/ jueves 9 de abril de 2020

MINOTAUROMAQUIA (Crónica de un desencuentro)

Sororidad

Por fin llegaron los libros que compré por internet en estos días de horas blandas e imprecisas. Me siento como una niña quien le acaban de entregar juguetes nuevos ya que la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial (Libros UNAM) ha lanzado una nueva colección titulada "Vindictas", con la joven escritora Ave Barrera como coordinadora de la colección y Socorro Venegas como titular de Publicaciones y Fomento Editorial.

Además, estos libros están siendo presentados en TV UNAM los domingos a las 8.30 por la misma Ave Barrera y la también escritora Julia Santibañez. La serie está integrada, hasta el momento, por cinco novelas. Sus autoras son: Luisa Josefina Hernández y Tita Valencia, ambas galardonadas con el Premio Xavier Villaurrutia; las reconocidas narradoras y periodistas María Luisa "La china Mendoza" y Tununa Mercado, así como Marcela del Río, profesora y diplomática. Tengo entendido que, en estas fechas de confinamiento, se pueden leer estos libros en las páginas de TV UNAM por internet.

Hoy, Tita Valencia: Para quienes no la conozcan, es una pianista concertista, titulada por el Conservatorio Nacional de Música. Hizo estudios de posgrado en la Escuela Normal de Música de París. En México, asistió a los talleres literarios de Juan Rulfo y Juan José Arreola. Ha escrito narrativa, guión y ensayo. Entre sus obras publicadas se encuentran: El trovar clus de las Jacarandas (UNAM 1995), Escencia y presencia Guadalupanas (UNAM, 2005), Urgente decir Te amo (Colegio de San Luis Potosí, 2010). Su novela Minotauromaquia, la primera, obtuvo el premio Xavier Villaurrutia en 1976, publicada bajo el sello Joaquín Mortiz.

"Nunca habría soñado provocar la ira de eminencias como Ernesto de la Peña, puertas cerradas como la de José Luis Martínez, director del FCE, la agresividad verbal y clásica malevolencia de Emmanuel Carballo. En fin, la cargada en pleno defendiendo el honor literario masculino. Por eso a esta novela no la siguió ninguna otra".

Saco mi marcador de textos. Me gusta subrayar mis libros. Tacharlos, olerlos, acariciarlos hasta hacerlos parte de mí. Es el único apego que tengo en la vida. En la contraportada dice: "Colección Vindictas: abre la lente a una mirada plural, puesta en retrospectiva para recuperar grandes novelas escritas que habían quedado fuera del alcance de los lectores a pesar de su relevancia literaria y de una vigencia asombrosa. Una nueva lectura, más empatía e incluyente a estas obras, no solo nos permitirá reivindicar el mérito de sus autoras, sino compensar nuestra deuda con la literatura escrita por mujeres".

La introducción escrita por Claudina Domingo, en verdad entusiasma: "Ternura, sed, máscara". Claudina es otra joven narradora, poeta y ensayista que nos lanza a un largo y obsequioso viaje por donde van a ser representadas las escenas. Mientras avanzo en la lectura, me emociono to-davía más.

"Decía Kierkegard que "el amor es la expresión del que ama, no del amado".

El primer capítulo, así comienza: "Había sido un amor frugal, un canto llano, un recto tono aventurándose sin llama por la penumbra de su propia veta melodiosa".

Me quedo absorta después de haber leído los primeros capítulos. Cierro mi libro tratando de acomodar todas las palabras que acaban de traspasar mi pensamiento y también mi corazón, no lo niego y, con esas imágenes me quedo dormida. Por la mañana, muy temprano, regreso al libro y vuelvo a leer cada palabra; es impresionante verlas saltar, nuevamente, como queriendo escaparse del papel y asirse de algo o alguien mientras emergen de una balanza totalmente desbalanceada.

"proyectos de falo espacial aterrizando siempre en lunas artificiales, esfuminos de la Promesa, anguilas evanescentes...!

Esta es una obra totalmente fuera de serie. Fue escrita: "como testimonio escuetamente cabal en términos de legitimidad amorosa y, por demás, discreto en términos de identidad".

