/ lunes 28 de septiembre de 2020

De heroínas morelenses y elotadas

Las vueltas que da la vida

En esta fecha en que se celebran las tradicionales “elotada”” en diversos campos de cultivo de maíz, me invitaron a una muy grata reunión efectuada el pasado sábado en el campo de futbol de Tezoyuca, municipio de Emiliano Zapata.

Al llegar me llevé varias sorpresas, la primera fue el volver a ver a viejos y queridos amigos y conocidos que hacía tal vez 20 años o más que no veía de diversos pueblos y ciudades del interior de nuestro estado, reunión organizada por el Presidente del Consejo de la Crónica Morelense, Ulises Nájera Álvarez a su vez, presidente del Consejo de la Crónica de su municipio e impulsor del reconocimiento del rico patrimonio cultural, reunión organizada en el marco precisamente de una “elotada”, tradición muy morelense, en la que cada uno de los que van llegando toma su mazorca cocinada en un horno de tierra, la pela y a comerla se ha dicho con limón, chilito y sal.

Así, entre mordida y mordida de elote escuché del cronista de Yautepec el Dr. Rubén Reyes, varios temas muy interesantes, entre ellos el origen prehispánico de la elotada que mucho tiene que ver con la leyenda, mito y tradición oral del Quetzalcóatl hombre-sacerdote y las hormigas que dieron a conocer los granos de maíz. O escucharlo refrendar el decir de Uriel Nava, cronista de Jojutla que nos dio a conocer el verbo Tzakua, que significa, continuó diciendo Rubén Reyes, “lo que se guarda”, por eso no se llaman pirámides, sino Tzacualli –lo que se guarda-, puesto que para nuestros ancestros, cada “atado” de 52 años era un siglo donde se cubría la educación, entre otros temas y se construía una (pirámide) de mayor tamaño encima de la primera y de esta manera, con tan precioso conversatorio en pleno campo de manera muy ligerita, íbamos oyendo hablar acerca del significado por ejemplo, de la palabra Yautepek, que a grosso modo, quiere decir “sobre el cerro del maíz azul”, versión, nos dijo, que avala la Azteka Tlahtomelauka o Academia de la lengua azteca, (organización que a la par que tiene adeptos, tiene otros que no lo son tanto, sobre todo los académicos). Sin embargo, nos aseguró que hay la versión de Cecilio Agustín Robelo que traduce esa palabra como “en el cerro del Yahutli con referencia al Pericón.

Y refirió “nosotros hemos estado en la delegación del INAH Morelos y les dimos a conocer que al construirse la secundaria federal Yauhtepek se encontró una figura de piedra zoomorfa, en forma de una serpiente enroscada alrededor de sí misma, impresionante pues entre sus fauces se percibía una cara humana y en sus costados brazos y pies humanos y en su base la figura de una mazorca, todo de piedra. Seguimos escuchando el relato del joven cronista Uriel Nava, cronista de Jojutla acerca de la heroína de la Independencia nacional doña María Fermina Rivera (que no se limitó a ser bonita, o a ser espía de distintos grupos o a dar aviso, o a sufragar gastos de los insurgentes o cobijar en su casa a los conspiradores), sino que tomó ella misma las armas y combatió en varias de las cruentas luchar que se dieron.

Leyó Nava un documento que narra su historia: “Nacida en Tlaltizapán, fue esposa del coronel de caballería José Rivera. Ambos ingresaron a la lucha armada bajo las órdenes del Generalísimo José María Morelos y Pavón. En febrero de 1821 José Rivera perdió la vida en un combate contra las tropas realistas, en su condición de viuda, doña María Fermina continuó la lucha armada bajo las órdenes del general Vicente Guerrero, de acuerdo a un escrito de José Joaquín Fernández de Lizardi conocido como “El Pensador Mexicano”, escribió que cuando veía a un herido o muerto, tomaba su fusil y se incorporaba a la lucha y ella, asegura Nava, “no murió en 1821 como escribió el historiador Luis González Obregón en su tratado Las Mujeres de la Independencia, sino su esposo. Ella murió años después”, y así vemos, queridos lectores, que sencillos pero conocedores de la historia de su estado, logran con documentos desmentir a famosos personajes de la historia nacional. Al final todos firmamos la carta para pedir al Congreso Local que el nombre de María Fermina Rivera sea añadió en letras de oro al Congreso. Y al llegar a su fin, recibimos la sorpresa de un libro sobre Jojutla que nos envió el cronista Julián Vences. Entre otros, asistieron el Presidente del Consejo de la Crónica de Cuernavaca, Octavio Sedano y el vicepresidente Valentín Lópéz G. Aranda, Ángel Trujillo y muchos más. Y hasta el próximo lunes pues.


lyagquintanilla@hotmail.com

En esta fecha en que se celebran las tradicionales “elotada”” en diversos campos de cultivo de maíz, me invitaron a una muy grata reunión efectuada el pasado sábado en el campo de futbol de Tezoyuca, municipio de Emiliano Zapata.

