Hemos concluido en El Sol de Cuernavaca, un riquísimo ejercicio en que entrevistamos a los ocho candidatos a gobernador del estado. Se trataba de hacer un perfil de los candidatos, sus propuestas y sus ideas y gracias a la confianza de Miguel Ángel de Alba, nuestro director, pude estar en casi todas ellas (no acudí a dos por cuestiones de agenda pero las leí y escuché con atención y cautela). Uno pensaría que uno sabe mucho más y que ese conocimiento puede orientar mucho mejor el voto, y así tendría que ser, aunque debo confesar, como lo hice antes ya frente a un plato de pozole, que si antes dudaba en a quién entregar mi voto, ahora lo dudo aún más.
En efecto, las últimas entregas de Nuevas Reglas fueron construidas alrededor de la queja ciudadana que hoy comparto más que antes; los candidatos quedan a deber mucho, son una colección de interesantes fragmentos, de loables cualidades, pero en ninguno se concentran más o menos que en los otros. Salvo algunas pinceladas, nadie ofrece algo realmente llamativo en sus planes de gobierno, ninguno concibe la integralidad del enjambre de problemas de Morelos, incluso Alejandro Vera, el más competente en términos académicos de todos (ni modo que no), se queja de la departamentalización de los problemas, pero la mantiene en su discurso como método de análisis y de diseño de agenda. Ninguno de los candidatos está dispuesto a reconocer, como hacemos todos los ciudadanos cada día, que Morelos está hecho un desmadre y que la atención a ese escenario debe hacerse de manera integral y con propuestas nuevas, en tanto las que se han venido presentando son ecos de un pasado lleno de fracasos.
Hemos verificado, en cambio, que las teorizaciones sobre la muerte de las ideologías, la inutilidad de los partidos políticos como referentes de sistemas de gobierno, y hasta la conveniencia de la lucha electoral es lo que orienta a la mayor parte de las fuerzas y somete a candidatos que, probablemente bajo otra lógica de competencia serían menos limitados.
El ejercicio de diálogo con los candidatos ha servido como un ejemplo de pluralidad periodística, y quisiéramos decir que para mucho más, pero lo cierto es que el espejo de los medios sólo puede reflejar la realidad que tiene frente a sí y no la que quisiéramos todos ver.
Eso sí, la colección de ocho entrevistas, Nadia Luz Lara Chávez, Víctor Caballero Solano, Jorge Meade Ocaranza, Mario Rojas Alba, Alejandro Vera Jiménez, Cuauhtémoc Blanco Bravo, Rodrigo Gayosso Cepeda, y Fidel Demédicis Hidalgo; resultan un documento indispensable para entender el momento político que atraviesa Morelos y a los protagonistas del mismo. Ilustra, por supuesto, cosas que los candidatos no habían dicho, propuestas que no habían sido expuestas o explicadas, elementos de personalidad, oportunidades y zonas de riesgo de cada uno de ellos. Es una buena guía para conocer candidatos, aunque en este caso, los aspirantes no sean lo mejor que pudiera verse en Morelos, pero probablemente sean lo que necesitamos.
La mayor parte de ellos coincide, y en eso estamos todos quienes residimos en Morelos y los padecemos, en la urgencia de una transformación de fondo de la política local, después de 24 años, 6 priistas, 12 panistas y 18 perredistas, de alejamiento de los gobernantes y los ciudadanos. Por lo pronto, cualquiera de ellos supone significar la diferencia con los regímenes anteriores por lo menos en el desvanecimiento de esa brecha que hoy es insostenible. Aunque, de ser así, tendría que verse en sus programas de gobierno; a final de cuentas, no es sólo quién gobierna, sino las políticas públicas que emprende las que significarán transformaciones en Morelos.
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