No es fácil de leerla. Aclaro. Hay que tomarse el tiempo para meditar cada inflexión de los ondulantes verbos que se pasean entre los rumiantes laberintos de la pasión, desglosar los sorprendentes y sorprendidos adjetivos que cuestionan, sufren y reclaman para tratar de descifrar la indiferencia de un sustantivo. Es como avizorar, desde el Templo del Olimpo, a los dioses que manejan caprichosos la vida de una mortal, pero que, indiferentes, le dan la espalda con total desdén mientras las palabras se convierten en Bacantes embriagadas con el penetrante olor del más fino Champagne hasta el aguardiente de ocasión, dedicado al "maestro". Nuevamente, el "maestro".

"Miércoles de ceniza en la ceniza del mar. Nada tan lúcido como la locura liberada. El espacio me pertenece. En nada se diferenciaría el alarido humano –el mío– de la convulsión reiterativa de las aguas...."

Termino de leer el libro y me doy cuenta que lo he subrayado todo. Nada de lo que haya leído, hasta ahora, se parece a estas cartas-libro-ensayo-poemas de amor y desencuentro.

"La luna como una bomba de tiempo, como una mina encallada entre las espigas de marzo".

No quiero catalogarlo, me niego a hacerlo El pensamiento femenino, no es catalogable, es abierto, es directo, es profundo, es rayo transversal que abarca la universalidad de nuestras mentes.

"Y me decía que ese estado era por fuerzas el anuncio de un nuevo encuentro contigo, amor, en este o en otro mundo".

Gracias, en verdad, a todas estas escritoras jóvenes que han reabierto el camino del ayer permitiéndonos atestiguar el silenciado éxodo intelectual femenino que, para nuestra gran fortuna, se ha convertido en gran y deliciosa literatura. Gracias a Anilú Elías, como siempre, por hablarme con tanto cariño de este libro. Ahora lo comprendo.

Gracias a Tita Valencia por el dulce tono de tu voz que emocionó a todas las paredes de mi casa. Buscaremos la forma para que tus otros libros encuentren salidas nuevas y lleguen a los ávidos puertos que los esperan. ¡Gracias! por haber tenido las agallas de publicar esta obra escrita hace más de 40 años cuando eras ninfa solitaria viviendo bajo el agua con la mar que se llevaba tus delirios mirando a un barco lejano e ignorante.

¡Ay de aquella que haya derramado un orgasmo sacudiéndose con las lágrimas de un apasionado beso!

Por fin llegaron los libros que compré por internet en estos días de horas blandas e imprecisas. Me siento como una niña quien le acaban de entregar juguetes nuevos ya que la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial (Libros UNAM) ha lanzado una nueva colección titulada "Vindictas", con la joven escritora Ave Barrera como coordinadora de la colección y Socorro Venegas como titular de Publicaciones y Fomento Editorial.

Además, estos libros están siendo presentados en TV UNAM los domingos a las 8.30 por la misma Ave Barrera y la también escritora Julia Santibañez. La serie está integrada, hasta el momento, por cinco novelas. Sus autoras son: Luisa Josefina Hernández y Tita Valencia, ambas galardonadas con el Premio Xavier Villaurrutia; las reconocidas narradoras y periodistas María Luisa "La china Mendoza" y Tununa Mercado, así como Marcela del Río, profesora y diplomática. Tengo entendido que, en estas fechas de confinamiento, se pueden leer estos libros en las páginas de TV UNAM por internet.

Hoy, Tita Valencia: Para quienes no la conozcan, es una pianista concertista, titulada por el Conservatorio Nacional de Música. Hizo estudios de posgrado en la Escuela Normal de Música de París. En México, asistió a los talleres literarios de Juan Rulfo y Juan José Arreola. Ha escrito narrativa, guión y ensayo. Entre sus obras publicadas se encuentran: El trovar clus de las Jacarandas (UNAM 1995), Escencia y presencia Guadalupanas (UNAM, 2005), Urgente decir Te amo (Colegio de San Luis Potosí, 2010). Su novela Minotauromaquia, la primera, obtuvo el premio Xavier Villaurrutia en 1976, publicada bajo el sello Joaquín Mortiz.

"Nunca habría soñado provocar la ira de eminencias como Ernesto de la Peña, puertas cerradas como la de José Luis Martínez, director del FCE, la agresividad verbal y clásica malevolencia de Emmanuel Carballo. En fin, la cargada en pleno defendiendo el honor literario masculino. Por eso a esta novela no la siguió ninguna otra".