Al llegar me llevé varias sorpresas, la primera fue el volver a ver a viejos y queridos amigos y conocidos que hacía tal vez 20 años o más que no veía de diversos pueblos y ciudades del interior de nuestro estado, reunión organizada por el Presidente del Consejo de la Crónica Morelense, Ulises Nájera Álvarez a su vez, presidente del Consejo de la Crónica de su municipio e impulsor del reconocimiento del rico patrimonio cultural, reunión organizada en el marco precisamente de una “elotada”, tradición muy morelense, en la que cada uno de los que van llegando toma su mazorca cocinada en un horno de tierra, la pela y a comerla se ha dicho con limón, chilito y sal.

Así, entre mordida y mordida de elote escuché del cronista de Yautepec el Dr. Rubén Reyes, varios temas muy interesantes, entre ellos el origen prehispánico de la elotada que mucho tiene que ver con la leyenda, mito y tradición oral del Quetzalcóatl hombre-sacerdote y las hormigas que dieron a conocer los granos de maíz. O escucharlo refrendar el decir de Uriel Nava, cronista de Jojutla que nos dio a conocer el verbo Tzakua, que significa, continuó diciendo Rubén Reyes, “lo que se guarda”, por eso no se llaman pirámides, sino Tzacualli –lo que se guarda-, puesto que para nuestros ancestros, cada “atado” de 52 años era un siglo donde se cubría la educación, entre otros temas y se construía una (pirámide) de mayor tamaño encima de la primera y de esta manera, con tan precioso conversatorio en pleno campo de manera muy ligerita, íbamos oyendo hablar acerca del significado por ejemplo, de la palabra Yautepek, que a grosso modo, quiere decir “sobre el cerro del maíz azul”, versión, nos dijo, que avala la Azteka Tlahtomelauka o Academia de la lengua azteca, (organización que a la par que tiene adeptos, tiene otros que no lo son tanto, sobre todo los académicos). Sin embargo, nos aseguró que hay la versión de Cecilio Agustín Robelo que traduce esa palabra como “en el cerro del Yahutli con referencia al Pericón.

Y refirió “nosotros hemos estado en la delegación del INAH Morelos y les dimos a conocer que al construirse la secundaria federal Yauhtepek se encontró una figura de piedra zoomorfa, en forma de una serpiente enroscada alrededor de sí misma, impresionante pues entre sus fauces se percibía una cara humana y en sus costados brazos y pies humanos y en su base la figura de una mazorca, todo de piedra. Seguimos escuchando el relato del joven cronista Uriel Nava, cronista de Jojutla acerca de la heroína de la Independencia nacional doña María Fermina Rivera (que no se limitó a ser bonita, o a ser espía de distintos grupos o a dar aviso, o a sufragar gastos de los insurgentes o cobijar en su casa a los conspiradores), sino que tomó ella misma las armas y combatió en varias de las cruentas luchar que se dieron.

Leyó Nava un documento que narra su historia: “Nacida en Tlaltizapán, fue esposa del coronel de caballería José Rivera. Ambos ingresaron a la lucha armada bajo las órdenes del Generalísimo José María Morelos y Pavón. En febrero de 1821 José Rivera perdió la vida en un combate contra las tropas realistas, en su condición de viuda, doña María Fermina continuó la lucha armada bajo las órdenes del general Vicente Guerrero, de acuerdo a un escrito de José Joaquín Fernández de Lizardi conocido como “El Pensador Mexicano”, escribió que cuando veía a un herido o muerto, tomaba su fusil y se incorporaba a la lucha y ella, asegura Nava, “no murió en 1821 como escribió el historiador Luis González Obregón en su tratado Las Mujeres de la Independencia, sino su esposo. Ella murió años después”, y así vemos, queridos lectores, que sencillos pero conocedores de la historia de su estado, logran con documentos desmentir a famosos personajes de la historia nacional. Al final todos firmamos la carta para pedir al Congreso Local que el nombre de María Fermina Rivera sea añadió en letras de oro al Congreso. Y al llegar a su fin, recibimos la sorpresa de un libro sobre Jojutla que nos envió el cronista Julián Vences. Entre otros, asistieron el Presidente del Consejo de la Crónica de Cuernavaca, Octavio Sedano y el vicepresidente Valentín Lópéz G. Aranda, Ángel Trujillo y muchos más. Y hasta el próximo lunes pues.


lyagquintanilla@hotmail.com

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