[Extranjeros en Morelos] El Melchor Ocampo es un parque encantador

Las siguientes líneas forman parte del libro Paradise in Mexico. Morelos and its capital Cuernavaca, publicado en 1937 por Esta Olsen, quien nació en Estados Unidos y murió en Cuernavaca en 1941

José N. Iturriaga | Historiador

  · viernes 24 de noviembre de 2023

Luis Flores | El Sol de Cuernavaca

Al parque Melchor Ocampo se puede llegar por la calzada Leandro Valle. Fue construida durante el régimen de Porfirio Díaz en 1897, cuando inauguraron el servicio del Ferrocarril entre la ciudad de México y Cuernavaca. Esta calle formó una ruta directa a la estación del tren y también fue el camino por el que circulaban los coches elegantes de la élite de la ciudad de México, que venían a pasear los domingos. La calzada Leandro Valle conduce directamente al puente Porfirio Díaz, llamado hoy por muchos Emilio Carranza.Antes de cruzar el puente, se ven las terrazas del parque al norte del puente. Este es el parque Emilio Carranza”.

El kiosco se encuentra a la izquierda del puente y se conserva como fue en los tiempos de Díaz. La mayor atracción, aparte de las terrazas y la decoración de los jardines, son los venerables laureles que resistieron los estragos de la Revolución de Madero. Cerca todavía hay unas cuantas palmeras reales, que en un tiempo fueron abundantes”.

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El puente que pasa sobre la profunda barranca debió haber sido un hermoso atractivo en tiempos pasados. Su aspecto ha cambiado, aunque encaja perfectamente con el paisaje del entorno. La barranca va rumbo a Temixco”.

Pasando el puente, el camino se divide, la calle de la izquierda va a la colonia Miraval y la de la derecha con algunas curvas se dirige al parque Melchor Ocampo. Hace mucho tiempo este parque se llamó Los Ojos de Gualupita. Este era el nombre cuando Borda construyó su acueducto. Se dice que él construyó una pequeña capilla donde comenzaba el acueducto, pero que brotaron tantos manantiales nuevos, que la capilla se destruyó. Como consecuencia, parte del agua se convirtió en una bonita lagunita”.

Todavía tenía el nombre de Ojos de Gualupita, cuando Maximiliano y Carlota llegaron a Cuernavaca. En una ocasión celebraron un baile en su honor en los Ojos de Gualupita, al que invitaron a los oficiales austríacos y a la élite. Maximiliano y Carlota se retiraron temprano, pero los oficiales bailaron hasta altas horas de la noche con las damas de Cuernavaca”.

“Cuando Díaz y su esposa visitaron Cuernavaca, doña Carmen Romero Rubio de Díaz estuvo tan encantada con este lugar, que ella expresó su deseo de tener una casa aquí. Este deseo nunca se materializó, pero el parque entonces fue nombrado en honor de esta dama, Carmen Romero Rubio, hasta después de la caída de Porfirio Díaz, cuando le cambiaron a su presente nombre, Melchor Ocampo”.

Luis Flores | El Sol de Cuernavaca


“Los viejos árboles de mango bordean el camino, pero los más hermosos de todos son los laureles. Son tan atractivos que uno casi siente un impulso de hacerles reverencia... Mientras más nos adentramos al parque, notamos grandes depósitos de lava y rocas. Estos se originaron del extinto volcán al norte de Cuernavaca, La Herradura”.

“Entonces llegamos a las bancas de piedra y a las ruinas de lo que en un tiempo fue un pabellón para bailes y piso para banquetes. El puente sobre los estanques es pintoresco. Aquí en un tiempo nadaron peces dorados y graciosos patos. Para un artista, este es un lugar ideal. Un soñador encontrará aquí suficientes motivos para tejer sus fantasías. Para aquellos que tienen espíritu romántico, este es un paraíso”.


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