Saco mi marcador de textos. Me gusta subrayar mis libros. Tacharlos, olerlos, acariciarlos hasta hacerlos parte de mí. Es el único apego que tengo en la vida. En la contraportada dice: "Colección Vindictas: abre la lente a una mirada plural, puesta en retrospectiva para recuperar grandes novelas escritas que habían quedado fuera del alcance de los lectores a pesar de su relevancia literaria y de una vigencia asombrosa. Una nueva lectura, más empatía e incluyente a estas obras, no solo nos permitirá reivindicar el mérito de sus autoras, sino compensar nuestra deuda con la literatura escrita por mujeres".

La introducción escrita por Claudina Domingo, en verdad entusiasma: "Ternura, sed, máscara". Claudina es otra joven narradora, poeta y ensayista que nos lanza a un largo y obsequioso viaje por donde van a ser representadas las escenas. Mientras avanzo en la lectura, me emociono to-davía más.

"Decía Kierkegard que "el amor es la expresión del que ama, no del amado".

El primer capítulo, así comienza: "Había sido un amor frugal, un canto llano, un recto tono aventurándose sin llama por la penumbra de su propia veta melodiosa".

Me quedo absorta después de haber leído los primeros capítulos. Cierro mi libro tratando de acomodar todas las palabras que acaban de traspasar mi pensamiento y también mi corazón, no lo niego y, con esas imágenes me quedo dormida. Por la mañana, muy temprano, regreso al libro y vuelvo a leer cada palabra; es impresionante verlas saltar, nuevamente, como queriendo escaparse del papel y asirse de algo o alguien mientras emergen de una balanza totalmente desbalanceada.

"proyectos de falo espacial aterrizando siempre en lunas artificiales, esfuminos de la Promesa, anguilas evanescentes...!

Esta es una obra totalmente fuera de serie. Fue escrita: "como testimonio escuetamente cabal en términos de legitimidad amorosa y, por demás, discreto en términos de identidad".

No es fácil de leerla. Aclaro. Hay que tomarse el tiempo para meditar cada inflexión de los ondulantes verbos que se pasean entre los rumiantes laberintos de la pasión, desglosar los sorprendentes y sorprendidos adjetivos que cuestionan, sufren y reclaman para tratar de descifrar la indiferencia de un sustantivo. Es como avizorar, desde el Templo del Olimpo, a los dioses que manejan caprichosos la vida de una mortal, pero que, indiferentes, le dan la espalda con total desdén mientras las palabras se convierten en Bacantes embriagadas con el penetrante olor del más fino Champagne hasta el aguardiente de ocasión, dedicado al "maestro". Nuevamente, el "maestro".

"Miércoles de ceniza en la ceniza del mar. Nada tan lúcido como la locura liberada. El espacio me pertenece. En nada se diferenciaría el alarido humano –el mío– de la convulsión reiterativa de las aguas...."

Termino de leer el libro y me doy cuenta que lo he subrayado todo. Nada de lo que haya leído, hasta ahora, se parece a estas cartas-libro-ensayo-poemas de amor y desencuentro.

"La luna como una bomba de tiempo, como una mina encallada entre las espigas de marzo".

No quiero catalogarlo, me niego a hacerlo El pensamiento femenino, no es catalogable, es abierto, es directo, es profundo, es rayo transversal que abarca la universalidad de nuestras mentes.

"Y me decía que ese estado era por fuerzas el anuncio de un nuevo encuentro contigo, amor, en este o en otro mundo".

Gracias, en verdad, a todas estas escritoras jóvenes que han reabierto el camino del ayer permitiéndonos atestiguar el silenciado éxodo intelectual femenino que, para nuestra gran fortuna, se ha convertido en gran y deliciosa literatura. Gracias a Anilú Elías, como siempre, por hablarme con tanto cariño de este libro. Ahora lo comprendo.

Gracias a Tita Valencia por el dulce tono de tu voz que emocionó a todas las paredes de mi casa. Buscaremos la forma para que tus otros libros encuentren salidas nuevas y lleguen a los ávidos puertos que los esperan. ¡Gracias! por haber tenido las agallas de publicar esta obra escrita hace más de 40 años cuando eras ninfa solitaria viviendo bajo el agua con la mar que se llevaba tus delirios mirando a un barco lejano e ignorante.

¡Ay de aquella que haya derramado un orgasmo sacudiéndose con las lágrimas de un apasionado beso!

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