/ miércoles 17 de febrero de 2021

Tantita madre...

Los demasiados odios que se perciben en un ambiente de encono generado por tirios y troyanos de la política nacional y local, junto con todos sus corifeos, se vuelve un arma peligrosa que atenta incluso contra lo que deberíamos considerar más sagrado en nuestra actual situación, la política sanitaria que incluye, por supuesto, la vacunación contra el Covid-19.

Entre el desorden con que el gobierno federal inició el atropellado proceso, la mala leche de muchos opositores al régimen y los absurdos con que suelen responder los defensores a ultranza del presidente López Obrador, a quien quieren convertir en figurín del proceso; pareciera que el uso electoral de la indispensable inmunización está garantizado por lopezobradoristas y sus muchos antis, con todos los riesgos que ello acarrea.

Porque en aras de lesionar la bastante vilipendiada figura presidencial, los haters utilizan cualquier dato para atacar incluso el proceso de vacunación, mientras frente a ellos, los lovers no permiten comentario alguno (por muy bien intencionado que resulte) para mejorar los procedimientos que siempre son perfectibles.

Y no se trata de negar el debate sobre ningún tema, pero sí de establecer algunas reglas elementales que deberían iniciar por promover y facilitar el proceso de inmunización contra el Covid-19, no por favores a un régimen sino por el efecto positivo que tendrá en la esperanza de vida, la salud, la economía y la restauración social post pandemia, es decir, por mera decencia.

Ya hay mucho para discutir, apagones que no ocurrían antes, la intención de desaparecer organismos autónomos, de regular las redes sociales, de extinguir el principio de representación proporcional y las agendas políticas de las minorías por una suerte de venganza contra los diputados plurinominales, el abandono de las energías limpias, el costo que las políticas federales tienen sobre el medio ambiente, las formas de recuperar la economía, y todos los pendientes que se siguen acumulando sin un debate que resulte definitivo y que pasa por el modelo de desarrollo y organización del país que quisiéramos los mexicanos y no los políticos.

Los procesos electorales locales y federal no tendrían que marcar la vida de los ciudadanos comunes. Que los políticos lo intenten es profundamente indecente, mucho más cuando lo hacen con temas tan serios y que requieren acercamientos tan definitivamente científicos como la salud; esta lógica podría extenderse a asuntos ambientales, de energía, y otros en los que la visión científica debiera imponerse a cualquier posición ideológica.

Mientras las discusiones continúan en el enrarecido ambiente, las historias de esperanza a partir del inicio de la vacunación son cada vez más. El trabajo del personal de salud, aún en las circunstancias medio caóticas que las múltiples circunstancias han impuesto, está siendo nuevamente ejemplar y empieza a verse una lejana, pero cierta, esperanza de que eventualmente se derrote al enemigo verdadero que es la pandemia. Lo demás son rivalidades momentáneas y disputas que tendrán que resolverse en otras arenas. Dejemos que el proceso de vacunación siga su marcha y hagamos lo posible por mejorarlo para beneficio de todos.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Los demasiados odios que se perciben en un ambiente de encono generado por tirios y troyanos de la política nacional y local, junto con todos sus corifeos, se vuelve un arma peligrosa que atenta incluso contra lo que deberíamos considerar más sagrado en nuestra actual situación, la política sanitaria que incluye, por supuesto, la vacunación contra el Covid-19.

Entre el desorden con que el gobierno federal inició el atropellado proceso, la mala leche de muchos opositores al régimen y los absurdos con que suelen responder los defensores a ultranza del presidente López Obrador, a quien quieren convertir en figurín del proceso; pareciera que el uso electoral de la indispensable inmunización está garantizado por lopezobradoristas y sus muchos antis, con todos los riesgos que ello acarrea.

Porque en aras de lesionar la bastante vilipendiada figura presidencial, los haters utilizan cualquier dato para atacar incluso el proceso de vacunación, mientras frente a ellos, los lovers no permiten comentario alguno (por muy bien intencionado que resulte) para mejorar los procedimientos que siempre son perfectibles.

Y no se trata de negar el debate sobre ningún tema, pero sí de establecer algunas reglas elementales que deberían iniciar por promover y facilitar el proceso de inmunización contra el Covid-19, no por favores a un régimen sino por el efecto positivo que tendrá en la esperanza de vida, la salud, la economía y la restauración social post pandemia, es decir, por mera decencia.

Ya hay mucho para discutir, apagones que no ocurrían antes, la intención de desaparecer organismos autónomos, de regular las redes sociales, de extinguir el principio de representación proporcional y las agendas políticas de las minorías por una suerte de venganza contra los diputados plurinominales, el abandono de las energías limpias, el costo que las políticas federales tienen sobre el medio ambiente, las formas de recuperar la economía, y todos los pendientes que se siguen acumulando sin un debate que resulte definitivo y que pasa por el modelo de desarrollo y organización del país que quisiéramos los mexicanos y no los políticos.

Los procesos electorales locales y federal no tendrían que marcar la vida de los ciudadanos comunes. Que los políticos lo intenten es profundamente indecente, mucho más cuando lo hacen con temas tan serios y que requieren acercamientos tan definitivamente científicos como la salud; esta lógica podría extenderse a asuntos ambientales, de energía, y otros en los que la visión científica debiera imponerse a cualquier posición ideológica.

Mientras las discusiones continúan en el enrarecido ambiente, las historias de esperanza a partir del inicio de la vacunación son cada vez más. El trabajo del personal de salud, aún en las circunstancias medio caóticas que las múltiples circunstancias han impuesto, está siendo nuevamente ejemplar y empieza a verse una lejana, pero cierta, esperanza de que eventualmente se derrote al enemigo verdadero que es la pandemia. Lo demás son rivalidades momentáneas y disputas que tendrán que resolverse en otras arenas. Dejemos que el proceso de vacunación siga su marcha y hagamos lo posible por mejorarlo para beneficio de todos.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx