/ miércoles 18 de mayo de 2022

Rebelión de las Américas

Una vez que regresó al país después de su exitosa gira por América Central y Cuba, el presidente López Obrador, declaró que si EU insiste en excluir a algún país de la próxima Cumbre de las Américas, a celebrarse en junio próximo en Los Angeles, Cal., él no asistirá y solo enviará una representación diplomática de alto nivel, pero sin su presencia como titular del poder ejecutivo de México.

Esta declaración de rebeldía generó un terremoto en las altas esferas de Washington. El embajador Ken Salazar se presentó de inmediato en Palacio Nacional para pedir aclaraciones. Pero en América Latina ya había cundido la rebelión. Los presidentes de Bolivia, Luis Arce; de El Salvador, Nayib Bukele y Xiomara Castro, de Honduras, han declarado algo similar.

En Brasil guardan hermetismo, pero la cancillería ha hecho filtraciones que adelantan la inasistencia del presidente Jair Bolsonaro al evento. Por su parte, los cancilleres argentino y chileno enviaron un mensaje diplomático a los organizadores en el sentido de que su gobierno desea una Cumbre sin exclusiones.

La rebeldía va sumando adeptos. A la probable ausencia de México deberá agregarse la de los países mencionados, así como de los que fueron originalmente excluidos. En la región de las Antillas, agrupadas en el Caricom hay varios países donde Venezuela y Cuba conservan cierta influencia, de modo que habrá por lo menos 15 países –entre ellos los 3 más grandes y de mayor desarrollo económico— que estarán ausentes en la mencionada Cumbre.

Hay varios factores regionales que generan esta rebeldía. Por un lado, la izquierda ha logrado avanzar mucho en América del sur: Chile, Argentina, Perú, Bolivia. Pero lo más importante aún está por llegar: en este mismo año habrá elecciones en Brasil y Colombia, donde los candidatos de la izquierda (Lula en Brasil; Gustavo Petro en Colombia) tienen amplias posibilidades de obtener el triunfo.

Vayamos por otro rumbo en el análisis. Por primera vez en más de 30 años, desde el derrumbe de la Unión Soviética, una gran potencia como Rusia ha desafiado abiertamente la dominación de EU y sus aliados de la OTAN. La guerra en Ucrania es una confrontación entre EU y Rusia, usando en este caso el territorio y las tropas ucranianas. La ofensiva rusa avanza, además, en el juego político-económico que generan las sanciones que le han impuesto.

Con un conflicto de dimensión mundial en el centro de sus desvelos, EU además en lo interno sufre una inflación que no había tenido en décadas. Algunos valores en la bolsa se han derrumbado, mientras los precios de los energéticos se han vuelto volátiles, lejos del alcance de los consumidores, encareciendo en cadena el resto de la economía.

En el teatro político de América, se puede advertir que varios de los grandes hechos históricos de nuestros países se han producido en el momento que EU tiene las manos ocupadas en asuntos de otros continentes. En Argentina fue Juan Domingo Perón el dirigente de un gran esfuerzo por lograr su independencia económica. En México fue Lázaro Cárdenas quien decretó la nacionalización de las empresas petroleras en 1938, en vísperas del gran conflicto mundial, cuando EU tenía su preocupación centrada en los asuntos europeos.

La coyuntura de hoy tiene rasgos más graves que la crisis de pre-guerra en 1938. Porque en aquel momento EU apenas se preparaba para intervenir en el conflicto, mientras hoy sus aliados más cercanos (Polonia, Ucrania, Bulgaria) se encuentran bajo el fuego directo de los proyectiles rusos o de las contramedidas implementadas por Vladimir Putin.

Si en las presentes condiciones de apremio EU intentara mantener su política de exclusiones en América Latina, cabe la posibilidad de que la brecha se amplíe y en definitiva pierda el control político de la región, conservando solo el recurso de la fuerza. Es decir, sería un fracaso político de consecuencias continentales.

Si Anthony Blinken, secretario de estado de EU, mantuviera la actitud arrogante de calificar quién de los gobernantes es “dictador” y cual país sí tiene un régimen “democrático”, su diplomacia entrará rápidamente en un tobogán. Como antecedente se puede citar que a la Cumbre de Panamá, realizada en 2015 fueron invitados los presidentes de los países que hoy fueron excluidos.

