/ lunes 9 de julio de 2018

Reconciliar para reconstruir: el reto

Los Comicios concluyeron pero la sensación de permanencia en un eterno debate continúa, quedan remanentes de rencor y las escaramuzas separan lo ya distanciado.

Hace apenas unos días, se supo quién llevaría los destinos de nuestro país y ya muchos críticos y detractores tienen según su propia óptica, el material suficiente para argumentar desilusión por el electorado, criticar a un mal gobernante es un derecho y obligación, pero criticar y atacar la forma de hacer gobierno de alguien aún no instalado en la silla resulta atípico, eso habla de los complicado que puede llegar a ser el próximo sexenio.

Las redes sociales siguen siendo el escenario de ataques entre connacionales que piensan distinto, con la intolerancia como árbitro de estas disputas, mientras esto pasa, los actores políticos están más interesados en marcar treguas para darle paso a intereses tanto partidistas, como propios.

Es urgente que esa posible tregua se extienda a todos los sectores, en maldita hora alguien ideó la palabra “chairo” como una descalificación por demás peyorativa para quien piensa distinto, debemos olvidarla, la reconstrucción de un desquebrajado tejido social debe ser prioritaria para todos, y ese “todos” incluye actores políticos y a los miembros de la “comentocracia”.

De vital importancia es, podamos reconocer nuestra estancia en un mismo barco llamado México, somos un solo pueblo que sufre al parejo los más altos índices de inseguridad vistos a nivel mundial, fuimos robados en las estafas maestras y burlados con la impunidad de Odebretch, en consecuencia, tenemos la obligación de levantarnos y continuar, ya aprendimos que no basta con imaginarnos “cosas chingonas” debemos trabajar para aterrizarlas, conseguir los resultados que las próximas generaciones merecen de todos nosotros.

López Obrador recibe un país que en muchos rubros parece estar en ruinas, será difícil levantarlo pero resulta imposible si esa tarea se adjudica a un solo hombre, es hora de cambiar las directrices, reinventar nuestras conducta hasta en las cosas más simples, debemos exigir a nuestros alcaldes calles dignas sin baches y con alumbrado, pero somos incongruentes cuando a esas calles sacamos a nuestras mascotas a defecar al aire libre, debemos reclamar y condenar cuando los políticos roben el dinero de los mexicanos, pero en la misma manera, cumplir de manera honesta con nuestras tributaciones.

Es responsabilidad de todos iniciar el proceso urgente de reconciliación y reconstrucción de ese tejido social cuyo daño se ve reflejado en la inseguridad y desigualdad que hoy en día lastimosamente se nos han vuelto tan cotidianas.

Si realmente anhelamos un país mejor, debemos empezar a ser mejores todos, reeducarnos sin esperar a que un presidente se vuelva un mesías, sino simple y llanamente un buen gobernante, lo cual debe ser obligatorio, la tarea es colectiva y el beneficio igual, tal vez, después de todo, aún quedemos sin llegar al quinto partido en un mundial, pero habremos sin duda, pasado al siguiente nivel como Nación.

Los Comicios concluyeron pero la sensación de permanencia en un eterno debate continúa, quedan remanentes de rencor y las escaramuzas separan lo ya distanciado.

Hace apenas unos días, se supo quién llevaría los destinos de nuestro país y ya muchos críticos y detractores tienen según su propia óptica, el material suficiente para argumentar desilusión por el electorado, criticar a un mal gobernante es un derecho y obligación, pero criticar y atacar la forma de hacer gobierno de alguien aún no instalado en la silla resulta atípico, eso habla de los complicado que puede llegar a ser el próximo sexenio.

Las redes sociales siguen siendo el escenario de ataques entre connacionales que piensan distinto, con la intolerancia como árbitro de estas disputas, mientras esto pasa, los actores políticos están más interesados en marcar treguas para darle paso a intereses tanto partidistas, como propios.

Es urgente que esa posible tregua se extienda a todos los sectores, en maldita hora alguien ideó la palabra “chairo” como una descalificación por demás peyorativa para quien piensa distinto, debemos olvidarla, la reconstrucción de un desquebrajado tejido social debe ser prioritaria para todos, y ese “todos” incluye actores políticos y a los miembros de la “comentocracia”.

De vital importancia es, podamos reconocer nuestra estancia en un mismo barco llamado México, somos un solo pueblo que sufre al parejo los más altos índices de inseguridad vistos a nivel mundial, fuimos robados en las estafas maestras y burlados con la impunidad de Odebretch, en consecuencia, tenemos la obligación de levantarnos y continuar, ya aprendimos que no basta con imaginarnos “cosas chingonas” debemos trabajar para aterrizarlas, conseguir los resultados que las próximas generaciones merecen de todos nosotros.

López Obrador recibe un país que en muchos rubros parece estar en ruinas, será difícil levantarlo pero resulta imposible si esa tarea se adjudica a un solo hombre, es hora de cambiar las directrices, reinventar nuestras conducta hasta en las cosas más simples, debemos exigir a nuestros alcaldes calles dignas sin baches y con alumbrado, pero somos incongruentes cuando a esas calles sacamos a nuestras mascotas a defecar al aire libre, debemos reclamar y condenar cuando los políticos roben el dinero de los mexicanos, pero en la misma manera, cumplir de manera honesta con nuestras tributaciones.

Es responsabilidad de todos iniciar el proceso urgente de reconciliación y reconstrucción de ese tejido social cuyo daño se ve reflejado en la inseguridad y desigualdad que hoy en día lastimosamente se nos han vuelto tan cotidianas.

Si realmente anhelamos un país mejor, debemos empezar a ser mejores todos, reeducarnos sin esperar a que un presidente se vuelva un mesías, sino simple y llanamente un buen gobernante, lo cual debe ser obligatorio, la tarea es colectiva y el beneficio igual, tal vez, después de todo, aún quedemos sin llegar al quinto partido en un mundial, pero habremos sin duda, pasado al siguiente nivel como Nación.

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