/ domingo 7 de febrero de 2021

Uno, dos, tres por el sistema inmunológico

El sistema inmunológico surge en la evolución ante la necesidad de los organismos de protegerse contra infecciones. Desde las formas más primitivas de vida hasta las más sofisticadas, el sistema inmunológico cumple la vital función de identificar agentes patógenos así como de eliminarlos del organismo

Queda evidente la importancia del sistema inmunológico ante cualquier forma de contagio sin embargo, para la actual pandemia de COVID19, el de los humanos jugará un triple papel nunca antes observado en la historia de la medicina.

Por un lado, se ha convertido en el motivo central alrededor del cual gira la estrategia de los gobiernos para lograr el control de la pandemia mediante la exposición ya sea descontrolada, también conocida como inmunidad de rebaño, o controlada a través de la aplicación de vacunas. Por la tasa de transmisión del virus SARS-CoV-2 se estima que para abatir el contagio masivo se necesitará que al menos el 70% de la población del mundo cuente con una inmunidad de al menos el 70% de protección.

En segundo lugar, el sistema inmunológico de los humanos resultó ser, para nuestra sorpresa, un aliado del virus. La concepción inicial de que COVID19 se comportaría como la influenza, es decir, como una enfermedad respiratoria aguda la cuál se podría controlar si los pacientes recibían asistencia respiradora en terapia intensiva se vió muy pronto superada por la realidad.

Desde los primeros estudios sistemáticos durante el brote de marzo pasado en Italia se logró identificar en enfermos graves de COVID19 un cuadro letal nunca antes asociado a enfermedades respiratorias, la tormenta de citocinas. Las citocinas son un grupo de moléculas pequeñas que participan en la respuesta inmune como mensajeros, orientando y agilizando la reacción.

Algunas citocinas promueven la aparición de síntomas leves como fiebre, retención de líquidos y dolor de cabeza, este grupo de citocinas se conoce como proinflamatorias. Por algún mecanismo todavía no identificado plenamente, se sabe que el virus SARS-CoV-2 recluta citocinas proinflamatorias y las sobreproduce promoviendo cuadros severos de inflamación de organos vitales como son el corazón y el cerebro lo que explica la alta tasa de fallecimientos por infarto, derrame cerebral o falla multiorgánica entre pacientes de COVID19.

Para prevenir esto, los médicos aprovechan un indicador precoz de inflamación en sangre, la proteína C reactiva cuya presencia permite identificar con toda oportunidad pacientes con cuadros incipientes de inflamación generalizada. A estos pacientes se les aplican desinflamatorios y supresores del sistema inmune mejorando el pronóstico de la enfermedad. Es precisamente este punto el más promisorio para el desarrollo de medicamentos específicos contra COVID19.

El tercer papel resulta ser todavía más relevante pues denota la participación de pacientes con condiciones inmunológicas en la aparición de nuevas variantes. Existe evidencia documentada desde finales del 2020 donde al menos un paciente en tratamiento con supresores del sistema inmunológico presentó infección por SARS-CoV-2 por cinco meses, mucho más del tiempo promedio de infección observado en pacientes previamente sanos.

Durante el curso de la infección, los médicos lograron identificar que el mismo paciente comenzaba a producir nuevas variantes del virus con cambios múltiples, algunos de ellos en porciones del virus involucradas en el reconcimiento y anclaje a las células humanas.

En ese momento el caso quedó registrado como una peculiaridad médica, sin embargo la rápida propagación de las variantes B.1.1.7, P.1 y 1.351 abre la necesidad de revisitar su origen ante la posibilidad de que se sigan acumulando nuevas variantes, con el riesgo de vulnerar la inmunidad colectiva.

De una manera inesperada, la apuesta de la humanidad al sistema inmunológico como la única estrategia de salida de la pandemia podría encontrarse con un final inesperado de funestas consecuencias. Queda claro que la solución a la pandemia no provendrá del sector político sino del científico por lo que es más importante que nunca incrementar su financiamiento y otras formas de apoyo.