Incluso el entonces presidente cubano Raúl Castro pudo asistir y dialogar con Barack Obama, su par de EU. Es muy notorio el viraje a la derecha de la política exterior de la potencia anglosajona. En esta ocasión, se nota que Anthony Blinken ha asumido la “línea dura”.

La Cumbre de las Américas es un foro formal y simbólico. Sirve como un teatro donde los países exhiben sus fuerzas. En general en esas reuniones no se resuelve nada, y los temas acordados se mandan a comisiones para su estudio. Pero en este caso además la cumbre tendría un aspecto muy contradictorio: los países que más migrantes generan son los de América central y el Caribe. Y si no asistieran México, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Cuba y Venezuela, la Cumbre angelina será una reunión trunca, sin materia de debate, sin ningún sentido.

Imaginemos una reunión donde EU, Canadá, Ecuador y similares discuten sobre temas de migración, por ejemplo. En términos teóricos habrá sin duda buenos planteamientos. Estados Unidos buscará, como país que recibe en masa a miles de migrantes, que sus propuestas sean atendidas y que América Latina aplique medidas para contenerla.

Por otra parte, el bloqueo de EU a varios países no fue una decisión colectiva, democrática ni consensuada. Fue impuesto de manera unilateral, con procedimientos que se extralimitan ya que la legislación norteamericana se aplica como si tuviera poder extraterritorial, afectando a empresas de todo el mundo. Es una medida brutal de guerra destinada a desestabilizar regímenes no gratos al Pentágono. Hoy se han suavizado las medidas contra Cuba –permitir más vuelos a la isla, quitar el límite a las remesas—pero el bloqueo subsiste.

La política de Anthony Blinken está resultando contraproducente a los intereses de EU. En vez de presentar un bloque unificado ante el desafío ruso, tendrá ausencias, confusión y críticas. El Departamento de Estado no está manejando adecuadamente las relaciones. Ojalá se pueda redactar una mejor convocatoria a la Cumbre angelina, sin exclusiones, durante la reunión que tendrá lugar en México el miércoles 18 de junio entre funcionarios de ambos países.

Una vez que regresó al país después de su exitosa gira por América Central y Cuba, el presidente López Obrador, declaró que si EU insiste en excluir a algún país de la próxima Cumbre de las Américas, a celebrarse en junio próximo en Los Angeles, Cal., él no asistirá y solo enviará una representación diplomática de alto nivel, pero sin su presencia como titular del poder ejecutivo de México.

Esta declaración de rebeldía generó un terremoto en las altas esferas de Washington. El embajador Ken Salazar se presentó de inmediato en Palacio Nacional para pedir aclaraciones. Pero en América Latina ya había cundido la rebelión. Los presidentes de Bolivia, Luis Arce; de El Salvador, Nayib Bukele y Xiomara Castro, de Honduras, han declarado algo similar.

En Brasil guardan hermetismo, pero la cancillería ha hecho filtraciones que adelantan la inasistencia del presidente Jair Bolsonaro al evento. Por su parte, los cancilleres argentino y chileno enviaron un mensaje diplomático a los organizadores en el sentido de que su gobierno desea una Cumbre sin exclusiones.

La rebeldía va sumando adeptos. A la probable ausencia de México deberá agregarse la de los países mencionados, así como de los que fueron originalmente excluidos. En la región de las Antillas, agrupadas en el Caricom hay varios países donde Venezuela y Cuba conservan cierta influencia, de modo que habrá por lo menos 15 países –entre ellos los 3 más grandes y de mayor desarrollo económico— que estarán ausentes en la mencionada Cumbre.

Hay varios factores regionales que generan esta rebeldía. Por un lado, la izquierda ha logrado avanzar mucho en América del sur: Chile, Argentina, Perú, Bolivia. Pero lo más importante aún está por llegar: en este mismo año habrá elecciones en Brasil y Colombia, donde los candidatos de la izquierda (Lula en Brasil; Gustavo Petro en Colombia) tienen amplias posibilidades de obtener el triunfo.

