/ lunes 7 de enero de 2019

Reemplacamiento

El nuevo diferendo entre los diputados y el Ejecutivo es el reemplacamiento. El programa es probablemente el de mayor impacto social dado que será el que mayor costo representa para un mayor grupo de ciudadanos, por lo que significa sin duda una molestia partiendo del principio elemental de que a nadie le gusta pagar impuestos.

El tema es mucho más simple para los diputados que pueden decir no sin asumir responsabilidades mayores y desconociendo los impactos probables que el no reemplacar tendría en las finanzas públicas, no ingresar cientos de millones de pesos (800 pesos por vehículo adicionales a los 600 por derechos que se pagan anualmente, contra el costo unitario de las placas calculado en 180 pesos) ; y también en la seguridad pública y que derivarán de mantener desactualizado al grado de la casi inexistencia el padrón de vehículos para el estado (lo que ha permitido enormes tramos de corrupción y tejido de intereses económicos derivados de la venta de permisos, la gestión de placas de otros estados, y lindezas por el estilo que representan negocios millonarios para cientos de personas). En efecto, dado que los diputados no tienen que asumir los costos políticos, económicos, sociales y en materia de seguridad, su oposición es simple, buscan popularidad y la obtienen fácilmente por la vía de la oposición a lo que todo mundo puede oponerse sin grandes maromas intelectuales.

La postura del Ejecutivo, es mucho más complicada. A Cuauhtémoc Blanco le encantaría mantener su popularidad intacta, para ello requiere de garantizar la seguridad de todos los morelenses, tarea nada fácil su no se tiene un registro adecuado de los vehículos que circulan en Morelos, muchos de ellos usados para cometer crímenes u objetos mismos de delitos. El reemplacamiento es necesario pero sumamente impopular, cuesta mucho en términos de imagen a quien está acostumbrado a ser recibido entre porras y aplausos. Por ello habría que reconocer la valentía del gobernador para proponer y defender hasta las últimas consecuencias su proyecto. No hay forma de que Blanco Bravo salga intacto de esta discusión en tanto absorberá un costo político enorme si el reemplacamiento se aprueba, pero también su a final de cuentas no se realiza. Las alternativas son, pasar como un gobernador débil que fue incapaz de consensuar un programa a pesar de su costo político; o ser el gobernador que incrementó los impuestos en un año (también) difícil para las finanzas de todos. Ninguna de ambas sería deseable para quien no anda en campaña, la clave de los próximos seis años estará en la alternativa que Blanco Bravo elija entre hoy y mañana, porque tampoco le queda mucho tiempo.

Otro reto estará en saber si el Ejecutivo logra enderezar la comunicación del programa de reemplacamiento de forma que pueda revertir la tendencia negativa que grupos sociales y legisladores le han dado. Ofrecer información puntual sobre los costos y los beneficios del programa podría limitar los efectos negativos que hasta ahora ha tenido la propuesta en miles de morelenses. No es sencillo en tanto hay múltiples actores que intervienen en la discusión y que parecen dominar la arena pública, pero es vital para la imagen del gobierno y la construcción de la legitimidad que cualquier política pública debe tener para ser exitosa. Las próximas horas son determinantes, de quién las haga valer dependerá en mucho el futuro político del estado.

Por cierto, a estas alturas del descrédito general, poco ayudaría emprender un linchamiento mediático contra los legisladores, lo que son o dejan de ser ya está bastante construido en la mente de los ciudadanos. La receta es comunicar y dialogar, y es urgente.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

El nuevo diferendo entre los diputados y el Ejecutivo es el reemplacamiento. El programa es probablemente el de mayor impacto social dado que será el que mayor costo representa para un mayor grupo de ciudadanos, por lo que significa sin duda una molestia partiendo del principio elemental de que a nadie le gusta pagar impuestos.

El tema es mucho más simple para los diputados que pueden decir no sin asumir responsabilidades mayores y desconociendo los impactos probables que el no reemplacar tendría en las finanzas públicas, no ingresar cientos de millones de pesos (800 pesos por vehículo adicionales a los 600 por derechos que se pagan anualmente, contra el costo unitario de las placas calculado en 180 pesos) ; y también en la seguridad pública y que derivarán de mantener desactualizado al grado de la casi inexistencia el padrón de vehículos para el estado (lo que ha permitido enormes tramos de corrupción y tejido de intereses económicos derivados de la venta de permisos, la gestión de placas de otros estados, y lindezas por el estilo que representan negocios millonarios para cientos de personas). En efecto, dado que los diputados no tienen que asumir los costos políticos, económicos, sociales y en materia de seguridad, su oposición es simple, buscan popularidad y la obtienen fácilmente por la vía de la oposición a lo que todo mundo puede oponerse sin grandes maromas intelectuales.

La postura del Ejecutivo, es mucho más complicada. A Cuauhtémoc Blanco le encantaría mantener su popularidad intacta, para ello requiere de garantizar la seguridad de todos los morelenses, tarea nada fácil su no se tiene un registro adecuado de los vehículos que circulan en Morelos, muchos de ellos usados para cometer crímenes u objetos mismos de delitos. El reemplacamiento es necesario pero sumamente impopular, cuesta mucho en términos de imagen a quien está acostumbrado a ser recibido entre porras y aplausos. Por ello habría que reconocer la valentía del gobernador para proponer y defender hasta las últimas consecuencias su proyecto. No hay forma de que Blanco Bravo salga intacto de esta discusión en tanto absorberá un costo político enorme si el reemplacamiento se aprueba, pero también su a final de cuentas no se realiza. Las alternativas son, pasar como un gobernador débil que fue incapaz de consensuar un programa a pesar de su costo político; o ser el gobernador que incrementó los impuestos en un año (también) difícil para las finanzas de todos. Ninguna de ambas sería deseable para quien no anda en campaña, la clave de los próximos seis años estará en la alternativa que Blanco Bravo elija entre hoy y mañana, porque tampoco le queda mucho tiempo.

Otro reto estará en saber si el Ejecutivo logra enderezar la comunicación del programa de reemplacamiento de forma que pueda revertir la tendencia negativa que grupos sociales y legisladores le han dado. Ofrecer información puntual sobre los costos y los beneficios del programa podría limitar los efectos negativos que hasta ahora ha tenido la propuesta en miles de morelenses. No es sencillo en tanto hay múltiples actores que intervienen en la discusión y que parecen dominar la arena pública, pero es vital para la imagen del gobierno y la construcción de la legitimidad que cualquier política pública debe tener para ser exitosa. Las próximas horas son determinantes, de quién las haga valer dependerá en mucho el futuro político del estado.

Por cierto, a estas alturas del descrédito general, poco ayudaría emprender un linchamiento mediático contra los legisladores, lo que son o dejan de ser ya está bastante construido en la mente de los ciudadanos. La receta es comunicar y dialogar, y es urgente.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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