/ miércoles 11 de abril de 2018

Sobre el “miedo vs enojo” de Luis Rubio (Segunda parte)

La semana pasada dedicamos este espacio para opinar sobre el artículo de Luis Rubio (LR), uno de los comentaristas más influyentes en la escena política nacional. A una semana del inicio de las campañas, vale la pena concluir el análisis del artículo a partir de sus conclusiones y las señales que entrelíneas manda a los candidatos presidenciales.


En la segunda mitad del artículo, LR considera que los problemas deben resolverse con un “proyecto que construya la siguiente etapa del desarrollo del país, que no puede más que iniciar con una profunda reforma de las estructuras del poder”. El primer problema de esta afirmación, es que no presenta ni describe lo que implica esa etapa de desarrollo ni lo que implica la reforma de las estructuras.


Sin embargo, lo que si considera es que no debe regresarse a un “estadio anterior que se colapsó porque no funcionaba”. Nuevamente, el problema es que no indica el corte histórico de ese estadio anterior, ni explica a partir de cuando podemos asumir el origen del miedo y el enojo que hizo colapsar el sistema.


No pretendo señalar la ausencia de argumentos explicativos como únicos elementos de crítica, porque válidamente se podría decir que solo era un breve artículo de opinión. No obstante, lo que sí era relevante destacar es el hecho de que las ideas quedan ambiguas, respecto a las referencias temporales de corto, mediano o largo plazo; de ahí que la idea del “colapso”, no queda claro si se le podría asociar al gobierno federal actual, a los dos anteriores o a quienes gobernaron por más de 70 años.


Al no ser posible identificar lo anterior, tampoco se pueden analizar las estrategias y decisiones de política que contribuyeron con ese colapso. Coincidimos con LR que la estructura de privilegios y el sistema de gobierno son parte del problema. Pero no coincidimos en la solución que presenta.


Parafraseando a LR, quien retoma las ideas de Fukuyama, para resolver nuestros problemas deben construirse capacidades de gobierno eficaces para el funcionamiento exitoso del país, a través de un proceso democrático que logre un gobierno fuerte y funcional, con Estado de Derecho y rendición de cuentas.


A primera vista, no debería haber conflicto en estas ideas; sin embargo, lo que LR deja fuera es fundamental: es el papel que la sociedad, de la gente o el pueblo debe desempeñar por sí mismo en el proceso de construcción de un Estado fuerte y funcional. Considerar que la sociedad es objeto y no sujeto, es un craso error.


La visión de LR, como la de Fukuyama, es la que permea en los organismos internacionales como el FMI, Banco Mundial, y la OCDE, donde la principal recomendación es la de construir desde arriba y no desde abajo, los aspectos formales del Estado. Afortunadamente, desde hace muchos años, existe una idea heterodoxa que recomienda promover la construcción de un cuarto circuito de poder: el de los ciudadanos.


LR se contradice al sostener las ideas de Fukuyama de forma mecánica y unidireccional para resolver el desencanto social y el distanciamiento con las autoridades, debido a que no se considera en este proceso de construcción del “proyecto que construya la siguiente etapa del desarrollo del país” un espacio para la ciudadanía, que los empodere para resolver de manera directa y eficiente los problemas cotidianos de la sociedad.


A través de Latinobarómetro, desde más de diez años hemos podido advertir que la democracia formal ha sido fuertemente cuestionada como opción para resolver los problemas de la ciudadanía. Y frente a ello, seguimos respondiendo con ideas como las que recomienda LR, las cuales terminan siendo obsoletas e ineficientes. No sólo en México sino en Morelos, la discusión y construcción de una democracia postliberal sigue estando generalmente fuera de la discusión.


Twitter/Facebook: @CzarArenas

La semana pasada dedicamos este espacio para opinar sobre el artículo de Luis Rubio (LR), uno de los comentaristas más influyentes en la escena política nacional. A una semana del inicio de las campañas, vale la pena concluir el análisis del artículo a partir de sus conclusiones y las señales que entrelíneas manda a los candidatos presidenciales.


En la segunda mitad del artículo, LR considera que los problemas deben resolverse con un “proyecto que construya la siguiente etapa del desarrollo del país, que no puede más que iniciar con una profunda reforma de las estructuras del poder”. El primer problema de esta afirmación, es que no presenta ni describe lo que implica esa etapa de desarrollo ni lo que implica la reforma de las estructuras.


Sin embargo, lo que si considera es que no debe regresarse a un “estadio anterior que se colapsó porque no funcionaba”. Nuevamente, el problema es que no indica el corte histórico de ese estadio anterior, ni explica a partir de cuando podemos asumir el origen del miedo y el enojo que hizo colapsar el sistema.


No pretendo señalar la ausencia de argumentos explicativos como únicos elementos de crítica, porque válidamente se podría decir que solo era un breve artículo de opinión. No obstante, lo que sí era relevante destacar es el hecho de que las ideas quedan ambiguas, respecto a las referencias temporales de corto, mediano o largo plazo; de ahí que la idea del “colapso”, no queda claro si se le podría asociar al gobierno federal actual, a los dos anteriores o a quienes gobernaron por más de 70 años.


Al no ser posible identificar lo anterior, tampoco se pueden analizar las estrategias y decisiones de política que contribuyeron con ese colapso. Coincidimos con LR que la estructura de privilegios y el sistema de gobierno son parte del problema. Pero no coincidimos en la solución que presenta.


Parafraseando a LR, quien retoma las ideas de Fukuyama, para resolver nuestros problemas deben construirse capacidades de gobierno eficaces para el funcionamiento exitoso del país, a través de un proceso democrático que logre un gobierno fuerte y funcional, con Estado de Derecho y rendición de cuentas.


A primera vista, no debería haber conflicto en estas ideas; sin embargo, lo que LR deja fuera es fundamental: es el papel que la sociedad, de la gente o el pueblo debe desempeñar por sí mismo en el proceso de construcción de un Estado fuerte y funcional. Considerar que la sociedad es objeto y no sujeto, es un craso error.


La visión de LR, como la de Fukuyama, es la que permea en los organismos internacionales como el FMI, Banco Mundial, y la OCDE, donde la principal recomendación es la de construir desde arriba y no desde abajo, los aspectos formales del Estado. Afortunadamente, desde hace muchos años, existe una idea heterodoxa que recomienda promover la construcción de un cuarto circuito de poder: el de los ciudadanos.


LR se contradice al sostener las ideas de Fukuyama de forma mecánica y unidireccional para resolver el desencanto social y el distanciamiento con las autoridades, debido a que no se considera en este proceso de construcción del “proyecto que construya la siguiente etapa del desarrollo del país” un espacio para la ciudadanía, que los empodere para resolver de manera directa y eficiente los problemas cotidianos de la sociedad.


A través de Latinobarómetro, desde más de diez años hemos podido advertir que la democracia formal ha sido fuertemente cuestionada como opción para resolver los problemas de la ciudadanía. Y frente a ello, seguimos respondiendo con ideas como las que recomienda LR, las cuales terminan siendo obsoletas e ineficientes. No sólo en México sino en Morelos, la discusión y construcción de una democracia postliberal sigue estando generalmente fuera de la discusión.


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