Vayamos por otro rumbo en el análisis. Por primera vez en más de 30 años, desde el derrumbe de la Unión Soviética, una gran potencia como Rusia ha desafiado abiertamente la dominación de EU y sus aliados de la OTAN. La guerra en Ucrania es una confrontación entre EU y Rusia, usando en este caso el territorio y las tropas ucranianas. La ofensiva rusa avanza, además, en el juego político-económico que generan las sanciones que le han impuesto.

Con un conflicto de dimensión mundial en el centro de sus desvelos, EU además en lo interno sufre una inflación que no había tenido en décadas. Algunos valores en la bolsa se han derrumbado, mientras los precios de los energéticos se han vuelto volátiles, lejos del alcance de los consumidores, encareciendo en cadena el resto de la economía.

En el teatro político de América, se puede advertir que varios de los grandes hechos históricos de nuestros países se han producido en el momento que EU tiene las manos ocupadas en asuntos de otros continentes. En Argentina fue Juan Domingo Perón el dirigente de un gran esfuerzo por lograr su independencia económica. En México fue Lázaro Cárdenas quien decretó la nacionalización de las empresas petroleras en 1938, en vísperas del gran conflicto mundial, cuando EU tenía su preocupación centrada en los asuntos europeos.

La coyuntura de hoy tiene rasgos más graves que la crisis de pre-guerra en 1938. Porque en aquel momento EU apenas se preparaba para intervenir en el conflicto, mientras hoy sus aliados más cercanos (Polonia, Ucrania, Bulgaria) se encuentran bajo el fuego directo de los proyectiles rusos o de las contramedidas implementadas por Vladimir Putin.

Si en las presentes condiciones de apremio EU intentara mantener su política de exclusiones en América Latina, cabe la posibilidad de que la brecha se amplíe y en definitiva pierda el control político de la región, conservando solo el recurso de la fuerza. Es decir, sería un fracaso político de consecuencias continentales.

Si Anthony Blinken, secretario de estado de EU, mantuviera la actitud arrogante de calificar quién de los gobernantes es “dictador” y cual país sí tiene un régimen “democrático”, su diplomacia entrará rápidamente en un tobogán. Como antecedente se puede citar que a la Cumbre de Panamá, realizada en 2015 fueron invitados los presidentes de los países que hoy fueron excluidos.

Incluso el entonces presidente cubano Raúl Castro pudo asistir y dialogar con Barack Obama, su par de EU. Es muy notorio el viraje a la derecha de la política exterior de la potencia anglosajona. En esta ocasión, se nota que Anthony Blinken ha asumido la “línea dura”.

La Cumbre de las Américas es un foro formal y simbólico. Sirve como un teatro donde los países exhiben sus fuerzas. En general en esas reuniones no se resuelve nada, y los temas acordados se mandan a comisiones para su estudio. Pero en este caso además la cumbre tendría un aspecto muy contradictorio: los países que más migrantes generan son los de América central y el Caribe. Y si no asistieran México, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Cuba y Venezuela, la Cumbre angelina será una reunión trunca, sin materia de debate, sin ningún sentido.

Imaginemos una reunión donde EU, Canadá, Ecuador y similares discuten sobre temas de migración, por ejemplo. En términos teóricos habrá sin duda buenos planteamientos. Estados Unidos buscará, como país que recibe en masa a miles de migrantes, que sus propuestas sean atendidas y que América Latina aplique medidas para contenerla.

Por otra parte, el bloqueo de EU a varios países no fue una decisión colectiva, democrática ni consensuada. Fue impuesto de manera unilateral, con procedimientos que se extralimitan ya que la legislación norteamericana se aplica como si tuviera poder extraterritorial, afectando a empresas de todo el mundo. Es una medida brutal de guerra destinada a desestabilizar regímenes no gratos al Pentágono. Hoy se han suavizado las medidas contra Cuba –permitir más vuelos a la isla, quitar el límite a las remesas—pero el bloqueo subsiste.

La política de Anthony Blinken está resultando contraproducente a los intereses de EU. En vez de presentar un bloque unificado ante el desafío ruso, tendrá ausencias, confusión y críticas. El Departamento de Estado no está manejando adecuadamente las relaciones. Ojalá se pueda redactar una mejor convocatoria a la Cumbre angelina, sin exclusiones, durante la reunión que tendrá lugar en México el miércoles 18 de junio entre funcionarios de ambos países.