrador, asegurando que se trataba de un castigo. Algunos más lo consideraron una concesión al gobernador, Cuauhtémoc Blanco, que está lejos de ser fan del ex senador.

Entender los movimientos que López Obrador hace en su equipo de trabajo es casi imposible (mucho peor intentarlo con los que no hace), lo cierto es que el equipo del ex senador lo percibe como una oportunidad de crecimiento y como un espaldarazo del presidente a un político, a final de cuentas la dirección de un banco es una oficina eminentemente administrativa, mientras que un espacio en gobernación (más si se encarga de relaciones con instituciones electorales, religiosas y de la sociedad civil) tiene un componente radicalmente político.

Pero a tres años de que empiecen realmente los ánimos sucesorios en el gobierno estatal, cualquier especulación sobre la fortaleza o debilidad de Salazar Solorio es absurda y él lo sabe. En la elección pasada, antes de la alianza con PT y PES todos sabían que el candidato a la gubernatura por Morena sería Rabín, a quien el propio López Obrador reconoció por “ceder” el espacio a Cuauhtémoc Blanco.

En todo caso, la primera preocupación de Rabindranath Salazar, si quiere hacerse del gobierno estatal bajo las siglas de su partido, será recuperarlo, porque la caída de poco más de ocho puntos porcentuales en las preferencias de Morena en Morelos lo ubica en apenas el 27.5 por ciento (de acuerdo con la última medición disponible (la de Arias Consultores) una cifra que permitiría una elección en que intervinieran demasiadas variables como para tener alguna certeza de que valga la pena contender.

Por cierto, hay quienes aseguran que la nueva oficina de Rabín se fortalecerá al fusionarla con la subsecretaría de Gobierno, si es así, valiente castigo o concesión.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx