/ domingo 20 de mayo de 2018

Vivir entre plásticos

Estamos rodeados de polímeros. Los polímeros son moléculas extremadamente largas y repetitivas conformadas por unidades basadas principalmente en el elemento carbono, algo parecido a las cadenas y sus eslabones. Los polímeros tienen varias características útiles: son más compactos que sus eslabones sueltos si se trata de almacenar y cuando se enlazan entre sí forman mallas rígidas y resistentes. Estas dos propiedades han sido explotadas por los seres vivos, por ejemplo, en el almidón de las papas o la lignina de la corteza de los árboles incluyéndonos a nosotros mismos que contenemos glucógeno en el hígado o queratina en el cabello.

Desde hace miles de años la humanidad ha desarrollado tecnologías para explotar fuentes naturales de polímeros para la producción de plásticos como, por ejemplo, la resina del árbol del hule que nuestros antepasados procesaban para fabricar las pelotas de los juegos ceremoniales y que en el siglo 19 se comenzó a utilizar industrialmente al patentarse la vulcanización del mismo para la producción masiva de llantas para bicicletas, el mismo proceso que utiliza actualmente la industria automotríz.

A pesar de su utilidad, el hule, al igual que otros plásticos de fuentes naturales como por ejemplo el celuloide (también llamado sololoy), fueron desplazados a principios del siglo 20 por plásticos artificiales derivados del petróleo. Más económicos y con nuevas propiedades el primero de estos materiales, la baquelita, llegó a los hogares principalmente en forma de asas para ollas y sartenes.

Para mediados del siglo pasado, la industria de los plásticos se desarrolló al inventarse docenas de nuevos polímeros derivados de diferentes fracciones del petróleo mediante procesos tan refinados que permitieron la producción de gran variedad de nuevos materiales: rígidos o flexibles, coloridos, opacos, translucidos e inclusive transparentes. Sin embargo, fue la industria asociada a la Segunda Guerra Mundial la que detonó la industria de los plásticos al incorporarlos a prácticamente todos sus diseño desde tanques hasta radares.

Actualmente existen miles de plásticos en el mercado que pueden dividirse en dos grandes grupos: los termoplásticos y los termoformados. Los termoplásticos pueden fundirse y volverse a moldear cuantas veces se necesite resultando fácil y económicamente reciclables. Los termoformados se producen y forman en productos de manera simultánea por lo que no pueden regresarse a su estado original como por ejemplo el hule vulcanizado, la melanina o los epóxicos.

En países desarrollados aproximadamente un tercio del plástico que se produce es para empaques pero en países en desarrollo pude incrementarse hasta la mitad. A diferencia de otros productos, los empaques tienen una vida útil muy corta y son inmediatamente desechados por el consumidor final. A pesar de que mayoría de los empaques son termoplásticos más de ocho millones de toneladas de plástico llegan cada año al mar afectando profundamente el ecosistema marino.

Piensen en esto cada vez que les ofrezcan un producto, un empaque o una bolsa de plástico. Si no lo necesitan no lo acepten y si lo aceptan reúsenlo primero y luego entréguenlo limpio y en pacas para facilitar su procesamiento. Compartan éste habito con su familia y generemos entre todos una cultura del reciclado que es la única forma de dejarles a nuestros hijos un planeta sano y habitable.

Para mayor información y para otros temas los invito a conocer mi blog http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

Estamos rodeados de polímeros. Los polímeros son moléculas extremadamente largas y repetitivas conformadas por unidades basadas principalmente en el elemento carbono, algo parecido a las cadenas y sus eslabones. Los polímeros tienen varias características útiles: son más compactos que sus eslabones sueltos si se trata de almacenar y cuando se enlazan entre sí forman mallas rígidas y resistentes. Estas dos propiedades han sido explotadas por los seres vivos, por ejemplo, en el almidón de las papas o la lignina de la corteza de los árboles incluyéndonos a nosotros mismos que contenemos glucógeno en el hígado o queratina en el cabello.

Desde hace miles de años la humanidad ha desarrollado tecnologías para explotar fuentes naturales de polímeros para la producción de plásticos como, por ejemplo, la resina del árbol del hule que nuestros antepasados procesaban para fabricar las pelotas de los juegos ceremoniales y que en el siglo 19 se comenzó a utilizar industrialmente al patentarse la vulcanización del mismo para la producción masiva de llantas para bicicletas, el mismo proceso que utiliza actualmente la industria automotríz.

A pesar de su utilidad, el hule, al igual que otros plásticos de fuentes naturales como por ejemplo el celuloide (también llamado sololoy), fueron desplazados a principios del siglo 20 por plásticos artificiales derivados del petróleo. Más económicos y con nuevas propiedades el primero de estos materiales, la baquelita, llegó a los hogares principalmente en forma de asas para ollas y sartenes.

Para mediados del siglo pasado, la industria de los plásticos se desarrolló al inventarse docenas de nuevos polímeros derivados de diferentes fracciones del petróleo mediante procesos tan refinados que permitieron la producción de gran variedad de nuevos materiales: rígidos o flexibles, coloridos, opacos, translucidos e inclusive transparentes. Sin embargo, fue la industria asociada a la Segunda Guerra Mundial la que detonó la industria de los plásticos al incorporarlos a prácticamente todos sus diseño desde tanques hasta radares.

Actualmente existen miles de plásticos en el mercado que pueden dividirse en dos grandes grupos: los termoplásticos y los termoformados. Los termoplásticos pueden fundirse y volverse a moldear cuantas veces se necesite resultando fácil y económicamente reciclables. Los termoformados se producen y forman en productos de manera simultánea por lo que no pueden regresarse a su estado original como por ejemplo el hule vulcanizado, la melanina o los epóxicos.

En países desarrollados aproximadamente un tercio del plástico que se produce es para empaques pero en países en desarrollo pude incrementarse hasta la mitad. A diferencia de otros productos, los empaques tienen una vida útil muy corta y son inmediatamente desechados por el consumidor final. A pesar de que mayoría de los empaques son termoplásticos más de ocho millones de toneladas de plástico llegan cada año al mar afectando profundamente el ecosistema marino.

Piensen en esto cada vez que les ofrezcan un producto, un empaque o una bolsa de plástico. Si no lo necesitan no lo acepten y si lo aceptan reúsenlo primero y luego entréguenlo limpio y en pacas para facilitar su procesamiento. Compartan éste habito con su familia y generemos entre todos una cultura del reciclado que es la única forma de dejarles a nuestros hijos un planeta sano y habitable.

Para mayor información y para otros temas los invito a conocer mi blog http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

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