/ jueves 23 de enero de 2020

Resultados huecos con la 4T

Es muy conocida la frase “el fin justifica los medios”, pero no siempre es aceptada cuando se analiza a partir de valoraciones éticas.

Desde el inicio del gobierno, AMLO se lanzó abiertamente contra la corrupción y declaró el fin del neoliberalismo mexicano. El problema es que nunca ha existido una clara conexión entre lo que se ha dicho, lo que se entiende desde el gobierno y lo que se necesita para lograr esos cometidos.

A propósito del mal desempeño de la economía mexicana en 2019, durante los últimos días varios columnistas (Álvarez Bejar, L. Meyer y J. Boltvinik) han señalado que en la 4T el neoliberalismo no sólo se mantiene sino que todo lo realizado hasta ahora sólo ha constituido “adornos” para disfrazar su existencia y salud perenne.

Por supuesto que estamos a favor de que se acabe la corrupción, un problema con acentos regionales de acuerdo con el último reporte del Banco de Desarrollo de América Latina denominado “Integridad en las políticas públicas: claves para prevenir la corrupción”. Y también estamos a favor de que la economía nacional rompa la semiparalización en la que se encuentra.

El fin que se busca tan obcecadamente por la 4T implicará alcanzar resultados, pero sin contenidos suficientes para transformar la realidad social y económica del país. Es evidente este tipo de resultados serán huecos debido a que los medios para alcanzarlos no están surgiendo de reglas socialmente compartidas sino del poder presidencial.

Mientras la 4T continúe insistiendo que toda la agenda pública debe estar centrada en el combate de la corrupción y se sienta satisfecha por los limitados cambios administrativos que han realizado, persistirán los problemas económicos y aumentarán los descontentos generados en los servicios públicos y la inseguridad.

Al respecto, José Miguel Insulza, ex Secretario General de la OEA, ha sido muy incisivo en este punto. En su opinión, el gobierno se encuentra totalmente rebasado y observa que hay un serio problema de la democracia para prevenir, mediar y resolver estos problemas.

AMLO podrá decir que “la gente está contenta” y que “tiene otros datos”, pero ni siquiera dispersando recursos directamente a la población se dará muerte a la corrupción o al neoliberalismo. De hecho, podemos señalar que ni siquiera todo el dinero que se ha repartido a los adultos mayores desde la década pasada ha significado una mejora en su nivel de vida, ya que el 25 por ciento de la población adulta sigue siendo.

De hecho, de acuerdo con el “Índice de desempeño de los programas sociales” recientemente presentado por el GESOC, los programas sociales de la 4T se han convertido en una “caja negra”, cuyo desempeño es dudoso debido a la opacidad y la ausencia de diagnósticos para solucionar los problemas.

Ahora bien, no todos los problemas se explican desde lo federal, ya que nivel Estatal también existen muchas omisiones y resistencias. Morelos y varios estados de su región estuvieron varios meses en recesión, de acuerdo con el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal del INEGI, y nadie parece notarlo. Por lo menos, ninguna autoridad ha encendido las alarmas.

Me parece que la clave para sentar bases sólidas y construir relaciones de larga duración con el sector productivo debería centrarse en lo local, desde los municipios y las entidades federativas. Desde ahí deberíamos concentrar nuestras estrategias para el futuro desarrollo del país.

Para ello, se necesitan reglas claras donde todos los actores participen en la transformación de nuestra realidad.


Twitter/Facebook: @CzarArenas

Es muy conocida la frase “el fin justifica los medios”, pero no siempre es aceptada cuando se analiza a partir de valoraciones éticas.

Desde el inicio del gobierno, AMLO se lanzó abiertamente contra la corrupción y declaró el fin del neoliberalismo mexicano. El problema es que nunca ha existido una clara conexión entre lo que se ha dicho, lo que se entiende desde el gobierno y lo que se necesita para lograr esos cometidos.

A propósito del mal desempeño de la economía mexicana en 2019, durante los últimos días varios columnistas (Álvarez Bejar, L. Meyer y J. Boltvinik) han señalado que en la 4T el neoliberalismo no sólo se mantiene sino que todo lo realizado hasta ahora sólo ha constituido “adornos” para disfrazar su existencia y salud perenne.

Por supuesto que estamos a favor de que se acabe la corrupción, un problema con acentos regionales de acuerdo con el último reporte del Banco de Desarrollo de América Latina denominado “Integridad en las políticas públicas: claves para prevenir la corrupción”. Y también estamos a favor de que la economía nacional rompa la semiparalización en la que se encuentra.

El fin que se busca tan obcecadamente por la 4T implicará alcanzar resultados, pero sin contenidos suficientes para transformar la realidad social y económica del país. Es evidente este tipo de resultados serán huecos debido a que los medios para alcanzarlos no están surgiendo de reglas socialmente compartidas sino del poder presidencial.

Mientras la 4T continúe insistiendo que toda la agenda pública debe estar centrada en el combate de la corrupción y se sienta satisfecha por los limitados cambios administrativos que han realizado, persistirán los problemas económicos y aumentarán los descontentos generados en los servicios públicos y la inseguridad.

Al respecto, José Miguel Insulza, ex Secretario General de la OEA, ha sido muy incisivo en este punto. En su opinión, el gobierno se encuentra totalmente rebasado y observa que hay un serio problema de la democracia para prevenir, mediar y resolver estos problemas.

AMLO podrá decir que “la gente está contenta” y que “tiene otros datos”, pero ni siquiera dispersando recursos directamente a la población se dará muerte a la corrupción o al neoliberalismo. De hecho, podemos señalar que ni siquiera todo el dinero que se ha repartido a los adultos mayores desde la década pasada ha significado una mejora en su nivel de vida, ya que el 25 por ciento de la población adulta sigue siendo.

De hecho, de acuerdo con el “Índice de desempeño de los programas sociales” recientemente presentado por el GESOC, los programas sociales de la 4T se han convertido en una “caja negra”, cuyo desempeño es dudoso debido a la opacidad y la ausencia de diagnósticos para solucionar los problemas.

Ahora bien, no todos los problemas se explican desde lo federal, ya que nivel Estatal también existen muchas omisiones y resistencias. Morelos y varios estados de su región estuvieron varios meses en recesión, de acuerdo con el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal del INEGI, y nadie parece notarlo. Por lo menos, ninguna autoridad ha encendido las alarmas.

Me parece que la clave para sentar bases sólidas y construir relaciones de larga duración con el sector productivo debería centrarse en lo local, desde los municipios y las entidades federativas. Desde ahí deberíamos concentrar nuestras estrategias para el futuro desarrollo del país.

Para ello, se necesitan reglas claras donde todos los actores participen en la transformación de nuestra realidad.


Twitter/Facebook: @CzarArenas