Información adicional de éste y otros temas de interés visiten:

http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

https://www.facebook.com/BValderramaB/

El sistema inmunológico surge en la evolución ante la necesidad de los organismos de protegerse contra infecciones. Desde las formas más primitivas de vida hasta las más sofisticadas, el sistema inmunológico cumple la vital función de identificar agentes patógenos así como de eliminarlos del organismo

Queda evidente la importancia del sistema inmunológico ante cualquier forma de contagio sin embargo, para la actual pandemia de COVID19, el de los humanos jugará un triple papel nunca antes observado en la historia de la medicina.

Por un lado, se ha convertido en el motivo central alrededor del cual gira la estrategia de los gobiernos para lograr el control de la pandemia mediante la exposición ya sea descontrolada, también conocida como inmunidad de rebaño, o controlada a través de la aplicación de vacunas. Por la tasa de transmisión del virus SARS-CoV-2 se estima que para abatir el contagio masivo se necesitará que al menos el 70% de la población del mundo cuente con una inmunidad de al menos el 70% de protección.

En segundo lugar, el sistema inmunológico de los humanos resultó ser, para nuestra sorpresa, un aliado del virus. La concepción inicial de que COVID19 se comportaría como la influenza, es decir, como una enfermedad respiratoria aguda la cuál se podría controlar si los pacientes recibían asistencia respiradora en terapia intensiva se vió muy pronto superada por la realidad.

Desde los primeros estudios sistemáticos durante el brote de marzo pasado en Italia se logró identificar en enfermos graves de COVID19 un cuadro letal nunca antes asociado a enfermedades respiratorias, la tormenta de citocinas. Las citocinas son un grupo de moléculas pequeñas que participan en la respuesta inmune como mensajeros, orientando y agilizando la reacción.

Algunas citocinas promueven la aparición de síntomas leves como fiebre, retención de líquidos y dolor de cabeza, este grupo de citocinas se conoce como proinflamatorias. Por algún mecanismo todavía no identificado plenamente, se sabe que el virus SARS-CoV-2 recluta citocinas proinflamatorias y las sobreproduce promoviendo cuadros severos de inflamación de organos vitales como son el corazón y el cerebro lo que explica la alta tasa de fallecimientos por infarto, derrame cerebral o falla multiorgánica entre pacientes de COVID19.

Para prevenir esto, los médicos aprovechan un indicador precoz de inflamación en sangre, la proteína C reactiva cuya presencia permite identificar con toda oportunidad pacientes con cuadros incipientes de inflamación generalizada. A estos pacientes se les aplican desinflamatorios y supresores del sistema inmune mejorando el pronóstico de la enfermedad. Es precisamente este punto el más promisorio para el desarrollo de medicamentos específicos contra COVID19.

El tercer papel resulta ser todavía más relevante pues denota la participación de pacientes con condiciones inmunológicas en la aparición de nuevas variantes. Existe evidencia documentada desde finales del 2020 donde al menos un paciente en tratamiento con supresores del sistema inmunológico presentó infección por SARS-CoV-2 por cinco meses, mucho más del tiempo promedio de infección observado en pacientes previamente sanos.

Durante el curso de la infección, los médicos lograron identificar que el mismo paciente comenzaba a producir nuevas variantes del virus con cambios múltiples, algunos de ellos en porciones del virus involucradas en el reconcimiento y anclaje a las células humanas.

En ese momento el caso quedó registrado como una peculiaridad médica, sin embargo la rápida propagación de las variantes B.1.1.7, P.1 y 1.351 abre la necesidad de revisitar su origen ante la posibilidad de que se sigan acumulando nuevas variantes, con el riesgo de vulnerar la inmunidad colectiva.

De una manera inesperada, la apuesta de la humanidad al sistema inmunológico como la única estrategia de salida de la pandemia podría encontrarse con un final inesperado de funestas consecuencias. Queda claro que la solución a la pandemia no provendrá del sector político sino del científico por lo que es más importante que nunca incrementar su financiamiento y otras formas de apoyo.


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