/ domingo 30 de agosto de 2020

Un recorrido por las vacunas contra Covid-19 (I) con base en virus inactivados o atenuados

La velocidad de transmisión del virus SARS-CoV-2 que ocasiona la enfermedad COVID-19 ha sido vertiginosa. En menos de tres meses de su identificación ya se había esparcido por los cinco continentes. Seis meses después han sido infectadas más de 25 millones de personas en todo el mundo de las cuales al menos un millón ha perdido la vida.

Ante la severidad de la situación las reservas científicas del mundo se pusieron a disposición de la sociedad desarrollando a toda velocidad nuevos medicamentos y vacunas. Sin embargo, ante la imposibilidad práctica de desarrollar una plataforma de vacunas específica para COVID-19, se reclutaron laboratorios y fábricas ya existentes los cuales se rediseñaron para cumplir esta nueva meta.

Al día de hoy, hay 176 diferentes vacunas registradas ante la Organización Mundial de la Salud de las cuales 33 ya están en pruebas clínicas. Ante la complejidad y secrecía asociada a un esfuerzo de esta magnitud aprovecharé este espacio para presentar los esfuerzos más destacados explicando en qué consiste la tecnología, quienes la están desarrollando y sus alcances.

En esta primera entrega comentaré sobre la más directa en su preparación, la basada en virus inactivados. Este tipo de vacunas tiene la ventaja que se administra una versión no infectiva del virus completo por lo que la respuesta inmunológica es inmejorable en su intensidad y especificidad. Ejemplo ya existentes de esta tecnología son las vacunas contra polio, tosferina, rabia y hepatitis A.

En el caso de coronavirus, la tecnología ya se había desarrollado desde 2016 para el virus causante de la enfermedad SARS aunque nunca llegó a colocarse en el mercado. Esa misma tecnología adaptada para COVID-19 ha sido registrada ante la OMS en 16 ocasiones siendo las más avanzadas las de las empresas chinas Sinovac y Sinopharm las cuales ya se encuentran en estudios clínicos fase 3.

Otra versión de esta vacuna es el uso de virus vivos atenuados. Esta fórmula ya había sido desarrollada para una vacuna veterinaria oral contra coronavirus desde 2004. A la fecha se han registrado tres proyectos con base en virus atenuados a nivel de la secuencia de su material genético. Todos los proyectos provienen de empresas de la India y se encuentran en la fase preclínica.

Como se dijo arriba, la efectividad de estas vacunas es alta sin embargo presentan una serie de complejidades que no hay que perder de vista. Por un lado se requiere producir grandes cantidades del virus en instalaciones industriales las cuales deberán contar con las más estrictas medidas de seguridad biológica para evitar la fuga de material infeccioso. Por otro lado, una inactivación deficiente o insuficiente pondría en riesgo la salud del paciente. Aún más, un virus completamente inactivado podría despertar todavía algún tipo de reacción desde inflamación local hasta cuadros más severos de rechazo.

Aún no se han publicado los resultados de los estudios clínicos fase 3 los cuales deberán poner en claro no solamente que la vacuna es efectiva sino también que es segura.


Información adicional de éste y otros temas de interés visiten:

http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

https://www.facebook.com/BValderramaB/

La velocidad de transmisión del virus SARS-CoV-2 que ocasiona la enfermedad COVID-19 ha sido vertiginosa. En menos de tres meses de su identificación ya se había esparcido por los cinco continentes. Seis meses después han sido infectadas más de 25 millones de personas en todo el mundo de las cuales al menos un millón ha perdido la vida.

Ante la severidad de la situación las reservas científicas del mundo se pusieron a disposición de la sociedad desarrollando a toda velocidad nuevos medicamentos y vacunas. Sin embargo, ante la imposibilidad práctica de desarrollar una plataforma de vacunas específica para COVID-19, se reclutaron laboratorios y fábricas ya existentes los cuales se rediseñaron para cumplir esta nueva meta.

Al día de hoy, hay 176 diferentes vacunas registradas ante la Organización Mundial de la Salud de las cuales 33 ya están en pruebas clínicas. Ante la complejidad y secrecía asociada a un esfuerzo de esta magnitud aprovecharé este espacio para presentar los esfuerzos más destacados explicando en qué consiste la tecnología, quienes la están desarrollando y sus alcances.

En esta primera entrega comentaré sobre la más directa en su preparación, la basada en virus inactivados. Este tipo de vacunas tiene la ventaja que se administra una versión no infectiva del virus completo por lo que la respuesta inmunológica es inmejorable en su intensidad y especificidad. Ejemplo ya existentes de esta tecnología son las vacunas contra polio, tosferina, rabia y hepatitis A.

En el caso de coronavirus, la tecnología ya se había desarrollado desde 2016 para el virus causante de la enfermedad SARS aunque nunca llegó a colocarse en el mercado. Esa misma tecnología adaptada para COVID-19 ha sido registrada ante la OMS en 16 ocasiones siendo las más avanzadas las de las empresas chinas Sinovac y Sinopharm las cuales ya se encuentran en estudios clínicos fase 3.

Otra versión de esta vacuna es el uso de virus vivos atenuados. Esta fórmula ya había sido desarrollada para una vacuna veterinaria oral contra coronavirus desde 2004. A la fecha se han registrado tres proyectos con base en virus atenuados a nivel de la secuencia de su material genético. Todos los proyectos provienen de empresas de la India y se encuentran en la fase preclínica.

Como se dijo arriba, la efectividad de estas vacunas es alta sin embargo presentan una serie de complejidades que no hay que perder de vista. Por un lado se requiere producir grandes cantidades del virus en instalaciones industriales las cuales deberán contar con las más estrictas medidas de seguridad biológica para evitar la fuga de material infeccioso. Por otro lado, una inactivación deficiente o insuficiente pondría en riesgo la salud del paciente. Aún más, un virus completamente inactivado podría despertar todavía algún tipo de reacción desde inflamación local hasta cuadros más severos de rechazo.

Aún no se han publicado los resultados de los estudios clínicos fase 3 los cuales deberán poner en claro no solamente que la vacuna es efectiva sino también que es segura.


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