/ miércoles 21 de julio de 2021

Redes sociales: usuarios en riesgo

Las redes sociales son una expresión bastante fiel de la sociedad que las utiliza como medios de comunicación, expresión, intercambio y entretenimiento. La abundancia de transas en Facebook, Twitter, Instagram, son evidencia solamente de que, igual que las virtudes, todas las perversiones de los seres humanos se manifiestan a través de todas las herramientas disponibles para practicarlas.

Lo mismo que hay notables productos en las redes que suelen exaltar la calidad humana, el talento, y formas extraordinarias de la inteligencia humana; hay eventos terribles, riesgos enormes, al exponerse indiscriminadamente a la maldad y la escasa calidad humana de algunos autores y reproductores de contenido.

El escenario de libertad y apertura que ofrecen las redes sociales a miles de creadores de contenido da para cualquier cosa porque la humanidad es muy variada. Así que lo mismo puede usarse la comunicación por redes sociales para campañas altruistas que salven vidas de humanos, rescaten a animalitos de la calle o promuevan esfuerzos empresariales familiares notables, que para defraudar, robar, tratar personas, y hasta hacer trampas en exámenes. El problema esencial no son las redes, sino la calidad humana.

Las propuestas comunes de restricciones a la actividad en redes sociales, muchas veces establecidas como formas de censura previa, son dañinas para la convivencia y el crecimiento de las redes, cuya función democratizadora es también innegable. En todo caso, lo que tendrían que hacer los guardianes del orden es (y en esto hay esfuerzos interesantes), considerar la vía digital como un ecosistema que puede tener una o muchas escenas del crimen, pero también que la mayor parte de las interacciones se realizan entre ciudadanos honestos con prácticas legales y socialmente aceptadas.

Por supuesto que cualquier intento por mejorar la seguridad en las redes sociales pasa por el autocuidado de los usuarios. Curiosamente, mucha gente parece cuidarse mucho más en las calles y desconfiar más de la gente a la que puede ver e identificar perfectamente, que de aquellos con quienes interactúa en las redes sociales. El desconocimiento de los riesgos que existen en el mundo digital es enorme y pone en peligro a millones de usuarios en todo el mundo. La facilidad con que se comparten datos personales, se pactan citas riesgosas para entrega de diversas mercancías, se difunde la información falsa, parece ir de la mano con el conocimiento de los usuarios sobre el mundo digital y con las intenciones de los autores de contenidos determinados.

Plantear un escenario en que todas las interacciones en el mundo digital sean totalmente seguras es un imposible, pero avanzar en la alfabetización digital y en los esfuerzos por formar usuarios más cuidadosos se ha convertido en un tema de seguridad nacional en tanto tiene impactos colaterales en la confianza ciudadana, los flujos económicos y hasta muchos delitos de alto impacto, como asesinatos, secuestros, robo con violencia, violación, entre otros. La formación de usuarios seguros corresponde a empresas, escuelas, organizaciones ciudadanas y todos los niveles de gobierno. Urge coordinar los esfuerzos para mejorar los resultados.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx


Las redes sociales son una expresión bastante fiel de la sociedad que las utiliza como medios de comunicación, expresión, intercambio y entretenimiento. La abundancia de transas en Facebook, Twitter, Instagram, son evidencia solamente de que, igual que las virtudes, todas las perversiones de los seres humanos se manifiestan a través de todas las herramientas disponibles para practicarlas.

Lo mismo que hay notables productos en las redes que suelen exaltar la calidad humana, el talento, y formas extraordinarias de la inteligencia humana; hay eventos terribles, riesgos enormes, al exponerse indiscriminadamente a la maldad y la escasa calidad humana de algunos autores y reproductores de contenido.

El escenario de libertad y apertura que ofrecen las redes sociales a miles de creadores de contenido da para cualquier cosa porque la humanidad es muy variada. Así que lo mismo puede usarse la comunicación por redes sociales para campañas altruistas que salven vidas de humanos, rescaten a animalitos de la calle o promuevan esfuerzos empresariales familiares notables, que para defraudar, robar, tratar personas, y hasta hacer trampas en exámenes. El problema esencial no son las redes, sino la calidad humana.

Las propuestas comunes de restricciones a la actividad en redes sociales, muchas veces establecidas como formas de censura previa, son dañinas para la convivencia y el crecimiento de las redes, cuya función democratizadora es también innegable. En todo caso, lo que tendrían que hacer los guardianes del orden es (y en esto hay esfuerzos interesantes), considerar la vía digital como un ecosistema que puede tener una o muchas escenas del crimen, pero también que la mayor parte de las interacciones se realizan entre ciudadanos honestos con prácticas legales y socialmente aceptadas.

Por supuesto que cualquier intento por mejorar la seguridad en las redes sociales pasa por el autocuidado de los usuarios. Curiosamente, mucha gente parece cuidarse mucho más en las calles y desconfiar más de la gente a la que puede ver e identificar perfectamente, que de aquellos con quienes interactúa en las redes sociales. El desconocimiento de los riesgos que existen en el mundo digital es enorme y pone en peligro a millones de usuarios en todo el mundo. La facilidad con que se comparten datos personales, se pactan citas riesgosas para entrega de diversas mercancías, se difunde la información falsa, parece ir de la mano con el conocimiento de los usuarios sobre el mundo digital y con las intenciones de los autores de contenidos determinados.

Plantear un escenario en que todas las interacciones en el mundo digital sean totalmente seguras es un imposible, pero avanzar en la alfabetización digital y en los esfuerzos por formar usuarios más cuidadosos se ha convertido en un tema de seguridad nacional en tanto tiene impactos colaterales en la confianza ciudadana, los flujos económicos y hasta muchos delitos de alto impacto, como asesinatos, secuestros, robo con violencia, violación, entre otros. La formación de usuarios seguros corresponde a empresas, escuelas, organizaciones ciudadanas y todos los niveles de gobierno. Urge coordinar los esfuerzos para mejorar los resultados.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx