/ miércoles 9 de enero de 2019

San Gokú, ora pro nobis…

Ahora resulta que para hacer un análisis político de la situación en Morelos, uno tendrá que volverse experto en mitología moderna japonesa (o de la antigua China, según la versión que uno desee atender) porque quince de los legisladores morelenses son “amigos de Gokú”, el personaje de manga creado por Akira Toriyama y en el que se fundaron cómics, series y películas animadas, videojuegos y toda la parafernalia del éxito púber.

Si seguimos las declaraciones de Tania Valentina Rodríguez, la presidente de la Junta Política del Congreso, “si él (el gobernador) es el dragón, nosotros somos amigos de Gokú”, y la referencia única localizable es, justamente, la del mitológico personaje de Dragon Ball que al inicio de la serie es un niño con cola de changuito, y luego se revela como un saiyajin (ser de raza extraterrestre) y que por alguna razón que no queda muy clara, anda todo el tiempo buscando las siete esferas del dragón que pueden reunirse para invocar a uno de esos bichos voladores escupefuego que deberá concederles uno o más deseos.

No es difícil perderse en la trama de la historia del simpático personaje que seguramente pediría como deseo a uno de los dragones que los políticos morelenses no se metan con él ni le contaminen la trama de la historia porque, fuera del chiste de la diputada, no hay mayor relación entre la trama de la épica de Son Gokú y los desaguisados de la política morelense que carecen de la simpatía y elegancia que ahora tienen que robarle a la intrincada trama del manga.

Curioso que se hayan seleccionado justamente figuras de la mitología dirigidas a niños y púberes para referirse los políticos morelenses a sus propios actos. Cuauhtémoc Blanco, probablemente en algún lapsus, decidió hablar de despertar al dragón (el tigre o el Morelos bronco, son los lugares comunes para lo que quiso decir); y Tania Valentina le contestó que no los asustan las amenazas y que en su caso son amigos del multicitado personaje japonés. Los símiles con marcadas referencias a la etapa de inmadurez humana preocupan en tanto parecen ser marcadores de la edad de sus actitudes, de sus argumentos.

Y el asunto deja de ser simple en tanto, entre sus múltiples acusaciones y severos rompimientos, en medio se ubica la política estatal y todos los programas y proyectos que, como beneficio o protección, los ciudadanos requerimos emprenda el gobierno. Porque a final de cuentas, lo que urge en Morelos, ya lo escribimos ayer, es que los políticos se pongan a trabajar y para ello se requiere construir acuerdos de largo alcance y no seguir el rumbo de la diatriba y la amenaza.

Una muestra del rotundo fracaso en el status quo morelense lo ofrece el presupuesto que para el 2019 ejercerá el gobierno del estado y que resultará en un mosaico de imposiciones que no obedece al proyecto del gobernador, pero tampoco al de los legisladores (que a final de cuentas no gobiernan), se trata de un proyecto de gasto que apunta a escenarios de crisis graves en materia social, política, y económica y que servirá a todos como un excelente pretexto para cubrir fallas y omisiones en la tarea gubernamental.

La pregunta es si la historia se repetirá en cada uno de los municipios, porque entonces sí convendría que los diputados, o alguien fuera amigo del tal Gokú, para que lo invocara a rescatar Morelos en vista del fallo en quienes prometieron hacerlo de inmediato. Otra sería que le pidiera alguien la forma de invocar a los dichosos dragones de los deseos, pero entendemos que para ello habría que buscar primero las esferas, y lo cierto es que no hay tiempo ya.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Ahora resulta que para hacer un análisis político de la situación en Morelos, uno tendrá que volverse experto en mitología moderna japonesa (o de la antigua China, según la versión que uno desee atender) porque quince de los legisladores morelenses son “amigos de Gokú”, el personaje de manga creado por Akira Toriyama y en el que se fundaron cómics, series y películas animadas, videojuegos y toda la parafernalia del éxito púber.

Si seguimos las declaraciones de Tania Valentina Rodríguez, la presidente de la Junta Política del Congreso, “si él (el gobernador) es el dragón, nosotros somos amigos de Gokú”, y la referencia única localizable es, justamente, la del mitológico personaje de Dragon Ball que al inicio de la serie es un niño con cola de changuito, y luego se revela como un saiyajin (ser de raza extraterrestre) y que por alguna razón que no queda muy clara, anda todo el tiempo buscando las siete esferas del dragón que pueden reunirse para invocar a uno de esos bichos voladores escupefuego que deberá concederles uno o más deseos.

No es difícil perderse en la trama de la historia del simpático personaje que seguramente pediría como deseo a uno de los dragones que los políticos morelenses no se metan con él ni le contaminen la trama de la historia porque, fuera del chiste de la diputada, no hay mayor relación entre la trama de la épica de Son Gokú y los desaguisados de la política morelense que carecen de la simpatía y elegancia que ahora tienen que robarle a la intrincada trama del manga.

Curioso que se hayan seleccionado justamente figuras de la mitología dirigidas a niños y púberes para referirse los políticos morelenses a sus propios actos. Cuauhtémoc Blanco, probablemente en algún lapsus, decidió hablar de despertar al dragón (el tigre o el Morelos bronco, son los lugares comunes para lo que quiso decir); y Tania Valentina le contestó que no los asustan las amenazas y que en su caso son amigos del multicitado personaje japonés. Los símiles con marcadas referencias a la etapa de inmadurez humana preocupan en tanto parecen ser marcadores de la edad de sus actitudes, de sus argumentos.

Y el asunto deja de ser simple en tanto, entre sus múltiples acusaciones y severos rompimientos, en medio se ubica la política estatal y todos los programas y proyectos que, como beneficio o protección, los ciudadanos requerimos emprenda el gobierno. Porque a final de cuentas, lo que urge en Morelos, ya lo escribimos ayer, es que los políticos se pongan a trabajar y para ello se requiere construir acuerdos de largo alcance y no seguir el rumbo de la diatriba y la amenaza.

Una muestra del rotundo fracaso en el status quo morelense lo ofrece el presupuesto que para el 2019 ejercerá el gobierno del estado y que resultará en un mosaico de imposiciones que no obedece al proyecto del gobernador, pero tampoco al de los legisladores (que a final de cuentas no gobiernan), se trata de un proyecto de gasto que apunta a escenarios de crisis graves en materia social, política, y económica y que servirá a todos como un excelente pretexto para cubrir fallas y omisiones en la tarea gubernamental.

La pregunta es si la historia se repetirá en cada uno de los municipios, porque entonces sí convendría que los diputados, o alguien fuera amigo del tal Gokú, para que lo invocara a rescatar Morelos en vista del fallo en quienes prometieron hacerlo de inmediato. Otra sería que le pidiera alguien la forma de invocar a los dichosos dragones de los deseos, pero entendemos que para ello habría que buscar primero las esferas, y lo cierto es que no hay tiempo ya.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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