/ miércoles 4 de abril de 2018

Sobre el “miedo vs enojo” de Luis Rubio

El domingo pasado, Luis Rubio (LR) publicó en el diario Reforma un artículo de opinión que impresiono a más de uno. La última oportunidad de escucharlo fue durante el Encuentro Empresarial Morelos 2016; como siempre, sus ideas resultan sumamente interesantes y dignas de atención. Igual debo reconocer que no fue sino hasta que publicó su libro “Clasemediero”, cuando empecé a seguirlo.


Sin duda, todo el ambiente esta impregnado de elementos electorales, de ahí que sea imposible quedarse al margen de emitir alguna opinión al respecto. En este sentido, LR escribió en el primer fin de semana del inicio formal de las campañas federales, una opinión que buscó centrar la discusión nacional entre los candidatos y electores.


Evocar la “emoción” fue la entrada del artículo de LR, al considerar que es un “componente inherente a la naturaleza humana, y por lo tanto de los procesos electorales”. Desde ahí comienza todo su enlace argumentativo. No sólo es criticable que se sustente en las emociones, por sus características funcionales y efectos, sino porque más allá de eso LR deja a un lado un aspecto más importarte: lo que da sentido de pertenencia, cohesión y proyección de una sociedad, es decir, el ideal de una sociedad más próspera y justa. Es decir, las emociones no es lo único ni lo más relevante en un proceso electoral.


Para dar sustento a su artículo, señala que “estudios psicológicos de las encuestas sugieren que esta elección se resolverá en el eje de miedo vs enojo”. En principio, tampoco consideramos adecuada esta afirmación por razones históricas. En el 2000, la palabra usada fue “hartazgo” pero en ella se contenía justamente lo que LR señala como enojo, cuando señala que surge por la corrupción, gobierno ensismismado y desconectado de la ciudadanía.


En aquél año, lo que existía en la conciencia colectiva era un enojo que se expresaba en hartazgo pero que indefectiblemente conllevaba a una intención por construir un nuevo país cambiando el rumbo institucional. Es decir, la gente no querían sacar el hartazgo o el enojo en las urnas sin ningún resultado posterior; por el contrario, lo proyectaban hacia la idea de un futuro mejor.


Incluso, en las elecciones de 2006 y 2012 encontramos la vuelta del enojo y del hartazgo, aunque con otras connotaciones, ya que existía una frustración debido a los magros resultados del proceso de transición, la escalada de violencia, inseguridad, corrupción y los efectos en las familias por las crisis económicas.


Para LR, el miedo “se deriva de los enormes cambios que ha experimentado el país en las últimas décadas” y que han favorecido a la población para tener casa propia, acceso al consumo y poder elegir autoridades. Esta argumento reduccionista de poner por delante estos avances, me hace pensar de forma inevitable en los “espejitos” que ofrecieron los españoles a los aztecas previo a su conquista, sometimiento y destrucción.

Este argumento fue el que permeó en 2012 y los resultados los tenemos a 6 años: aumento de la inseguridad y violencia, corrupción, impunidad, empleos precarios, aumento de los precios y alimentos, y un largo etcétera. El “proyecto político-económico” que llama a defender LR, ha sido más destructivo que el que sugiere entrelíneas que no debe llegar al poder.


LR cae inevitablemente en varias contradicciones. En la segunda mitad y parte final de su artículo, LR hace una reflexión a partir de un texto de Francis Fukuyama, pero por cuestión de espacio lo tendremos que comentar en la próxima semana, porque también hay mucho que cuestionar sobre la visión y las propuestas que retoma al respecto.


Facebook/Twitter: @CzarArenas

El domingo pasado, Luis Rubio (LR) publicó en el diario Reforma un artículo de opinión que impresiono a más de uno. La última oportunidad de escucharlo fue durante el Encuentro Empresarial Morelos 2016; como siempre, sus ideas resultan sumamente interesantes y dignas de atención. Igual debo reconocer que no fue sino hasta que publicó su libro “Clasemediero”, cuando empecé a seguirlo.


Sin duda, todo el ambiente esta impregnado de elementos electorales, de ahí que sea imposible quedarse al margen de emitir alguna opinión al respecto. En este sentido, LR escribió en el primer fin de semana del inicio formal de las campañas federales, una opinión que buscó centrar la discusión nacional entre los candidatos y electores.


Evocar la “emoción” fue la entrada del artículo de LR, al considerar que es un “componente inherente a la naturaleza humana, y por lo tanto de los procesos electorales”. Desde ahí comienza todo su enlace argumentativo. No sólo es criticable que se sustente en las emociones, por sus características funcionales y efectos, sino porque más allá de eso LR deja a un lado un aspecto más importarte: lo que da sentido de pertenencia, cohesión y proyección de una sociedad, es decir, el ideal de una sociedad más próspera y justa. Es decir, las emociones no es lo único ni lo más relevante en un proceso electoral.


Para dar sustento a su artículo, señala que “estudios psicológicos de las encuestas sugieren que esta elección se resolverá en el eje de miedo vs enojo”. En principio, tampoco consideramos adecuada esta afirmación por razones históricas. En el 2000, la palabra usada fue “hartazgo” pero en ella se contenía justamente lo que LR señala como enojo, cuando señala que surge por la corrupción, gobierno ensismismado y desconectado de la ciudadanía.


En aquél año, lo que existía en la conciencia colectiva era un enojo que se expresaba en hartazgo pero que indefectiblemente conllevaba a una intención por construir un nuevo país cambiando el rumbo institucional. Es decir, la gente no querían sacar el hartazgo o el enojo en las urnas sin ningún resultado posterior; por el contrario, lo proyectaban hacia la idea de un futuro mejor.


Incluso, en las elecciones de 2006 y 2012 encontramos la vuelta del enojo y del hartazgo, aunque con otras connotaciones, ya que existía una frustración debido a los magros resultados del proceso de transición, la escalada de violencia, inseguridad, corrupción y los efectos en las familias por las crisis económicas.


Para LR, el miedo “se deriva de los enormes cambios que ha experimentado el país en las últimas décadas” y que han favorecido a la población para tener casa propia, acceso al consumo y poder elegir autoridades. Esta argumento reduccionista de poner por delante estos avances, me hace pensar de forma inevitable en los “espejitos” que ofrecieron los españoles a los aztecas previo a su conquista, sometimiento y destrucción.

Este argumento fue el que permeó en 2012 y los resultados los tenemos a 6 años: aumento de la inseguridad y violencia, corrupción, impunidad, empleos precarios, aumento de los precios y alimentos, y un largo etcétera. El “proyecto político-económico” que llama a defender LR, ha sido más destructivo que el que sugiere entrelíneas que no debe llegar al poder.


LR cae inevitablemente en varias contradicciones. En la segunda mitad y parte final de su artículo, LR hace una reflexión a partir de un texto de Francis Fukuyama, pero por cuestión de espacio lo tendremos que comentar en la próxima semana, porque también hay mucho que cuestionar sobre la visión y las propuestas que retoma al respecto.


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