/ domingo 20 de diciembre de 2020

Un fin de año especial

Desde el principio de la pandemia los países del mundo se dividieron en dos grupos, los que siguieron la estrategia de máxima prevención del contagio y los que le apostaron a la inmunidad de rebaño. Esto es, a la administración del contagio que no a su erradicación, buscando que de manera natural se acumulara la inmunidad. Muy pocos países del mundo tomaron esta decisión, México fue uno de ellos.

La propagación del virus en nuestro país estuvo medianamente administrada durante los primeros ocho meses del año. A partir de finales de noviembre y debido al relajamiento producido por el fin de semana largo del 20 de noviembre y a una imprudente campaña comercial de dos semanas, la situación se ha salido de control.

En las últimas semanas hemos visto que el número de casos confirmados y decesos se ha desatado. Eso coincide con la saturación de hospitales en las principales ciudades y la escases de medicamentos y otros dispositivos como tanques de oxígeno, indispensables para la atención de los enfermos en casa.

La falta de información confiable, la inconsistencia del mensaje oficial, la limitada aplicación de pruebas diagnósticas, la negación del cubrebocas como una medida preventiva efectiva, el retraso en la aplicación de medidas restrictivas a la movilidad, la ausencia de apoyos económicos para evitar la pérdida del empleo, todo eso abonó para estar en el peor momento de la crisis hasta ahora.

Los datos oficiales nos dicen que en México se han documentado un milllón 311 mil 675 casos de los cuales 117 mil 817 perdieron la vida. Sin embargo, tenemos otros datos. Los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición ENSANUT que en su edición 2020 incluyó la determinación de anticuerpos anti-SARS-CoV2, es decir, una prueba que permite identificar a aquellas personas que estuvieron expuestas al virus y desarrollaron anticuerpos.

Para desmayo de los responsables de la pandemia, el número revelado por la encuesta rebasa por mucho la peor de las expectativas, demostrando que el subregistro es de 23 veces, alcanzando los 30 millones de mexicanos. Como las pruebas oficiales solo se aplican a quienes presentan síntomas medianamente graves, no queda más que pensar que en México hubo más de 28 millones de infectados asintomáticos o con síntomas leves que por no haber hecho obligatorio el uso de cubrebocas entre otras medidas, se volvieron focos de infección.

Estos datos explican también la altísima tasa de letalidad de la enfermedad en nuestro país, la más alta del mundo, la cual cae a niveles normales cuando se toman en cuenta los nuevos datos. Igualmente explica las anomalías en el número de defunciones, triplicándolo.

Lo ocurrido en los últimos días merece atención especial. El inentendible retraso en la aplicación del semáforo rojo en la Ciudad de México llevó la situación a límites cercanos a una crisis humanitaria, con enfermos muriendo en la fila de espera para entrar a los hospitales. Igualmente, la aplicación irreflexiva de la medida sin tomar en cuenta que las personas con recursos iban a migrar de manera masiva de la ciudad a los estados de la periferia va a ocasionar que la crisis se expanda en el territorio.

No para allí la preocupación, si no se toman medidas extraordinarias en los próximos días, la cercanía en el tiempo de las festividades de fin de año acelerará todavía más el contagio. Es indispensable que las autoridades de Morelos decreten el semáforo rojo a la brevedad, antes del 24 de diciembre, restringiendo de manera radical la celebración de fiestas familiares masivas. Esta medida no es popular ni será bien recibida por los comerciantes ni tampoco por los ciudadanos, pero ante los nuevos datos y la gravedad de la situación es la única salida posible. Sería una desgracia que no se tomara la decisión.

Este fin de año va a ser especial. Seamos responsables. Limitemos las salidas. Reduzcamos el consumo de alcohol. Usemos cubrebocas de manera permanente. Ningun festejo con personas que no vivan dentro del mismo domicilio. Salud y vida son los mejores regalos que podemos dar en estas fechas. Lo demás, es lo de menos.


