/ domingo 5 de septiembre de 2021

SNTE: Haciendo la chamba del jefe

No desde su fundación, pero probablemente unos años después, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, ha hecho mucha de la tarea que correspondería a la autoridad educativa. Desde una perspectiva realista, bastante natural resultaba esa invasión de funciones con la que el sistema educativo nacional parecía sentirse bastante cómodo. El corporativismo en que se había gestado el SNTE y que empoderó a sujetos como Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo permitía, y de hecho se sostenía en esta aberración administrativa.

El esquema llegó a lo aberrante, en las oficinas del Comité Ejecutivo Nacional, a sólo unas cuadras de la SEP, se resolvían los temas profundos de la política educativa nacional, pero también los más simples, como asignaciones de plazas, ascensos y cambios de adscripciones. El SNTE era poderoso en lo político y en lo administrativo, al grado de que los maestros debían más respeto al sindicato que a la autoridad educativa en turno.

Conforme se fue debilitando el corporativismo y democratizando el país, el modelo de un SNTE que resultaba superior jerárquico de las autoridades educativas se fue extinguiendo paulatinamente y tuvo que irse reposicionando del lado de los maestros (no siempre con éxito). Algunos dirigentes, en una añoranza compartida por cierto con cientos de docentes, extrañan aquél sindicato que tomaba las decisiones y hacía la chamba del jefe, y a veces se comportan como si tal modelo aún fuera funcional, con todos los riesgos de legitimidad que ello trae.

Si algo que hay que reconocer a las dirigencias sindicales en Morelos, después de la caída de Elba Esther Gordillo, es que se han marginado de la intervención en la política educativa y de la administración del sistema (por sí mismas o por las coyunturas de gobiernos lejanos de ellas). El SNTE está aprendiendo a abanderar causas magisteriales, reforzó sus acciones en materia laboral y mantiene una propuesta de política educativa que busca enriquecer el trazo federal en la materia.

Por eso extrañaría que haya sido el SNTE quien se dio a la tarea de hacer un censo de las condiciones de la infraestructura educativa para determinar la viabilidad de retomar las clases presenciales. Puede considerarse que el ejercicio es tardío, en tanto se presenta una semana después de que el gobierno federal impuso el regreso a los planteles de educación básica. Pero lo cierto es que se trata de una actividad que correspondería a la autoridad educativa y que según todo apunta, no se hizo ni durante el período de clases a distancia ni en el vacacional de verano; y si la autoridad levantó tal censo, los maestros no lo creyeron, lo que resulta aún más grave.

El SNTE entonces se puso a hacer la tarea de la autoridad educativa, ha ido plantel por plantel y de inicio detectó que en 255 no debiera considerarse el regreso a las aulas hasta que se rehabiliten. Se trata de una invasión, es cierto, pero en este caso, la supervivencia de los maestros va de por medio. La omisión de la autoridad educativa estatal se evidencia en la falta de condiciones de los planteles, y también en el evidente desconocimiento del tamaño del problema. Parece que hasta ahora, los profes están solos.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

No desde su fundación, pero probablemente unos años después, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, ha hecho mucha de la tarea que correspondería a la autoridad educativa. Desde una perspectiva realista, bastante natural resultaba esa invasión de funciones con la que el sistema educativo nacional parecía sentirse bastante cómodo. El corporativismo en que se había gestado el SNTE y que empoderó a sujetos como Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo permitía, y de hecho se sostenía en esta aberración administrativa.

El esquema llegó a lo aberrante, en las oficinas del Comité Ejecutivo Nacional, a sólo unas cuadras de la SEP, se resolvían los temas profundos de la política educativa nacional, pero también los más simples, como asignaciones de plazas, ascensos y cambios de adscripciones. El SNTE era poderoso en lo político y en lo administrativo, al grado de que los maestros debían más respeto al sindicato que a la autoridad educativa en turno.

Conforme se fue debilitando el corporativismo y democratizando el país, el modelo de un SNTE que resultaba superior jerárquico de las autoridades educativas se fue extinguiendo paulatinamente y tuvo que irse reposicionando del lado de los maestros (no siempre con éxito). Algunos dirigentes, en una añoranza compartida por cierto con cientos de docentes, extrañan aquél sindicato que tomaba las decisiones y hacía la chamba del jefe, y a veces se comportan como si tal modelo aún fuera funcional, con todos los riesgos de legitimidad que ello trae.

Si algo que hay que reconocer a las dirigencias sindicales en Morelos, después de la caída de Elba Esther Gordillo, es que se han marginado de la intervención en la política educativa y de la administración del sistema (por sí mismas o por las coyunturas de gobiernos lejanos de ellas). El SNTE está aprendiendo a abanderar causas magisteriales, reforzó sus acciones en materia laboral y mantiene una propuesta de política educativa que busca enriquecer el trazo federal en la materia.

Por eso extrañaría que haya sido el SNTE quien se dio a la tarea de hacer un censo de las condiciones de la infraestructura educativa para determinar la viabilidad de retomar las clases presenciales. Puede considerarse que el ejercicio es tardío, en tanto se presenta una semana después de que el gobierno federal impuso el regreso a los planteles de educación básica. Pero lo cierto es que se trata de una actividad que correspondería a la autoridad educativa y que según todo apunta, no se hizo ni durante el período de clases a distancia ni en el vacacional de verano; y si la autoridad levantó tal censo, los maestros no lo creyeron, lo que resulta aún más grave.

El SNTE entonces se puso a hacer la tarea de la autoridad educativa, ha ido plantel por plantel y de inicio detectó que en 255 no debiera considerarse el regreso a las aulas hasta que se rehabiliten. Se trata de una invasión, es cierto, pero en este caso, la supervivencia de los maestros va de por medio. La omisión de la autoridad educativa estatal se evidencia en la falta de condiciones de los planteles, y también en el evidente desconocimiento del tamaño del problema. Parece que hasta ahora, los profes están solos.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx