/ miércoles 1 de junio de 2022

Responsabilidad social, una necesidad latente

“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros", palabras que se encuentran en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Estos escasos renglones son los principios que han sido guía para la creación de las sociedades más democráticas y participativas, razón por la cual se estableció el deber ciudadano como el valor fundamental para su construcción y desarrollo en equilibrio con la libertad, la igualdad y los derechos que le competen.

El bien común es un concepto muy escuchado, pero poco analizado y aplicado en cuanto a su trascendencia en el desarrollo de las sociedades. Este significa el conjunto de condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos llegar al progreso de todos los que formen esa sociedad particular y que armoniza los aspectos individuales y sociales de la vida humana.

En la actualidad la falta de sociedades democráticas, conformadas por ciudadanos responsables que asumen junto con sus derechos, la existencia de deberes con la sociedad y sus conciudadanos, ha limitado la construcción de lo que llamamos “razón y conciencia” donde aceptemos el deber de comportarnos fraternalmente en sociedad; conducta vital en estos tiempos de pandemia, donde la responsabilidad no sólo es con nuestra salud y la de nuestro entorno, sino con la de una sociedad entera que se encuentra atravesando uno de los peores tiempos, en materia de salud y en el cuidado ambiental y social.

No se construye el orden social si sólo existe buena fe o buena voluntad, sino además con eficacia real en su construcción en todo momento.

En épocas de emergencia, gobiernos y ciudadanos en general, clamamos por la responsabilidad social individual, conducta ética de cada ciudadano para consigo mismo y con su entorno, la cual va mucho más allá del cumplimiento de las obligaciones legales, pues está relacionada con nuestra actitud, con nuestras familias y amigos, en el trabajo y con el ambiente que nos rodea.

El bien común es un elemento fundamental de la estructura de toda comunidad; sin ese bien, sin las garantías a los derechos fundamentales y sin democracia participativa, decae el perfeccionamiento de la sociedad.

Hasta que como sociedad y como individuos no hagamos parte de nuestro diario vivir y de nuestras acciones la responsabilidad social individual, estaremos destinados al fracaso.

Durante y después de la pandemia será más difícil la reactivación económica y continuaremos perdiendo vidas, destrozaremos nuestro ambiente de tal forma que a nosotros, o a las generaciones futuras, les tocará sobrellevar condiciones invisibles e inesperadas en nuestro planeta.

El cambio está en nuestras manos, debemos ser más empáticos con lo que nos rodea, pensar que no estamos solos y es nuestra responsabilidad el bienestar de todos, el uso racional de la energía, el consumo responsable del agua, una cultura de reciclaje de residuos, y más importante aún la construcción de relaciones basadas en el respeto y la solidaridad, por nombrar algunas acciones, y así desde los pequeños actos, lograremos un esfuerzo colectivo que se verá reflejado en el bienestar de todas y todos.

No depositemos toda la responsabilidad de nuestra seguridad y bienestar en los gobiernos, ejerzamos nuestra responsabilidad individual, cuidémonos todos y saldremos adelante más fortalecidos, porque como bien dicen, el bien común pertenece a todos: es de todos y para todos.

“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros", palabras que se encuentran en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Estos escasos renglones son los principios que han sido guía para la creación de las sociedades más democráticas y participativas, razón por la cual se estableció el deber ciudadano como el valor fundamental para su construcción y desarrollo en equilibrio con la libertad, la igualdad y los derechos que le competen.

El bien común es un concepto muy escuchado, pero poco analizado y aplicado en cuanto a su trascendencia en el desarrollo de las sociedades. Este significa el conjunto de condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos llegar al progreso de todos los que formen esa sociedad particular y que armoniza los aspectos individuales y sociales de la vida humana.

En la actualidad la falta de sociedades democráticas, conformadas por ciudadanos responsables que asumen junto con sus derechos, la existencia de deberes con la sociedad y sus conciudadanos, ha limitado la construcción de lo que llamamos “razón y conciencia” donde aceptemos el deber de comportarnos fraternalmente en sociedad; conducta vital en estos tiempos de pandemia, donde la responsabilidad no sólo es con nuestra salud y la de nuestro entorno, sino con la de una sociedad entera que se encuentra atravesando uno de los peores tiempos, en materia de salud y en el cuidado ambiental y social.

No se construye el orden social si sólo existe buena fe o buena voluntad, sino además con eficacia real en su construcción en todo momento.

En épocas de emergencia, gobiernos y ciudadanos en general, clamamos por la responsabilidad social individual, conducta ética de cada ciudadano para consigo mismo y con su entorno, la cual va mucho más allá del cumplimiento de las obligaciones legales, pues está relacionada con nuestra actitud, con nuestras familias y amigos, en el trabajo y con el ambiente que nos rodea.

El bien común es un elemento fundamental de la estructura de toda comunidad; sin ese bien, sin las garantías a los derechos fundamentales y sin democracia participativa, decae el perfeccionamiento de la sociedad.

Hasta que como sociedad y como individuos no hagamos parte de nuestro diario vivir y de nuestras acciones la responsabilidad social individual, estaremos destinados al fracaso.

Durante y después de la pandemia será más difícil la reactivación económica y continuaremos perdiendo vidas, destrozaremos nuestro ambiente de tal forma que a nosotros, o a las generaciones futuras, les tocará sobrellevar condiciones invisibles e inesperadas en nuestro planeta.

El cambio está en nuestras manos, debemos ser más empáticos con lo que nos rodea, pensar que no estamos solos y es nuestra responsabilidad el bienestar de todos, el uso racional de la energía, el consumo responsable del agua, una cultura de reciclaje de residuos, y más importante aún la construcción de relaciones basadas en el respeto y la solidaridad, por nombrar algunas acciones, y así desde los pequeños actos, lograremos un esfuerzo colectivo que se verá reflejado en el bienestar de todas y todos.

No depositemos toda la responsabilidad de nuestra seguridad y bienestar en los gobiernos, ejerzamos nuestra responsabilidad individual, cuidémonos todos y saldremos adelante más fortalecidos, porque como bien dicen, el bien común pertenece a todos: es de todos y para todos.