Información adicional de éste y otros temas de interés visiten:

http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

https://www.facebook.com/BValderramaB/

Desde el principio de la pandemia los países del mundo se dividieron en dos grupos, los que siguieron la estrategia de máxima prevención del contagio y los que le apostaron a la inmunidad de rebaño. Esto es, a la administración del contagio que no a su erradicación, buscando que de manera natural se acumulara la inmunidad. Muy pocos países del mundo tomaron esta decisión, México fue uno de ellos.

La propagación del virus en nuestro país estuvo medianamente administrada durante los primeros ocho meses del año. A partir de finales de noviembre y debido al relajamiento producido por el fin de semana largo del 20 de noviembre y a una imprudente campaña comercial de dos semanas, la situación se ha salido de control.

En las últimas semanas hemos visto que el número de casos confirmados y decesos se ha desatado. Eso coincide con la saturación de hospitales en las principales ciudades y la escases de medicamentos y otros dispositivos como tanques de oxígeno, indispensables para la atención de los enfermos en casa.

La falta de información confiable, la inconsistencia del mensaje oficial, la limitada aplicación de pruebas diagnósticas, la negación del cubrebocas como una medida preventiva efectiva, el retraso en la aplicación de medidas restrictivas a la movilidad, la ausencia de apoyos económicos para evitar la pérdida del empleo, todo eso abonó para estar en el peor momento de la crisis hasta ahora.

Los datos oficiales nos dicen que en México se han documentado un milllón 311 mil 675 casos de los cuales 117 mil 817 perdieron la vida. Sin embargo, tenemos otros datos. Los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición ENSANUT que en su edición 2020 incluyó la determinación de anticuerpos anti-SARS-CoV2, es decir, una prueba que permite identificar a aquellas personas que estuvieron expuestas al virus y desarrollaron anticuerpos.

Para desmayo de los responsables de la pandemia, el número revelado por la encuesta rebasa por mucho la peor de las expectativas, demostrando que el subregistro es de 23 veces, alcanzando los 30 millones de mexicanos. Como las pruebas oficiales solo se aplican a quienes presentan síntomas medianamente graves, no queda más que pensar que en México hubo más de 28 millones de infectados asintomáticos o con síntomas leves que por no haber hecho obligatorio el uso de cubrebocas entre otras medidas, se volvieron focos de infección.

Estos datos explican también la altísima tasa de letalidad de la enfermedad en nuestro país, la más alta del mundo, la cual cae a niveles normales cuando se toman en cuenta los nuevos datos. Igualmente explica las anomalías en el número de defunciones, triplicándolo.

Lo ocurrido en los últimos días merece atención especial. El inentendible retraso en la aplicación del semáforo rojo en la Ciudad de México llevó la situación a límites cercanos a una crisis humanitaria, con enfermos muriendo en la fila de espera para entrar a los hospitales. Igualmente, la aplicación irreflexiva de la medida sin tomar en cuenta que las personas con recursos iban a migrar de manera masiva de la ciudad a los estados de la periferia va a ocasionar que la crisis se expanda en el territorio.

No para allí la preocupación, si no se toman medidas extraordinarias en los próximos días, la cercanía en el tiempo de las festividades de fin de año acelerará todavía más el contagio. Es indispensable que las autoridades de Morelos decreten el semáforo rojo a la brevedad, antes del 24 de diciembre, restringiendo de manera radical la celebración de fiestas familiares masivas. Esta medida no es popular ni será bien recibida por los comerciantes ni tampoco por los ciudadanos, pero ante los nuevos datos y la gravedad de la situación es la única salida posible. Sería una desgracia que no se tomara la decisión.

Este fin de año va a ser especial. Seamos responsables. Limitemos las salidas. Reduzcamos el consumo de alcohol. Usemos cubrebocas de manera permanente. Ningun festejo con personas que no vivan dentro del mismo domicilio. Salud y vida son los mejores regalos que podemos dar en estas fechas. Lo demás, es lo de menos.


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