/ domingo 7 de marzo de 2021

Rompan todo

La violencia contra las mujeres sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad. No conozco ninguna mujer, incluyéndome, que no haya sido víctima de acoso al menos una vez en la vidad, ya sea dentro de la familia, en la escuela, el trabajo o la calle. Nos han mirado con lascivia, nos han hecho objeto de expresiones lacerantes o con contenido sexual, nos han tocado sin que nosotras lo hayamos provocado o nos han hecho proposiciones indecorosas sin previo acuerdo en situaciones de desventaja social, escolar o laboral. Ocurre todo el tiempo, simplemente no nos enteramos.

Es en estas condiciones que llegamos al 8 de marzo del 2021, un año marcado por una crisis sin precedentes en nuestra historia. Es oportuno recordar que el día de la mujer no es una fecha para celebrar, no es el día de la primavera, es una oportunidad para visibilizar la inequidad estructural que experimentamos y sobre la que estamos perdiendo terreno.

Los magros avances que habíamos logrado para superar esta desventajosa y potencialmente peligrosa situación se están viniendo abajo. El confinamiento por la pandemia está afectando de manera desproporcionada a las mujeres. Violencia doméstica, pérdida de empleos, reducción de ingresos, sobrecarga de trabajo, deterioro de las relaciones familiares, abandono escolar, embarazos no planeados, atención de parientes enfermos. Peor aún, se espera que la recuperación para las mujeres sea más larga y de menores alcances que para los hombres.

Pero no solo es la pérdida de oportunidades y recursos. Los feminicidios repuntaron de manera escandalosa en los últimos meses, rompiendo records históricos. Cuando en una sociedad un grupo comienza a e eliminar de manera sistemática y tolerada por las autoridades a otro grupo se le llama genocidio y configura un crimen contra la humanidad.

Es inaceptable que en este escenario desaparezcan programas gubernamentales que promovían la incorporación de las mujeres al mundo laboral, que estímulaban la formacion y capacitación en actividades productivas, que evitaban el abandono escolar, que facilitaban el emprendimiento social o empresarial, que mejoraban la salud de las mujeres y de sus hijos, sustituyéndolos por transferencias directas.

El abuso constante en todos los ámbitos nos lleva, ante la indolencia de las autoridades, a crear redes de apoyo que compensen el deblitado estado de derecho y para esto las redes sociales son un instrumento muy valiosos.

Para el empoderamiento de las mujeres tenemos en Morelos al Wonder Women Morelos, Pink Power, Emprendedoras de Morelos, Mombiez Cuernavaca y Yummy Mummies Cuerna. En lo profesional, quiero mencionar al grupo Científicas Mexicanas iniciado por Paty Rodil, una de nuestras egresadas, que en menos de un año suma más de 18 mil afiliadas y desde donde se están realizando acciones de enorme relevancia para nuestro gremio. También merece mención especial el grupo R Ladies, iniciado por nuestra colega de la UNAM-Morelos Verónica Jiménez Jacinto, el cual ofrece capacitación a mujeres para insertarse laboralmente en la programación cibernética.

Pero de igual manera que las redes sociales son benéficas cuando faciliitan la suma de voluntades, son una caja de resonancia de las pérdidas y frustraciones. Cuando esta resonancia vibre por encima de cierto límite se va a salir de las redes y se va a volcar hacia el mundo real, desembocando en un movimiento social de impredecibles consecuencias.

La violencia contra las mujeres, desde la simbólica hasta la física, causa daño y deja heridas. Hay heridas que se internalizan y se procesan, hay otras que deben aflorar para que sanen. Pero hay otras tan profundas que no sanarán hasta que se haga justicia y mientras esto no ocurra, todos los medios para exigirla son legítimos. Y ante eso, no hay valla que funcione.


Información adicional de éste y otros temas de interés visiten:

http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

https://www.facebook.com/BValderramaB/

La violencia contra las mujeres sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad. No conozco ninguna mujer, incluyéndome, que no haya sido víctima de acoso al menos una vez en la vidad, ya sea dentro de la familia, en la escuela, el trabajo o la calle. Nos han mirado con lascivia, nos han hecho objeto de expresiones lacerantes o con contenido sexual, nos han tocado sin que nosotras lo hayamos provocado o nos han hecho proposiciones indecorosas sin previo acuerdo en situaciones de desventaja social, escolar o laboral. Ocurre todo el tiempo, simplemente no nos enteramos.

Es en estas condiciones que llegamos al 8 de marzo del 2021, un año marcado por una crisis sin precedentes en nuestra historia. Es oportuno recordar que el día de la mujer no es una fecha para celebrar, no es el día de la primavera, es una oportunidad para visibilizar la inequidad estructural que experimentamos y sobre la que estamos perdiendo terreno.

Los magros avances que habíamos logrado para superar esta desventajosa y potencialmente peligrosa situación se están viniendo abajo. El confinamiento por la pandemia está afectando de manera desproporcionada a las mujeres. Violencia doméstica, pérdida de empleos, reducción de ingresos, sobrecarga de trabajo, deterioro de las relaciones familiares, abandono escolar, embarazos no planeados, atención de parientes enfermos. Peor aún, se espera que la recuperación para las mujeres sea más larga y de menores alcances que para los hombres.

Pero no solo es la pérdida de oportunidades y recursos. Los feminicidios repuntaron de manera escandalosa en los últimos meses, rompiendo records históricos. Cuando en una sociedad un grupo comienza a e eliminar de manera sistemática y tolerada por las autoridades a otro grupo se le llama genocidio y configura un crimen contra la humanidad.

Es inaceptable que en este escenario desaparezcan programas gubernamentales que promovían la incorporación de las mujeres al mundo laboral, que estímulaban la formacion y capacitación en actividades productivas, que evitaban el abandono escolar, que facilitaban el emprendimiento social o empresarial, que mejoraban la salud de las mujeres y de sus hijos, sustituyéndolos por transferencias directas.

El abuso constante en todos los ámbitos nos lleva, ante la indolencia de las autoridades, a crear redes de apoyo que compensen el deblitado estado de derecho y para esto las redes sociales son un instrumento muy valiosos.

Para el empoderamiento de las mujeres tenemos en Morelos al Wonder Women Morelos, Pink Power, Emprendedoras de Morelos, Mombiez Cuernavaca y Yummy Mummies Cuerna. En lo profesional, quiero mencionar al grupo Científicas Mexicanas iniciado por Paty Rodil, una de nuestras egresadas, que en menos de un año suma más de 18 mil afiliadas y desde donde se están realizando acciones de enorme relevancia para nuestro gremio. También merece mención especial el grupo R Ladies, iniciado por nuestra colega de la UNAM-Morelos Verónica Jiménez Jacinto, el cual ofrece capacitación a mujeres para insertarse laboralmente en la programación cibernética.

Pero de igual manera que las redes sociales son benéficas cuando faciliitan la suma de voluntades, son una caja de resonancia de las pérdidas y frustraciones. Cuando esta resonancia vibre por encima de cierto límite se va a salir de las redes y se va a volcar hacia el mundo real, desembocando en un movimiento social de impredecibles consecuencias.

La violencia contra las mujeres, desde la simbólica hasta la física, causa daño y deja heridas. Hay heridas que se internalizan y se procesan, hay otras que deben aflorar para que sanen. Pero hay otras tan profundas que no sanarán hasta que se haga justicia y mientras esto no ocurra, todos los medios para exigirla son legítimos. Y ante eso, no hay valla que funcione.


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