/ martes 10 de marzo de 2020

Ellas

Mirar hacia adentro

Yo no me puedo imaginar un día sin ellas. No me cabe en la cabeza y no quiero que suceda. Son esenciales para la vida, para la creatividad, para la espiritualidad, para toda la existencia pues. En esta columna he platicado sobre algunas enormes mujeres relacionadas con la cultura popular de Morelos. Ellas y muchas otras llevan buena parte del peso de sostener las expresiones culturales que nutren las identidades que nos dan sentido y proporcionan un sólido cimiento a nuestra existencia. He tenido la fortuna de compartir con ellas algunos momentos y charlas significativas y he aprendido mucho. Así ha sido a lo largo de toda mi vida, he tenido la suerte de conocer a mujeres de una enorme estatura intelectual y creativa, la mayoría amorosas con su entorno, con sus semejantes y con su labor. Me han señalado en muchas ocasiones caminos alternativos a mi modo de pensar: más amplios, más cariñosos, más amables. Puedo decir que en buena medida soy quien soy gracias a las mujeres que he encontrado en mi camino. Y quiero seguir encontrándomelas, no quiero siquiera pensar en el dolor que me provocaría enterarme que alguna de ellas fue violentada. Pero en esta ciudad, este estado, este país y este mundo, hay fuertes probabilidades de que así sea y esto es aterrador. ¿Caballeros, cuándo vamos a aprender? ¿Cuándo vamos a parar este sin sentido, este escupirle al cielo que es el hecho de ejercer violencia hacia las mujeres por el simple hecho de serlo? Ya basta. Lo que les hacemos a ellas nos lo estamos haciendo a nosotros mismos. Como también lo he mencionado en esta columna, como humanidad hemos tomado varias decisiones equivocadas en momentos clave de la historia. No debemos hacerlo esta vez. Debemos estar del lado correcto, del lado de la tierra, de la vida, de la amistad, de la complicidad, de la equidad, de la sabiduría y de la inteligencia; debemos, por fin, estar del lado correcto en esta revolución; debemos hacer todo para que el lado bueno gane. En el escaso tiempo de una vida humana no tenemos muchas oportunidades de marcar un cambio significativo para las generaciones por venir; esta es una de esas oportunidades, no la desaprovechemos, hagámoslo por ellas, que no tienen por qué seguir soportando nuestro estúpido sinsentido y salvajismo, pero también hagámoslo por nosotros, porque no vamos a ir a ningún lado sin ellas. Miremos hacia adentro, que allí está la respuesta, la energía y la valentía necesarias para acompañarlas en su lucha y, con mucha humildad, permitirles que nos guíen.

Yo no me puedo imaginar un día sin ellas. No me cabe en la cabeza y no quiero que suceda. Son esenciales para la vida, para la creatividad, para la espiritualidad, para toda la existencia pues. En esta columna he platicado sobre algunas enormes mujeres relacionadas con la cultura popular de Morelos. Ellas y muchas otras llevan buena parte del peso de sostener las expresiones culturales que nutren las identidades que nos dan sentido y proporcionan un sólido cimiento a nuestra existencia. He tenido la fortuna de compartir con ellas algunos momentos y charlas significativas y he aprendido mucho. Así ha sido a lo largo de toda mi vida, he tenido la suerte de conocer a mujeres de una enorme estatura intelectual y creativa, la mayoría amorosas con su entorno, con sus semejantes y con su labor. Me han señalado en muchas ocasiones caminos alternativos a mi modo de pensar: más amplios, más cariñosos, más amables. Puedo decir que en buena medida soy quien soy gracias a las mujeres que he encontrado en mi camino. Y quiero seguir encontrándomelas, no quiero siquiera pensar en el dolor que me provocaría enterarme que alguna de ellas fue violentada. Pero en esta ciudad, este estado, este país y este mundo, hay fuertes probabilidades de que así sea y esto es aterrador. ¿Caballeros, cuándo vamos a aprender? ¿Cuándo vamos a parar este sin sentido, este escupirle al cielo que es el hecho de ejercer violencia hacia las mujeres por el simple hecho de serlo? Ya basta. Lo que les hacemos a ellas nos lo estamos haciendo a nosotros mismos. Como también lo he mencionado en esta columna, como humanidad hemos tomado varias decisiones equivocadas en momentos clave de la historia. No debemos hacerlo esta vez. Debemos estar del lado correcto, del lado de la tierra, de la vida, de la amistad, de la complicidad, de la equidad, de la sabiduría y de la inteligencia; debemos, por fin, estar del lado correcto en esta revolución; debemos hacer todo para que el lado bueno gane. En el escaso tiempo de una vida humana no tenemos muchas oportunidades de marcar un cambio significativo para las generaciones por venir; esta es una de esas oportunidades, no la desaprovechemos, hagámoslo por ellas, que no tienen por qué seguir soportando nuestro estúpido sinsentido y salvajismo, pero también hagámoslo por nosotros, porque no vamos a ir a ningún lado sin ellas. Miremos hacia adentro, que allí está la respuesta, la energía y la valentía necesarias para acompañarlas en su lucha y, con mucha humildad, permitirles que nos guíen.

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